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Martes, 05 Enero 2010 20:00

El orgullo es del país entero

por Marta Oyhanarte
Tuve el privilegio de asistir en Uruguay a dos actos emblemáticos y poderosos. El primero, cuando el presidente Tabaré Vázquez lanzó el Plan Ceibal, en diciembre de 2006. Ese plan consiste en dar en propiedad una computadora a cada niño de entre 6 y 12 años para que todos sean "no sólo iguales ante la ley, que es importante, sino que sean todos iguales ante la vida".

El segundo fue el 13 de octubre de este año, cuando el mismo presidente entregó en una escuela pública de Montevideo la computadora a una niña de seis años para completar la distribución de las casi 400.000 máquinas que ya están en manos de alumnos y de docentes.

En poco más de dos años, a partir de la convicción y de la potencia generadora de un líder político, Uruguay se convirtió en el primer país donde todos los niños que asisten a una escuela pública tienen una computadora portátil. La cifra total del plan representa menos del 5% del presupuesto destinado a la educación.

El 70% de las máquinas está en manos de niños que no tenían una computadora en su hogar, la mitad de ellos en el quintil socioeconómico de menores ingresos. A partir de este año, comenzará la entrega a todos los alumnos que cursen el ciclo de educación secundaria y está previsto que los preescolares también sean parte del plan y reciban sus computadoras. Por otra parte, se organizó una división de consultoría para asesorar a otros países que quieran reproducir la experiencia, y hay 1500 voluntarios (Red de Apoyo al Plan Ceibal) que aportan su conocimiento técnico allí donde se lo necesite. Se creó, además, la institucionalidad necesaria para el sostenimiento del plan.

Pregunté a una de las profesionales responsables de la implementación cuáles eran, a su criterio, los tres impactos más importantes de esta política pública. Me contestó: el cambio en la actitud de los docentes, que comenzaron resistiendo la innovación y, a poco de andar el plan, se sumaron con entusiasmo; la motivación y la velocidad con que los niños acceden al conocimiento, y el compromiso y el acercamiento de las familias a la escuela. Luego de un momento de silencio, conmovida, agregó: "Pero, sobre todo, nos ha devuelto el orgullo de ser uruguayos".

Ese orgullo me expresaron el mozo de un bar, una empleada de oficina, un florista, un empresario, una escritora, un médico, un opositor, un taxista...

En el acto del 13 de octubre participaban, también, los niños de la zona rural que habían sido los primeros receptores de computadoras en 2007 que, con soltura y alegría, trasmitían el saber ya adquirido a quienes acababan de recibirla. Quien prestara atención a ese hecho podía percibir uno de los tantos aspectos de la transformación revolucionaria que está generando esta política pública; en este caso, la inversión de la tradicional relación entre lo nacional y lo local y su vínculo con la globalidad.

Al ver a Tabaré Vázquez que, sin discurso, con humildad, agachándose para quedar a la par, le entregaba a la niña más pequeña de esa escuela la computadora, no pude dejar de pensar, ante la inminencia del recambio presidencial, que ese presidente estaba haciendo la verdadera trasmisión del mando en ese momento: con orgullo pasaba la posta a uno de los tantos uruguayos que, con mayor equidad, con nuevas tecnologías y en un proceso de aprendizaje continuo ingresaba en un futuro mejor para su país.

fuente: La Nación