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HISTORIAS Y
REFLEXIONES
La propuesta es compartir estas
historias, reales, vividas en diferentes etapas; todas ellas dejaron
enseñanzas y lugar para la reflexión.
LA PUESTA DEL SOL –
En el turismo mundial está casi todo inventado; no es equivocado imitar lo
bueno, en esta nota, un muy buen ejemplo....
LIBERTAD DE PRENSA –
Dos historias ,en una sola nota.
Las redes del poder – Como se mueve la política para, con sutileza, evitar
la crítica y la investigación. La experiencia que nos hizo endurecer nuestra
visión de la gestión pública en el Uruguay, a partir del éxito comercial y
del fracaso periodístico.
La amnesia del poder –Como, contrariamente al hecho anterior; la correcta
tarea periodística, el mantenimiento de los principios y de la ética, en
Uruguay, equivale al fracaso comercial.
VIDA DE CHAMPAGNE, SALARIO DE CERVEZA –
El duro choque del sueño y la realidad. El ejemplo de cómo no se debe
descuidar jamás la observancia de la marcha empresarial sin concesiones, y
mucho menos, autoconcesiones...
LA PUESTA DEL SOL
Estábamos en Negril, a noventa millas de Kingston, en Jamaica, la tierra de
Marley. Las horas transcurrían plácidas e intensas; el marco, un
impresionante complejo hotelero a orillas del Caribe con sistema “Todo
incluido”.
Es muy difícil, sustraerse a la tentación de quedarse todo el tiempo en el
complejo; las debilidades humanas, en esos casos, superan al intelecto; la
natural inquietud de todo turista por conocer, experimentar, investigar ese
territorio que se visita, en muchos casos queda relegada por el simple hecho
de no querer perder nada de lo que es ofrecido.
Desayuno buffet en medio de espesa vegetación, con exóticas frutas
tropicales; piscinas, blancas arenas, las incomparables aguas caribeñas, jet
ski, snorkel, infartantes topless, audaz nudismo. El aperitivo obligado; el
abrumador almuerzo regado con cerveza; el intento de retozar sobre una
reposera a la sombra de una palmera ,se frustra si lo buscado es dormitar;
los ojos se niegan a cerrarse ante tanta cosa para ver. Nunca falta la
invitación para intentar un “dobles” en el court de polvo de ladrillo o un
mano a mano en el frontón o en la mesa de pool.
Cuando cae la tarde, luego de una ducha que ayuda al espabile, la cita es en
la barra del bar de la piscina y la duda es la etiqueta, no en la
vestimenta, en el escocés.....roja, negra azul o tal vez en el añejamiento.
Superado el momento, con la copa en la mano, dejando que la leve brisa
disimule con exactitud extrema la temperatura, al punto de hacerla
extraordinariamente disfrutable, nuestros oídos perciben el reggae que
escapa de la disco y nuestras piernas nos transportan al origen de la
música. El cuerpo se mueve solo, torpemente, es ahí que llega la
instructora, nos aglutina con el resto del grupo y de pronto, todos, nos
sorprendemos acompasando con cierto tino, los pasos de ese baile.
Una de las tardes, cambiamos las canchas por una salida guiada en bicicleta
hasta el pueblo, a comprar souvenirs, pedaleando por la izquierda de la
ruta, al puro estilo británico. Otra tarde, el aviso: “ a las cinco los
pasamos a buscar para ir a ver la puesta del sol.....”
Otra vez la duda, dejar el complejo o seguir la corriente....
A las cinco en punto subíamos al microbús y nos dejábamos conducir hacia una
península cercana al enclave hotelero. Al llegar a la playa de
estacionamiento calculamos que habían más de cincuenta unidades de
transporte entre camionetas, micros y buses; establecimos mentalmente un
promedio de pasajeros y llegamos a la conclusión que holgadamente, el número
superaba el millar.
Ingresamos al único establecimiento construido sobre el mismo ángulo de la
península. Nos encontramos con la exacta medida de lo que debe contar un
lugar preparado para el turismo: quiosco de souvenirs, insumos fotográficos,
golosinas y cigarrillos; bar con las clásicas barras y detrás de ellas,
varios bartenders, agitando cocteleras y sirviendo copas; unos pocos metros
más, el restaurante al aire libre donde se destacaban los blancos manteles,
los arreglos florales multicolores y un entorno de naturaleza vegetal
incomparable. Desde el bar y también desde el restaurante, la vista al mar
era perfecta y además, contornando la línea peninsular, desde la altura del
establecimiento, bancos donde se apostaban los visitantes, cámaras
fotográficas y filmadoras preparadas para captar el momento sublime de la
caída del astro rey. Nuestra mirada al horizonte nos indicaba que faltaba un
buen rato para que esto ocurriese; estábamos en ese razonamiento cuando
oímos el murmullo y vimos como todas las cabezas giraban hacia la izquierda.
A unos veinte metros del restaurante, descubrimos la plataforma de
lanzamiento de los clavadistas....había comenzado el show. Cuando los ecos
del singular espectáculo comenzaban a menguar, todas las cabezas giraron a
la derecha, la mía incluida, todos los oídos escucharon lo mismo: la bocina
de un barco; desde lo alto, todos los ojos vieron un velero repleto de
gente, navegando en dirección al sol, mar adentro. Los pasajeros que estaban
sentados sobre la baranda de estribor, al escucharse nuevamente el bocinazo,
al unísono, semejando la más estudiada coreografía, se incorporaron
parcialmente, según el sexo, bajaron o subieron sus ropas y mostraron sus
colas...volvieron a bajar y subir shorts y mallas, tomaron asiento y giraron
sus cabezas en plena carcajada, desde tierra, en lo alto, respondían
nuestras carcajadas, no era el eco.
A los pocos instantes se puso el sol; cuando desaparecía en la línea del
horizonte, escuché una ovación....era la primera vez que presenciaba la
aclamación de un hecho natural.
De regreso al hotel me puse a hacer cuentas mentalmente; había tomado un par
de cervezas, comprado un rollo fotográfico y cigarrillos, una camiseta y un
cuadrito con imágenes del lugar, había gastado treinta y cinco dólares;
había visto, hacía instantes, como la mayoría de visitantes a ese lugar,
habían gastado más que yo...
Establecí antojadizamente el promedio en cincuenta dólares y multipliqué por
mil....
Ya en el hotel, abrumado aún por la experiencia vivida donde se destacaba la
ausencia de romanticismo y primaba la evaluación del hecho turístico y
comercial como correspondía a un profesional que se precie, seguí pensando y
comencé a interrogarme:
¿ El sol no se pone todos los días en Uruguay ?
¿ Donde se verá mejor, en Punta del Este, Piriápolis, Atlántida, Colonia,
Fray Bentos, Salto, Paysandú....?
¿ Será tan difícil organizar un tour “para ver la puesta del sol” ?
Y para el final.....el traslado de ida y vuelta desde el hotel a la
península fue gratuito.
LIBERTAD DE PRENSA, dos en una.
Las redes del poder –
Siempre entendimos que un periodista especializado en turismo, además de
cumplir con los requisitos implícitos en la función, o sea, la descripción
de entornos naturales, la cobertura de eventos empresariales y sociales, las
entrevistas, los reportajes, debía, fundamentalmente, abarcar el terreno de
la opinión. El análisis, la crítica, la sugerencia.
En eso estábamos; habían transcurrido apenas , las primeras semanas de
edición del suplemento Rutas y Destinos, los días viernes, en el matutino La
Mañana y el vespertino El Diario, ambos de la misma empresa.
En la página 2, aparecía la nota editorial; siempre con nuestro estilo
marcado, cada semana el mismo ejercicio, el señalamiento de las carencias
del sistema , particularmente las omisiones en la acción estatal y
multiplicidad de sugerencias.
Además de los lectores habituales de los medios referidos, nos asegurábamos,
distribución extra mediante, que le llegase un ejemplar a cada empresa de la
actividad y a las autoridades.
Una tarde, al llegar a mi oficina , encuentro que me aguardaba un
funcionario de Difusión del Ministerio de Turismo; el motivo de la visita
fue resumido en una frase: “el Ministro lo quiere conocer personalmente, le
invita a una reunión en su despacho”.
Cuando el visitante se retiró, repasamos mentalmente los temas abordados
hasta el momento, intentando adivinar el porqué de la convocatoria.
Recién en ese momento, caímos en la cuenta que en lo que iba de esa
administración, jamás habíamos pisado el ministerio.
El encuentro se produjo a los pocos días; durante la charla, supimos que
todas las jerarquías de esa secretaría, incluido el ministro, eran lectores
nuestros.
Ni el más mínimo reclamo, ningún condicionamiento, solamente comentarios
elogiosos a nuestro trabajo y el ofrecimiento de todo el apoyo posible a
nuestra tarea.
Para cualquier medio de comunicación, del nivel que sea, en el Uruguay, la
publicidad oficial puede llegar a ser tan determinante que en algunos casos,
carecer de ella, significa, lisa y llanamente su inviabilidad; hasta ese
momento, nuestra publicación no contaba con ese aporte, por dos motivos muy
claros: nuestra pretensión de periodismo independiente en primer lugar y la
inexistencia del “lobby” necesario para acceder a ella si nos lo hubiésemos
propuesto.
No solamente comenzamos a tener generosas sumas de centímetros contratados
en el suplemento; la preferencia y el favoritismo por el medio y nuestra
persona llegaron a extremos que casi sin darnos cuenta, comenzamos a vivir
experiencias hasta ese momento insospechadas como ser uno de los pocos
disertantes, único periodista, en una recordada jornada en el propio Salón
de Actos del Edifico Libertad; a acompañar por todo el territorio nacional a
la comitiva oficial y ocupar la mesa central en las presentaciones junto al
ministro y el subsecretario; recibir una distinción en forma de insignia
dorada con el Escudo Nacional en acto público; todas las facilidades,
incluidas las instalaciones, personal, materiales, fotocopiadoras,
impresiones, etc. para la fundación del Círculo de Periodistas
Especializados en Turismo.
Durante todo ese tiempo, cada semana, debíamos escribir un nuevo
editorial.....de esa forma descubrimos una faceta desconocida de nuestra
personalidad, el equilibrismo.
Nuestra conciencia nos impedía la obsecuencia, la realidad, la cruda
realidad, nos aconsejaba simplemente: “aprovechar mientras dure...”, nunca
tan oportuno el recuerdo a Olmedo...”..éramos tan pobres...”.
Pasó el tiempo, vino otra administración, el ministro del caso retornó
plenamente a la actividad privada y entre sus nuevas funciones, fue elegido
para ocupar un cargo en una prestigiosa mutualista. Un médico, familiar muy
cercano, conociendo mi “estrecha” relación con el personaje de la historia,
me sugiere que lo llame para ver si podía conseguirle una entrevista a
efectos de plantearle un tema laboral dado que cumplía funciones
profesionales en esa sociedad médica.
Sin dudarlo, marqué los números correspondientes, me atendió una secretaria,
me identifiqué, pedí hablar con él, me atendió y cuando, luego de saludarlo,
comencé a
explicar el motivo de la llamada, me interrumpió y me dijo: “ discúlpeme,
usted sabe que no lo ubico, no sé quien es usted....”
Habían transcurrido unos pocos meses del alejamiento de la cartera; descarto
la senilidad pues aún hoy, transcurrida más de una década, continúa en
actividad.
Cuando esto sucedía, no tenía donde escribir mis editoriales, Rutas y
Destinos era cosa del pasado reciente; ahora, cuando escribo este libro, me
doy cuenta que ya es tarde y prescribieron las omisiones al rigor de mi
ética periodística.
La amnesia del poder -
Similar escenario . Durante la primera administración de izquierda en el
Gobierno de Montevideo, se produce el sonado caso que finaliza con la
solicitud de renuncia, por parte del Intendente, a varios jerarcas
municipales; entre ellos, el Director de Turismo. El hecho desencadenante,
por trascendidos, fue: “desprolijidad administrativa”.
La nota editorial de Rutas y Destinos de esa semana, obviamente, referida al
tema.
No conocía personalmente al jerarca; investigué y llegué a la conclusión que
el alejamiento de su cargo era de absoluta injusticia; no existía dolo. La
inexperiencia en la actividad estatal, quizás buscando ser ejecutivo, le
había llevado a pagar a ciertos proveedores de un evento con fondos propios
o cheques personales (no recuerdo con exactitud la forma de pago) y
posteriormente, cuando la burocracia estatal habilitó los fondos, recuperó
su dinero.
El jerarca, por disciplina partidaria, debió aceptar que su cabeza rodara.
Fiel a mi estilo, sin importarme la filiación política del protagonista y
quizás, sin evaluar exhaustivamente, la pertenencia ideológica y política
del medio en que escribía, fundé el argumento de mi nota en la defensa del
“infractor”, en la crítica al sistema y buscando dejar bien en claro, la
honorabilidad del protagonista.
Ese viernes entonces, ese fue mi editorial.
A la mañana siguiente, día sábado, en el matutino La Mañana, en la primera
página impar donde habitualmente salían las notas editoriales, un artículo
firmado por el Director del diario, desautorizaba totalmente mi opinión;
tomaba distancia de la misma y dejaba bien en claro que “ por tratarse de un
suplemento de turismo escapó al control de la edición....”
Tuve que aguardar casi una semana para la réplica y bajo el título “Porque
soy orejano”, dejé en claro que mantenía lo expresado en su totalidad,
ratificaba todos mis dichos, que entendía el periodismo de una sola manera
sin importarme a que doctrina pertenecía el medio en que escribía y
sobretodo, cuando se trataba de aclarar una injusticia y defender la verdad.
No me despidieron porque no existía relación de dependencia, coproducíamos;
pero, todos sabemos cuáles son las prácticas utilizadas cuando de hacer la
gestión imposible se trata; terminamos yéndonos a las pocas semanas y nos
quedamos sin tribuna.
Del jerarca en cuestión, recibí, a los pocos días, una esquela manuscrita
agradeciendo mi actitud.
Pasaron los años; hace relativamente poco tiempo, producía y conducía un
espacio radial en Radio Nacional; en mi faceta de productor comercial, entre
algunos otros potenciales avisadores telefoneé al ex jerarca, esta vez en su
condición de operador turístico. El propósito era solicitar una entrevista
personal para presentarle mi oferta publicitaria. Al igual que el ex –
ministro, dijo que... no me recordaba, que no me ubicaba....
Desistí del intento, no obstante ello, le mandé una carta; le resumí el
currículo personal, le recordé el episodio de los editoriales de Rutas y
Destinos y su desenlace; firmé con mi nombre, bajo la firma agregué “ alto.
morocho, de lentes “....
La primer moraleja.......en Uruguay, si se pretende ser periodista de
opinión, no hay que ser a la vez, productor comercial.... o sea, no hay que
ser periodista de opinión..., mucho menos en turismo. La segunda
moraleja....no confundirse...asumir, sobremanera antes de hablar por
teléfono, que el periodista es eso, la función y para quienes ejercen el
poder, en el terreno personal, la función, no tiene nombre ni rostro.
Lo positivo es la tercera moraleja....en Uruguay hay libertad de prensa.
El bricolaje; la burletería; el yenga; la rayuela; las carreras de
embolsados y el arte de descular hormigas, son algunas de las actividades
que confirman tal aseveración.
VIDA DE CHAMPAGNE, SALARIO DE CERVEZA.
En plena vigencia de la revista Ruttas, recibí la invitación.
El amigo, maestro de vida y profesión, Rodolfo Llacer, a mediados de
noviembre me decía del otro lado de la línea de teléfono: ¿ qué tenés que
hacer el 29 de enero a las siete de la tarde...?, acostumbrado a su estilo,
respondí que “nada”, entonces agregó: “andá al aeropuerto con una valija,
nos vamos a España...”
Fui el único periodista invitado entre más de trescientos participantes
latinoamericanos al congreso anual de Atom-Omvesa, a celebrarse en
Santander.
Mi primer cruce del Atlántico en el Boeing 707 de Pluna; Ana Belén comandaba
todos los rankings con “La puerta de Alcalá” y yo me pellizcaba mirándola,
poco antes de mi primer carajillo en frente al Corte Inglés, de paso por
Madrid.
La cena en Los Galayos, en el Arco de Cuchilleros, sobre la calle Botoneras,
en la Plaza Mayor, semejaba las ostentosas mesas de los emperadores romanos.
Vinos de La Rioja, pernil de cordero; jamón serrano; setas; lenguado;
mariscos; angulas; tortillas, formaban parte del menú de mi primer contacto
con la gastronomía española en vivo y en directo.
La recepción del Ayuntamiento, en el Casino de Madrid, show flamenco y
canapés variados; las salidas de “tapas”; el exquisito cochinillo cortado
con cuchara en el Mesón de Cándido en Segovia; la nevada al regreso en las
cumbres de Navacerrada y ya , a orillas del Cantábrico, el rigor profesional
del Congreso, matizado con la continuación de la orgía gastronómica en la
que había derivado el viaje.
Un día, la distensión, partida luego del desayuno, toda la caravana a San
Vicente de la Barquera; recepción de las autoridades, entrega a Rodolfo de
las llaves de la ciudad por parte del Alcalde, en las ruinas de un templo
del siglo XII y continuación vía Comillas, cuna de Gaudí, a la ciudad de las
“tres mentiras”, Santillana del Mar, pues no es santa, no es llana ni está
en el mar. El Fino Laína en cada escala, el frío del invierno y el par de
horas que indicaba que había pasado el mediodía, conformaba la unanimidad:
el apetito era incontrolable. Poco antes del arribo a la pétrea ciudad,
enclave de las Cuevas de Altamira, daba para especular que deberíamos
soportar bastante aún antes de ingerir bocado; más de trescientos comensales
en un parador nacional....la experiencia indicaba que debíamos superar aún
el desorden de la ubicación para que recién entonces se iniciara el
servicio. Error en el cálculo; estaba todo tan bien dispuesto que en pocos
minutos, todo el contingente se había ubicado y ahí la agradable sorpresa:
el primer plato servido, las vasijas de cerámica rebosantes de vino, el
crocante pan en las paneras... y acorde a la baja temperatura reinante,
luego, el plato principal: cocido montañés,
¡ qué vergüenza...tres platos...¡¡ .
Muy a nuestro pesar, llegó la noche de clausura del evento.
Etiqueta; autoridades; prensa local; mucho caviar y salmón, abundante cava y
como no podía ser de otra manera, discursos.
El final, el de cierre, lo protagonizó el Director de la empresa anfitriona,
uno de los hermanos De Andrés; temática de estilo, orgullo empresarial,
agradecimiento por las ventas anteriores, estímulo por las que habrían de
venir y una sentencia inolvidable:
“ quienes observan de fuera, quienes no conocen nuestra actividad, no tienen
idea la de caviar, salmón y champagne que debemos soportar, para poder
llevar unas pocas judías a nuestra casa....”
La fina ironía, el poder de síntesis que encierra la frase, se convierte en
enseñanza y advertencia; nos dice que debemos tener presente el mensaje
entrelíneas.
La gran mayoría, me incluyo; en lo cotidiano, obvió o aún hoy, obvia, la
real evaluación de la relación recaudación-lucro al administrar una agencia
de viajes. La omisión del simple ejercicio de saber que del total ingresado
a caja o del saldo en la cuenta bancaria, sólo un pequeño porcentaje es
lucro y el resto es retención transitoria, frecuentemente es motivo de
desfasaje financiero que casi inevitablemente, culmina en quiebre económico.
La vida de champagne obnubila y la utilidad de cerveza no cubre.
Tan importante o más aún que ser buen vendedor, conocedor del mundo, hábil
operador, es ser buen administrador. Siéndolo, a la larga, se encuentra el
equilibrio cuando el goteo del ingreso “cervecero”, colme la copa y
posibilite, financiar un lujo de champagne, con fondos legítimos y propios.
No observar esta disciplina, condena en primera instancia a “la calesita”,
todos sabemos que no es la del Parque Rodó, posteriormente, al fracaso.
Palabra de la experiencia.
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