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Miércoles, 21 Mayo 2008 20:16

Usted gana…y yo también

por Daniela Cid Mayorga
Hace algunos meses, el pequeño agricultor ecuatoriano Javier Olivares difícilmente habría podido imaginar que la leche que producía su ganado iba a ser vendida fuera de su pequeña granja en la región ecuatoriana

 
Robert de Jongh, Shona Grant y Filippo Veglio aseguran que las empresas sí pueden ayudar a reducir la pobreza.

 de Balzar. Pero hoy un programa de colaboración con pequeños y medianos agricultores desarrollado por la filial ecuatoriana de la empresa de lácteos suiza Toni, está permitiendo que la leche de Olivares literalmente “se derrame” hacia otras regiones del país sudamericano y con beneficios no sólo para Olivares sino también para la propia compañía.

“En un principio no estaba convencido de que la idea de negocios inclusivos era una buena manera para trabajar”, dice el gerente general de Toni, Edward Mcintosh. Pero con el tiempo, el empresario se dio cuenta de que comprar leche a cientos de pequeños productores como Olivares era más conveniente que abastecerse de la materia prima de uno o dos grandes productores porque “aparte de que estos pequeños agricultores van a comprar mucho más mi producto, la utilidad generada va a ir directamente a la base de la economía”.

La conclusión de Mcintosh es precisamente uno de los principios que rige el concepto de negocios de inclusión: promover prácticas empresariales que incluyan a la población con pocos recursos en calidad de consumidores, distribuidores o productores, con el fin de aumentar sus ingresos o mejorar sus medios de vida, sin dejar de generar crecimiento para las empresas.

La idea surgió hace seis años al borde de una piscina de un hotel en Beijing, confiesa el holandés Robert de Jongh, creador del concepto junto a la suiza Shona Grant. En ese momento, Jongh y Grant se propusieron como meta coordinar el desarrollo de tan sólo una iniciativa de negocios de inclusión en dos años. “Fue un poco naif de nuestra parte”, comenta Jongh. Hoy son 41 los proyectos de negocios de inclusión que tanto él –incluido el de lácteos Toni– como Grant han logrado coordinar y poner en marcha, cada uno a la cabeza de sus respectivas organizaciones: Jongh como director regional de la ONG holandesa SNV (Servicio Holandés de Cooperación al Desarrollo), y Grant, como directora del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), una entidad que ya cuenta con 200 empresas asociadas en todo el mundo.

Para los entendidos en Responsabilidad Social Corporativa (RSE), los negocios de inclusión son la consecuencia lógica de la teoría de la base de la pirámide, creada por el doctor en administración de empresas indio y académico de la escuela de negocios de la Universidad de Michigan, Coimbatore Krishnarao Prahalad, un referente casi tan potente como el premio Nobel de la Paz y fundador del Grameen Bank, Muhammad Yunus. “Las dos décadas de enfoque de RSE en la región han ayudado a crear conciencia sobre la importancia de que las empresas sean actores más activos en lo económico, ambiental y social”, dice Robert de Jongh, quien es un convencido de que “las empresas pueden ayudar a reducir la pobreza si es que promueven modelos de negocios inclusivos”.

En la misma línea, Shona Grant se cuestiona por qué la gente tiende a pensar que los negocios de las empresas son algo malo, o bien, la causa de la inequidad social. “Para nosotros, todos los movimientos antiglobalización representan una oportunidad para las compañías de crear nuevos mercados”, explica Grant, quien al igual que Jongh, en lugar de limitarse a criticar a las empresas con grandes utilidades, prefiere trabajar como puente entre ellas y los sectores de la población con menos recursos. “Lo que queremos es promover un enfoque donde tanto los sectores más pobres como las compañías se vean beneficiados”, agrega el director del área de Desarrollo del WBCSD, Filippo Veglio. “Si algo es bueno para los negocios, también tiene que ser bueno para el desarrollo”, justifica.

América Latina, en la línea de la inclusión. Precisamente esta es la premisa del primer estudio sobre negocios de inclusión en América Latina presentado este martes en un taller sobre Negocios de Inclusión desarrollado en Santiago de Chile por la fundación local Acción RSE. El informe, realizado en conjunto por SNV y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), incluyó 521 empresas nacionales medianas y grandes de 13 países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Perú y Trinidad y Tobago.

Según el documento, casi la mitad de ellas reconoció que participa en iniciativas para incorporar a los más desfavorecidos en la economía formal y la lista de compañías líderes de negocios de inclusión regional incluye a Grupo Nueva (Chile), Gerdau Aza (Chile), Cemex (México), Unilever (multinacional), Philips (multinacional), Aguatía (Perú) y Asocol Flores (Colombia). Pero más allá de destacar nombres, los autores del estudio prefieren destacar a la región en general.

"América Latina es líder en la búsqueda de soluciones de inclusión y las empresas confirman que tienen un rol fundamental”, dice Robert de Jongh, quien también destaca que el modelo de inclusión funciona tanto en gobiernos de izquierda como en gobiernos de derecha.

“Una compañía que trabaja en un país con cierta apertura al mercado tiene que ser mucho competitiva frente a las exportaciones de otras empresas”, precisa, “y con la inclusión se puede bajar los costos a nivel nacional de esa empresa para que sea más competitiva frente a las empresas extranjeras”. En un contexto de economía de perfil socialista, en cambio, “está el riesgo potencial de que los gobiernos puedan asumir el control de las empresas extranjeras”, advierte. Por lo tanto, las empresas extranjeras “tendrán que demostrar que quieren buscar soluciones para su entorno y, como consecuencia, van a tender a ser más inclusivas”.

Pese al optimismo de De Jongh, casos como el de Chile muestran que la inclusión social aún tiene un largo camino por recorrer. “Los negocios de inclusión sí son un negocio, pero algo más complicado en su formulación y con rentabilidades que toman más tiempo para aparecer en los informes contables de las empresas”, explica el gerente general de la chilena Acción RSE, entidad que lideró un Mapeo de Negocios de Inclusión en su país y en el que participaron 50 empresas de diferentes sectores. “Las principales dificultades para las empresas tienen que ver con el financiamiento de los proyectos pilotos y el proyecto definitivo, además, las personas que desarrollan los productos y servicios requieren de un proceso de capacitación”, explica Guzmán, quien precisa que “al final del día el factor precios es muy importante para la base de la pirámide y eso también representa un desafío para las empresas que deseen desarrollar productos más baratos para la población de escasos recursos”.

Pero fuera de estas consideraciones de oferta y demanda, para Guzmán, el mayor desafío es “impulsar políticas públicas de fomento que permitan cambiar la mentalidad y generar la confianza suficiente entre los empresarios y la base de la pirámide”. Tal como ocurre en Ecuador, país donde ya se contempla el término “políticas públicas inclusivas” en la nueva Constitución y donde más de 300 pequeños productores lácteos como Javier Olivares ya comienzan a recibir los beneficios de formar parte de una nueva cadena de valor.

fuente: América Economía
Más información:
www.alternativechannel.tv
www.inclusivebusiness.org