Mayo 3 del año 2025  

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HISTORIAS Y REFLEXIONES

La propuesta es compartir estas historias, reales, vividas en diferentes etapas; todas ellas dejaron enseñanzas y lugar para la reflexión.


LA PUESTA DEL SOL –
En el turismo mundial está casi todo inventado; no es equivocado imitar lo bueno, en esta nota, un muy buen ejemplo....

LIBERTAD DE PRENSA –
Dos historias ,en una sola nota.
Las redes del poder – Como se mueve la política para, con sutileza, evitar la crítica y la investigación. La experiencia que nos hizo endurecer nuestra visión de la gestión pública en el Uruguay, a partir del éxito comercial y del fracaso periodístico.
La amnesia del poder –Como, contrariamente al hecho anterior; la correcta tarea periodística, el mantenimiento de los principios y de la ética, en Uruguay, equivale al fracaso comercial.

VIDA DE CHAMPAGNE, SALARIO DE CERVEZA –
El duro choque del sueño y la realidad. El ejemplo de cómo no se debe descuidar jamás la observancia de la marcha empresarial sin concesiones, y mucho menos, autoconcesiones...


LA PUESTA DEL SOL

Estábamos en Negril, a noventa millas de Kingston, en Jamaica, la tierra de Marley. Las horas transcurrían plácidas e intensas; el marco, un impresionante complejo hotelero a orillas del Caribe con sistema “Todo incluido”.
Es muy difícil, sustraerse a la tentación de quedarse todo el tiempo en el complejo; las debilidades humanas, en esos casos, superan al intelecto; la natural inquietud de todo turista por conocer, experimentar, investigar ese territorio que se visita, en muchos casos queda relegada por el simple hecho de no querer perder nada de lo que es ofrecido.
Desayuno buffet en medio de espesa vegetación, con exóticas frutas tropicales; piscinas, blancas arenas, las incomparables aguas caribeñas, jet ski, snorkel, infartantes topless, audaz nudismo. El aperitivo obligado; el abrumador almuerzo regado con cerveza; el intento de retozar sobre una reposera a la sombra de una palmera ,se frustra si lo buscado es dormitar; los ojos se niegan a cerrarse ante tanta cosa para ver. Nunca falta la invitación para intentar un “dobles” en el court de polvo de ladrillo o un mano a mano en el frontón o en la mesa de pool.
Cuando cae la tarde, luego de una ducha que ayuda al espabile, la cita es en la barra del bar de la piscina y la duda es la etiqueta, no en la vestimenta, en el escocés.....roja, negra azul o tal vez en el añejamiento. Superado el momento, con la copa en la mano, dejando que la leve brisa disimule con exactitud extrema la temperatura, al punto de hacerla extraordinariamente disfrutable, nuestros oídos perciben el reggae que escapa de la disco y nuestras piernas nos transportan al origen de la música. El cuerpo se mueve solo, torpemente, es ahí que llega la instructora, nos aglutina con el resto del grupo y de pronto, todos, nos sorprendemos acompasando con cierto tino, los pasos de ese baile.
Una de las tardes, cambiamos las canchas por una salida guiada en bicicleta hasta el pueblo, a comprar souvenirs, pedaleando por la izquierda de la ruta, al puro estilo británico. Otra tarde, el aviso: “ a las cinco los pasamos a buscar para ir a ver la puesta del sol.....”
Otra vez la duda, dejar el complejo o seguir la corriente....
A las cinco en punto subíamos al microbús y nos dejábamos conducir hacia una península cercana al enclave hotelero. Al llegar a la playa de estacionamiento calculamos que habían más de cincuenta unidades de transporte entre camionetas, micros y buses; establecimos mentalmente un promedio de pasajeros y llegamos a la conclusión que holgadamente, el número superaba el millar.
Ingresamos al único establecimiento construido sobre el mismo ángulo de la península. Nos encontramos con la exacta medida de lo que debe contar un lugar preparado para el turismo: quiosco de souvenirs, insumos fotográficos, golosinas y cigarrillos; bar con las clásicas barras y detrás de ellas, varios bartenders, agitando cocteleras y sirviendo copas; unos pocos metros más, el restaurante al aire libre donde se destacaban los blancos manteles, los arreglos florales multicolores y un entorno de naturaleza vegetal incomparable. Desde el bar y también desde el restaurante, la vista al mar era perfecta y además, contornando la línea peninsular, desde la altura del establecimiento, bancos donde se apostaban los visitantes, cámaras fotográficas y filmadoras preparadas para captar el momento sublime de la caída del astro rey. Nuestra mirada al horizonte nos indicaba que faltaba un buen rato para que esto ocurriese; estábamos en ese razonamiento cuando oímos el murmullo y vimos como todas las cabezas giraban hacia la izquierda. A unos veinte metros del restaurante, descubrimos la plataforma de lanzamiento de los clavadistas....había comenzado el show. Cuando los ecos del singular espectáculo comenzaban a menguar, todas las cabezas giraron a la derecha, la mía incluida, todos los oídos escucharon lo mismo: la bocina de un barco; desde lo alto, todos los ojos vieron un velero repleto de gente, navegando en dirección al sol, mar adentro. Los pasajeros que estaban sentados sobre la baranda de estribor, al escucharse nuevamente el bocinazo, al unísono, semejando la más estudiada coreografía, se incorporaron parcialmente, según el sexo, bajaron o subieron sus ropas y mostraron sus colas...volvieron a bajar y subir shorts y mallas, tomaron asiento y giraron sus cabezas en plena carcajada, desde tierra, en lo alto, respondían nuestras carcajadas, no era el eco.
A los pocos instantes se puso el sol; cuando desaparecía en la línea del horizonte, escuché una ovación....era la primera vez que presenciaba la aclamación de un hecho natural.
De regreso al hotel me puse a hacer cuentas mentalmente; había tomado un par de cervezas, comprado un rollo fotográfico y cigarrillos, una camiseta y un cuadrito con imágenes del lugar, había gastado treinta y cinco dólares; había visto, hacía instantes, como la mayoría de visitantes a ese lugar, habían gastado más que yo...
Establecí antojadizamente el promedio en cincuenta dólares y multipliqué por mil....
Ya en el hotel, abrumado aún por la experiencia vivida donde se destacaba la ausencia de romanticismo y primaba la evaluación del hecho turístico y comercial como correspondía a un profesional que se precie, seguí pensando y comencé a interrogarme:
¿ El sol no se pone todos los días en Uruguay ?
¿ Donde se verá mejor, en Punta del Este, Piriápolis, Atlántida, Colonia, Fray Bentos, Salto, Paysandú....?
¿ Será tan difícil organizar un tour “para ver la puesta del sol” ?
Y para el final.....el traslado de ida y vuelta desde el hotel a la península fue gratuito.



LIBERTAD DE PRENSA, dos en una.

Las redes del poder –

Siempre entendimos que un periodista especializado en turismo, además de cumplir con los requisitos implícitos en la función, o sea, la descripción de entornos naturales, la cobertura de eventos empresariales y sociales, las entrevistas, los reportajes, debía, fundamentalmente, abarcar el terreno de la opinión. El análisis, la crítica, la sugerencia.
En eso estábamos; habían transcurrido apenas , las primeras semanas de edición del suplemento Rutas y Destinos, los días viernes, en el matutino La Mañana y el vespertino El Diario, ambos de la misma empresa.
En la página 2, aparecía la nota editorial; siempre con nuestro estilo marcado, cada semana el mismo ejercicio, el señalamiento de las carencias del sistema , particularmente las omisiones en la acción estatal y multiplicidad de sugerencias.
Además de los lectores habituales de los medios referidos, nos asegurábamos, distribución extra mediante, que le llegase un ejemplar a cada empresa de la actividad y a las autoridades.
Una tarde, al llegar a mi oficina , encuentro que me aguardaba un funcionario de Difusión del Ministerio de Turismo; el motivo de la visita fue resumido en una frase: “el Ministro lo quiere conocer personalmente, le invita a una reunión en su despacho”.
Cuando el visitante se retiró, repasamos mentalmente los temas abordados hasta el momento, intentando adivinar el porqué de la convocatoria.
Recién en ese momento, caímos en la cuenta que en lo que iba de esa administración, jamás habíamos pisado el ministerio.
El encuentro se produjo a los pocos días; durante la charla, supimos que todas las jerarquías de esa secretaría, incluido el ministro, eran lectores nuestros.
Ni el más mínimo reclamo, ningún condicionamiento, solamente comentarios elogiosos a nuestro trabajo y el ofrecimiento de todo el apoyo posible a nuestra tarea.
Para cualquier medio de comunicación, del nivel que sea, en el Uruguay, la publicidad oficial puede llegar a ser tan determinante que en algunos casos, carecer de ella, significa, lisa y llanamente su inviabilidad; hasta ese momento, nuestra publicación no contaba con ese aporte, por dos motivos muy claros: nuestra pretensión de periodismo independiente en primer lugar y la inexistencia del “lobby” necesario para acceder a ella si nos lo hubiésemos propuesto.
No solamente comenzamos a tener generosas sumas de centímetros contratados en el suplemento; la preferencia y el favoritismo por el medio y nuestra persona llegaron a extremos que casi sin darnos cuenta, comenzamos a vivir experiencias hasta ese momento insospechadas como ser uno de los pocos disertantes, único periodista, en una recordada jornada en el propio Salón de Actos del Edifico Libertad; a acompañar por todo el territorio nacional a la comitiva oficial y ocupar la mesa central en las presentaciones junto al ministro y el subsecretario; recibir una distinción en forma de insignia dorada con el Escudo Nacional en acto público; todas las facilidades, incluidas las instalaciones, personal, materiales, fotocopiadoras, impresiones, etc. para la fundación del Círculo de Periodistas Especializados en Turismo.
Durante todo ese tiempo, cada semana, debíamos escribir un nuevo editorial.....de esa forma descubrimos una faceta desconocida de nuestra personalidad, el equilibrismo.
Nuestra conciencia nos impedía la obsecuencia, la realidad, la cruda realidad, nos aconsejaba simplemente: “aprovechar mientras dure...”, nunca tan oportuno el recuerdo a Olmedo...”..éramos tan pobres...”.
Pasó el tiempo, vino otra administración, el ministro del caso retornó plenamente a la actividad privada y entre sus nuevas funciones, fue elegido para ocupar un cargo en una prestigiosa mutualista. Un médico, familiar muy cercano, conociendo mi “estrecha” relación con el personaje de la historia, me sugiere que lo llame para ver si podía conseguirle una entrevista a efectos de plantearle un tema laboral dado que cumplía funciones profesionales en esa sociedad médica.
Sin dudarlo, marqué los números correspondientes, me atendió una secretaria, me identifiqué, pedí hablar con él, me atendió y cuando, luego de saludarlo, comencé a
explicar el motivo de la llamada, me interrumpió y me dijo: “ discúlpeme, usted sabe que no lo ubico, no sé quien es usted....”
Habían transcurrido unos pocos meses del alejamiento de la cartera; descarto la senilidad pues aún hoy, transcurrida más de una década, continúa en actividad.
Cuando esto sucedía, no tenía donde escribir mis editoriales, Rutas y Destinos era cosa del pasado reciente; ahora, cuando escribo este libro, me doy cuenta que ya es tarde y prescribieron las omisiones al rigor de mi ética periodística.

La amnesia del poder -

Similar escenario . Durante la primera administración de izquierda en el Gobierno de Montevideo, se produce el sonado caso que finaliza con la solicitud de renuncia, por parte del Intendente, a varios jerarcas municipales; entre ellos, el Director de Turismo. El hecho desencadenante, por trascendidos, fue: “desprolijidad administrativa”.
La nota editorial de Rutas y Destinos de esa semana, obviamente, referida al tema.
No conocía personalmente al jerarca; investigué y llegué a la conclusión que el alejamiento de su cargo era de absoluta injusticia; no existía dolo. La inexperiencia en la actividad estatal, quizás buscando ser ejecutivo, le había llevado a pagar a ciertos proveedores de un evento con fondos propios o cheques personales (no recuerdo con exactitud la forma de pago) y posteriormente, cuando la burocracia estatal habilitó los fondos, recuperó su dinero.
El jerarca, por disciplina partidaria, debió aceptar que su cabeza rodara.
Fiel a mi estilo, sin importarme la filiación política del protagonista y quizás, sin evaluar exhaustivamente, la pertenencia ideológica y política del medio en que escribía, fundé el argumento de mi nota en la defensa del “infractor”, en la crítica al sistema y buscando dejar bien en claro, la honorabilidad del protagonista.
Ese viernes entonces, ese fue mi editorial.
A la mañana siguiente, día sábado, en el matutino La Mañana, en la primera página impar donde habitualmente salían las notas editoriales, un artículo firmado por el Director del diario, desautorizaba totalmente mi opinión; tomaba distancia de la misma y dejaba bien en claro que “ por tratarse de un suplemento de turismo escapó al control de la edición....”
Tuve que aguardar casi una semana para la réplica y bajo el título “Porque soy orejano”, dejé en claro que mantenía lo expresado en su totalidad, ratificaba todos mis dichos, que entendía el periodismo de una sola manera sin importarme a que doctrina pertenecía el medio en que escribía y sobretodo, cuando se trataba de aclarar una injusticia y defender la verdad.
No me despidieron porque no existía relación de dependencia, coproducíamos; pero, todos sabemos cuáles son las prácticas utilizadas cuando de hacer la gestión imposible se trata; terminamos yéndonos a las pocas semanas y nos quedamos sin tribuna.
Del jerarca en cuestión, recibí, a los pocos días, una esquela manuscrita agradeciendo mi actitud.
Pasaron los años; hace relativamente poco tiempo, producía y conducía un espacio radial en Radio Nacional; en mi faceta de productor comercial, entre algunos otros potenciales avisadores telefoneé al ex jerarca, esta vez en su condición de operador turístico. El propósito era solicitar una entrevista personal para presentarle mi oferta publicitaria. Al igual que el ex – ministro, dijo que... no me recordaba, que no me ubicaba....
Desistí del intento, no obstante ello, le mandé una carta; le resumí el currículo personal, le recordé el episodio de los editoriales de Rutas y Destinos y su desenlace; firmé con mi nombre, bajo la firma agregué “ alto. morocho, de lentes “....
La primer moraleja.......en Uruguay, si se pretende ser periodista de opinión, no hay que ser a la vez, productor comercial.... o sea, no hay que ser periodista de opinión..., mucho menos en turismo. La segunda moraleja....no confundirse...asumir, sobremanera antes de hablar por teléfono, que el periodista es eso, la función y para quienes ejercen el poder, en el terreno personal, la función, no tiene nombre ni rostro.
Lo positivo es la tercera moraleja....en Uruguay hay libertad de prensa.
El bricolaje; la burletería; el yenga; la rayuela; las carreras de embolsados y el arte de descular hormigas, son algunas de las actividades que confirman tal aseveración.



VIDA DE CHAMPAGNE, SALARIO DE CERVEZA.

En plena vigencia de la revista Ruttas, recibí la invitación.
El amigo, maestro de vida y profesión, Rodolfo Llacer, a mediados de noviembre me decía del otro lado de la línea de teléfono: ¿ qué tenés que hacer el 29 de enero a las siete de la tarde...?, acostumbrado a su estilo, respondí que “nada”, entonces agregó: “andá al aeropuerto con una valija, nos vamos a España...”
Fui el único periodista invitado entre más de trescientos participantes latinoamericanos al congreso anual de Atom-Omvesa, a celebrarse en Santander.
Mi primer cruce del Atlántico en el Boeing 707 de Pluna; Ana Belén comandaba todos los rankings con “La puerta de Alcalá” y yo me pellizcaba mirándola, poco antes de mi primer carajillo en frente al Corte Inglés, de paso por Madrid.
La cena en Los Galayos, en el Arco de Cuchilleros, sobre la calle Botoneras, en la Plaza Mayor, semejaba las ostentosas mesas de los emperadores romanos. Vinos de La Rioja, pernil de cordero; jamón serrano; setas; lenguado; mariscos; angulas; tortillas, formaban parte del menú de mi primer contacto con la gastronomía española en vivo y en directo.
La recepción del Ayuntamiento, en el Casino de Madrid, show flamenco y canapés variados; las salidas de “tapas”; el exquisito cochinillo cortado con cuchara en el Mesón de Cándido en Segovia; la nevada al regreso en las cumbres de Navacerrada y ya , a orillas del Cantábrico, el rigor profesional del Congreso, matizado con la continuación de la orgía gastronómica en la que había derivado el viaje.
Un día, la distensión, partida luego del desayuno, toda la caravana a San Vicente de la Barquera; recepción de las autoridades, entrega a Rodolfo de las llaves de la ciudad por parte del Alcalde, en las ruinas de un templo del siglo XII y continuación vía Comillas, cuna de Gaudí, a la ciudad de las “tres mentiras”, Santillana del Mar, pues no es santa, no es llana ni está en el mar. El Fino Laína en cada escala, el frío del invierno y el par de horas que indicaba que había pasado el mediodía, conformaba la unanimidad: el apetito era incontrolable. Poco antes del arribo a la pétrea ciudad, enclave de las Cuevas de Altamira, daba para especular que deberíamos soportar bastante aún antes de ingerir bocado; más de trescientos comensales en un parador nacional....la experiencia indicaba que debíamos superar aún el desorden de la ubicación para que recién entonces se iniciara el servicio. Error en el cálculo; estaba todo tan bien dispuesto que en pocos minutos, todo el contingente se había ubicado y ahí la agradable sorpresa: el primer plato servido, las vasijas de cerámica rebosantes de vino, el crocante pan en las paneras... y acorde a la baja temperatura reinante, luego, el plato principal: cocido montañés,
¡ qué vergüenza...tres platos...¡¡ .
Muy a nuestro pesar, llegó la noche de clausura del evento.
Etiqueta; autoridades; prensa local; mucho caviar y salmón, abundante cava y como no podía ser de otra manera, discursos.
El final, el de cierre, lo protagonizó el Director de la empresa anfitriona, uno de los hermanos De Andrés; temática de estilo, orgullo empresarial, agradecimiento por las ventas anteriores, estímulo por las que habrían de venir y una sentencia inolvidable:
“ quienes observan de fuera, quienes no conocen nuestra actividad, no tienen idea la de caviar, salmón y champagne que debemos soportar, para poder llevar unas pocas judías a nuestra casa....”
La fina ironía, el poder de síntesis que encierra la frase, se convierte en enseñanza y advertencia; nos dice que debemos tener presente el mensaje entrelíneas.
La gran mayoría, me incluyo; en lo cotidiano, obvió o aún hoy, obvia, la real evaluación de la relación recaudación-lucro al administrar una agencia de viajes. La omisión del simple ejercicio de saber que del total ingresado a caja o del saldo en la cuenta bancaria, sólo un pequeño porcentaje es lucro y el resto es retención transitoria, frecuentemente es motivo de desfasaje financiero que casi inevitablemente, culmina en quiebre económico.
La vida de champagne obnubila y la utilidad de cerveza no cubre.
Tan importante o más aún que ser buen vendedor, conocedor del mundo, hábil operador, es ser buen administrador. Siéndolo, a la larga, se encuentra el equilibrio cuando el goteo del ingreso “cervecero”, colme la copa y posibilite, financiar un lujo de champagne, con fondos legítimos y propios.
No observar esta disciplina, condena en primera instancia a “la calesita”, todos sabemos que no es la del Parque Rodó, posteriormente, al fracaso.
Palabra de la experiencia.


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