solis-slider-intro-1920x400
mvdmausoleoslider-intro-1920-400
pocitosslider-intro-1920-400
mausoleo-slider-intro-1920x400
Domingo, 03 Enero 2010 20:00

Uruguay: Maroñas palpita su "Día R"

Por Leonel García
El miércoles se corre el Gran Premio Ramírez y otras tres carreras de categoría internacional. Todo lo referente al turf se multiplica por tres en esa jornada. | "Todo el mundo está nervioso, y el que te dice que no, está "quemado por dentro", sostiene el cuidador brasileño Pereira.

La mañana de Montevideo no se enteró que llegó el verano. Llovizna y está ventoso. Pero el trabajo no se detiene en el Hipódromo de Maroñas. Mucho menos, si se acerca el 6 de enero, sinónimo de Gran Premio José Pedro Ramírez para la feligresía burrera nacional. La cita máxima. En esa jornada, todo lo relacionado al Circo de Ituzaingó -dinero, público, personal, tensión- se triplica.

Si cada sábado y domingo Maroñas recibe entre 5.000 y 6.000 espectadores, el 6 de enero llegan entre 15.000 y 20.000. Si en cada fin de semana hay unas 500 personas trabajando en la infraestructura del lugar, en el Día de Reyes son 1.500. El volumen de apuestas de esa jornada puede alcanzar a los 20 millones de pesos, "algo así como el acumulado de dos fines de semana y medio", asegura Oscar Bertoletti, gerente de la Unidad Hipódromo de Hípica Rioplatense. La expectativa y la tensión son más difíciles de medir, pero se palpa en los boxes, la "cancha" (la pista) y en el ir y venir de peones y vehículos.

Sentir la gente

Desde las 6:30 la "cancha" ya está abierta para los entrenamientos. Una hora antes ya había comenzado la actividad en los studs. El caballo que dejó de galopar en la pista goza de un baño reparador; el que pasó por esa etapa, camina alrededor de la Villa Hípica para entrar tranquilo -sin sudar y con la temperatura interna y las pulsaciones normalizadas-, a su box.

Son atletas, coinciden sus cuidadores. "Y más nobles que las personas", agregan algunos. Todos tienen el destino marcado: sus padres fueron corredores y sus abuelos también. Los hay mimosos y ariscos, tranquilos y nerviosos, aguerridos y faltos de espíritu. En el interín, la "cama" de viruta o aserrín quedó pronta. Tras la práctica llega la comida y, luego en la tarde, caminatas para desestresarlos y tomar aire. En un día fuerte, hasta mil caballos pueden practicar su rutina en Maroñas, atendidos por un séquito de hasta 700 personas entre cuidadores, vareadores, peones, capataces y jockeys. Y entre estos últimos está "Jamti".

"El 6 de enero es un día diferente, lo comenzás a vivir desde un mes antes, ¡convivís con tu caballo! En ese día se siente la gente. En cualquier otra reunión no sentís nada; sos vos, el caballo y tus compañeros. Pero ese día te llega clarito el murmullo y la gritería... y eso te llena de adrenalina". El miércoles, "Jamti" correrá en las otras tres grandes carreras del día: el Piñeyrúa, el Ciudad de Montevideo (que ya ganó en 2009 con Essa Fragancia) y el Maroñas; para el Ramírez debería esperar al próximo año. Su nombre es Mario Hampstead González; su apodo, una necesaria castellanización. Su padre Mario Roberto -ex jockey, hoy cuidador y cuyo físico actual demuestra que se ha tomado revancha de las épocas en que vivía una lucha eterna contra el peso- le puso así en homenaje al caballo triple coronado de 1979.

Hampstead tiene 30 años y bien puede considerarse el basquetbolista de los jockeys: mide 1,74 metros. Su altura y su peso, 53,5 kilos, le dan la apariencia de un junco. En el llamado Deporte de Reyes, su rutina diaria es casi espartana: "Vivo acá adentro. Me levanto a las 6:00 y estoy acá hasta las 11:30. Regreso en la tarde para dar una mano en el stud o para trotar algún caballo. También salgo a correr jueves, viernes, sábado y domingo. No sé lo que es ir a bailar o a un cumpleaños. Trabajo los 25 de diciembre y los 1° de enero". Alcohol y cigarrillos, nada. El lunes puede darse un gusto: comida de olla; de martes a domingo vive a churrasco, ensalada y frutas. Todo para no darle ventaja al principal enemigo suyo y el de sus colegas: la balanza. Y si hace falta, siempre queda el recurso del sauna.

Duele perder

En el box B 441 Sing-a-song descansa de su entrenamiento matinal. Es un zaino brasileño de 4 años y 495 kilos. Los entendidos dicen que estará en la definición del Ramírez. "Es mansito, pero no le gusta la multitud. Durante la carrera lo superan, porque son criados para eso. Pero en su lugar de reposo, lo que precisan es paz", dice su cuidador, Pedro Hernández (55).

Se estima que al momento de su debut, a los dos años o dos y medio, ya se han invertido unos 15 mil dólares en un caballo. Por mes, su manutención no baja de diez mil pesos. Su vida "útil" como animal de competición varía, pero se ubica entre los cuatro y los once años. Las remuneraciones de cuidadores y jockeys son directamente proporcionales al éxito del animal en el que trabajan. Si esto provoca especial celo a la hora de trabajar todo el año, la preocupación crece con miras al 6 de enero, con los mejores premios del calendario.

"La jornada de entrenamiento es muy intensa, de mucho trabajo, tensión y preocupación latente. Te tiene que gustar mucho para aguantar. La preocupación está porque los caballos no son de uno; a uno se lo dan para que rinda al máximo. Nosotros, los cuidadores, no tenemos sueldo, tenemos que ganar carreras para poder vivir", señala Hernández (ver aparte).

Un caballo tiene al menos cuatro personas para atenderlo: un peón, un capataz, un jockey y un cuidador. No hay exclusividad. El brasileño Ivo Pereira (62), colega de Hernández, prepara a Mr. Edwins, un alazán argentino de tres años para el Ramírez; pero también a Indovinajo para el Maroñas, a Calvaire para el Ciudad de Montevideo, y a Alcorano para el Piñeyrúa. Entre cinco y diez días antes comienza a entrenar a fondo a sus animales. Y tiene bien claro que la cita del miércoles es la más ansiada por todos.

"El día del Ramírez es lo máximo. Todo el mundo está expectante, nervioso... el que te dice que no, está `quemado` por dentro. Si salís segundo en agosto, te lo tomás de otra manera, sabés que tenés revancha en septiembre... pero el 6 de enero, te mira todo el país", asegura Pereira, en un portuñol notoriamente acriollado.

Tradición

Para Bertoletti, gerente de Hípica Rioplatense, no hay dudas que Uruguay es un país burrero. Una muestra, indica, es el rápido resurgir que tuvo el Hipódromo desde su reapertura en 2003. En 2009 cerró con un volumen récord de apuestas por aproximadamente 540 millones de pesos. Ese índice, agrega, ha venido creciendo "entre un 5% y un 10%" desde que reabrió. Para las cuatro carreras internacionales del 6 de enero de este año se preinscribieron 83 animales, otro récord. El Ramírez es tan central en este universo que una de las actividades internas más importantes de Maroñas, el asado de fin de año, se realiza a contrapelo del resto del mundo: el 7 de enero.

El arraigo del turf en el interior es una de las claves de la condición "burrera" de Uruguay. Esto es compartido por Antonio Isidori, presidente de la Asociación Uruguaya de Propietarios de Caballos de Carreras. "La mayoría de la gente del turf viene de afuera. Primero son peones, luego peones vareadores, después jockeys y finalmente cuidadores. Casi todos cumplen este ciclo", dice este último.

Esta asociación presentó en diciembre el primer "Censo Nacional del Turf". Ese estudio arrojó que en todo el país este deporte genera 7.382 puestos de trabajo directos (2.532 en Maroñas), difícilmente reciclables en otras actividades. Incluyendo tareas ligadas de manera indirecta (como transportistas, alambradores y veterinarios), ese número trepa a 50.000.

Cerca del mediodía, los caballos comienzan a volver a sus boxes. La llovizna no ha parado; los preparativos tampoco. El movimiento en ese sector contrasta con la soledad del Palco Oficial, el mismo que en este Ramírez cumplirá cien años. Aún así, en la Terraza Norte y alrededores se reúne un puñado de propietarios, expertos y estadígrafos aficionados recordando carreras legendarias, cábalas infalibles (al menos por una vez), dividendos imposibles, fijas que decepcionaron y matungos que dieron la nota.

El miércoles se sumarán nuevas hazañas para contar. Por supuesto, solo se contarán las ganadas; las perdidas las dejarán para que las cuenten otros.
Las cifras

300 Miles de hogares en los que llegan por TV las carreras de Maroñas, según el gerente de Hípica, Oscar Bertoletti.

83.835 Total en dólares que se llevará el caballo ganador del próximo Gran Premio José Pedro Ramírez.
Realidades

La necesidad imperiosa de ganar

Hampstead González (foto) y Fernando Olivera, jinete e integrante de la gremial de jockeys, coinciden: la conducta es fundamental para poder hacer carrera en el turf. Esto es: cuidarse con las comidas, trote, sauna y reservar solo los lunes y martes para algún "exceso". Pero no basta dar el peso y entrenar. "Un jockey depende de los triunfos. Si tenés una buena racha, pasás muy bien por los premios que se consiguen (ver aparte). Los que están en los primeros lugares hoy no tiene problemas, pero el resto anda a los manotazos. Además, es muy difícil mantenerse en lo alto", dice Olivera. Por su parte, "Jamti" hace cinco años que está considerado entre los diez mejores jockeys: "Tuve cuatro años malísimos y hoy estoy bien; pero mi casa la saqué por el BHU, y son 20 años a pagar..."
264 mil dólares en premios el 6

Los cuatro premios internacionales del 6 de enero totalizan US$ 264.081. La bolsa para el José Pedro Ramírez es de US$ 139.725 dólares; para el Ciudad de Montevideo, US$ 48.904; para el Pedro Piñeyrúa, US$ 44.712; y para el Maroñas, US$ 30.740. En todos los casos El ganador se lleva el 60%; el segundo, el 21%; el tercero, el 13%; y el cuarto el 6% restante.

Los premios se otorgan a los caballos que entran del primer al cuarto puesto. De ellos, aproximadamente el 70% del total va para el propietario, el 11% para el cuidador, el 10% para el jockey, el 2,5% para el peón, el 1,5% para el capataz, el 1,0% para el sereno, el 0,25% para la Asociación de Propietarios, y entre el 1,5% y el 3% para el veterinario (esto depende del arreglo que tenga con el dueño del animal), afirman desde la Sección de Carreras de Hípica Rioplatense. Los cuidadores y los jockeys no tienen sueldo. Si el caballo a su cargo no logra entrar entre los cuatro primeros puestos, cobran la llamada "monta perdida": 330 pesos cada uno, de acuerdo con las mismas fuentes.

Según el "Censo Nacional del Turf", encargado por la Asociación Uruguaya de Propietarios de Caballos de Carrera, este universo representa 7.382 puestos de trabajo directos en todo el país. Esto incluye funcionarios de los hipódromos (1.272), jockeys (296), cuidadores (622), capataces (145), peones (952), proveedores a hipódromos (1.625) y a los haras (678), además de otros siete grupos laborales. Si esto se lleva al núcleo familiar, afecta a 28.080 personas. Maroñas representa aproximadamente el 35% de toda la actividad.

Entre avena, ración balanceada, alfalfa, pasto y complementos vitamínicos, un caballo ingiere de seis a ocho kilos de alimentos diarios, y entre 20 y 40 litros de agua.

fuente: elpaisdigital