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Lunes, 10 Diciembre 2007 19:01

Los mejores ministros de finanzas: modelos para replicar

 por Felipe Aldunate M. y Rodrigo Díaz
para América Economía

10 DIC 07 PDU
La política ofrece pocos cargos tan impopulares como el de ministro de Finanzas.
El hombre responsable de la gestión de los dineros del gobierno tiene más poder que sus colegas del gabinete y sus palabras son oídas por miles de actores de la economía interna y la internacional. Pero, lo esté haciendo bien o lo esté haciendo mal, esté en medio de una crisis o de un boom, siempre será uno de los mayores responsables de los problemas que aquejan al país. En América Latina no existe taxista que hable bien de su ministro de Finanzas. No hay desempleado que no culpe de su situación a la Hacienda pública. No hay encuesta que elija a este personero público entre las figuras políticas de mayor simpatía.
  
Pero la función del ministro de Hacienda no es la de ganar un concurso de popularidad, sino la de usar las finanzas públicas para conseguir un estable crecimiento económico que beneficie a toda la población. Entonces, ¿cómo puede reconocerse a los buenos ministros de Finanzas de la región? Con la positiva coyuntura económica (a pesar de las últimas semanas de volatilidad que han vivido los mercados) son muchos los que pueden demostrar buenos resultados macro: altas tasas de crecimiento, mejora del balance fiscal y disminución del desempleo. Pero en las condiciones actuales es poco lo que se puede conocer de la gestión del ministro de Finanzas mirando el cuadro macro (no obstante incluimos un resumen de esas tendencias en página 30), porque hay mucho en ese buen cuadro que no corresponde a él.

Para reconocer qué ministro lo está haciendo bien y cuál no, hay que hacer un análisis de las funciones que forman parte de la labor como secretario a cargo de la Hacienda.
Una de ellas es mirar la trayectoria del presupuesto fiscal. Analizar si va en alza descontrolada o se caracteriza por la prudencia. Mejor aún si se puede reconocer en ella una política contracíclica (menor crecimiento cuando la economía crece, mayor cuando decae) que ayude a estabilizar el crecimiento económico en el tiempo.

Hay que analizar además cómo es que el ministro ha ayudado a mejorar la institucionalidad de su cartera, haciendo las cosas más transparentes, más claras y mejorando la comunicación con el resto de los agentes económicos.

También hay que valorizar sus esfuerzos en mejorar la calidad de los ingresos y los egresos de las arcas fiscales: la efectividad en la recaudación de los impuestos y la eficiencia del gasto público.
El ministro de Finanzas es un líder que está a cargo del equipo económico del gobierno y debe coordinar sus políticas. El secretario de Hacienda debe poner el marco general sobre el cual trabajen otros ministros, como el de Minería, el de Transporte,  el de Energía, etc., y debe velar porque las políticas de todos ellos sean coherentes. Se trata de un liderazgo que además se debe proyectar al órgano encargado de respaldar o rechazar sus propuestas: el Parlamento.

Otro elemento a analizar es la dirección de las reformas que propone: puede que la acción de un ministro de Hacienda poco pueda hacer con la tasa de crecimiento inmediata, pero sí puede ayudar a subir la tasa de crecimiento potencial. Es decir, mejorar su productividad. Un premio, además, si ayuda a mejorar la inserción de la economía en el mercado global.

Como último factor está la dificultad del contexto político en el que está trabajando. No es lo mismo ser un buen ministro de un gobierno que respalda las políticas a ser uno de un presidente que no cree en la importancia de un balance fiscal.

Ponderando y combinando los criterios, solicitando informes a los ministerios y exponiéndolos frente a un extenso panel de expertos a los que solicitamos su opinión, analizamos uno a uno los ministros de la región, y seleccionamos los cinco casos más ejemplares de las finanzas públicas de América Latina durante este último año. Partimos por el peruano Luis Carranza y sus esfuerzos de austeridad y reformistas en un contexto complicado. Le sigue el mexicano Agustín Cartens, además de los ministros de Costa Rica, Colombia y Chile. Otro que podría haber aparecido es el de Uruguay, pero este año no ha brillado tanto como en 2006 (además el desinterés de su ministerio en entregar la información solicitada para este especial habla de un débil desarrollo institucional frente al del resto de los países de la región que dieron fácil acceso a la información requerida). También el de Panamá y el de Brasil estuvieron cerca de clasificar.

En un momento en que la economía global parece cambiar de dirección, es útil conocer a quienes esté preparando de mejor manera sus finanzas para el futuro. Más que un homenaje, esto es quizás una simple ayuda para que el tacaño ministro de las platas gane, aunque sea un poco, simpatía popular.