Sin cuestionar en absoluto la próxima venta de Catai, su ejemplo nos hace recordar también la cara menos simpática del dinero, ésa que sólo entiende de resultados y de rentabilidades. Durante algún tiempo, los emprendedores turísticos que se han dejado tentar por las jugosas ofertas de los grandes inversores internacionales retendrán la gestión de sus negocios, pero ¿hasta cuándo? A medio plazo, la salida natural para alguna de estas operaciones será la entrada en el parqué bursátil, donde la despersonalización viene marcada hasta por la propia denominación de sus actores: las sociedades "anónimas". A lo mejor suena un poco sentimental, pero es posible que, si los capitales siguen bailando a este ritmo, acabemos recordando con cierta añoranza los tiempos en que las empresas tenían rostro humano. Dicen algunos agentes de viajes que, últimamente, Catai ya no era del todo la Catai de siempre, que había crecido demasiado, que los procesos se habían estandarizado y que faltaba un poco del calor de antaño. La misma Matilde no parece muy partidaria de ceder el control al gigante Carlyle/Orizonia para no diluir en su magma una marca tan referencial y tan querida. Aquí ella se pone también un pelín sentimental, que tampoco es pecado.

N. de R.:
Justamente, en la edición del día ayer, hablábamos de lo que ocurre cuando los fondos de inversión entran en el turismo. Con la oportunidad de siempre, Damián Argul nos hace llegar este material que refiere a una gran empresa de la cual fue representante. Para conocer más sobre Catai, ingresar a www.catai.es