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Miércoles, 10 Diciembre 2008 05:56

Canadienses a la pesca

 por Danilo Arbilla

La emigración tiene muchas caras. Pocas son lindas. La mejor es la legendaria que nos muestra al emigrante que consigue una nueva patria. Un lugar donde puede trabajar, en el que , ahora sí, vislumbra un
futuro y en el que el presente se traduce en dinero que puede enviar a su familia y con el que, con el tiempo, puede traer a su gente para estar juntos otra vez.


En los ultimos tiempos, incluso antes de la crisis, eso ya ocurria poco. Los países desarrollados se han ocupado en elaborar normas inmigratorias cada vez más severas. Algunas con un tufillo racista muy fuerte; tanto que han generaba protestas internas pero a la vez y como contrapartida, tambien la aparición de grupos que han hecho de la discriminación su bandera. Muchas paredes de Madrid, en octubre pasado amanecieron empapeladas con grandes poster desde los que un llamado Frente Nacional clamaba: " Si eres español tu siempre primero".


En Europa los ministros del ramo, sin excepción, manejan contínuamente nuevas formas para tapar cualquier tipo de agujero en las fronteras. Se barajan ideas como la de comprometer a los países de origen en el control de la emigración : quizas pretendan que se transformen en cárceles – como Cuba- y no dejen salir libremente a la gente. Prosperan iniciativas aun más sofisticadas como la de la " emigración selectiva", una de las peores formas de discriminación y de explotación y que muestra cuánto de falso hay en la inquietud y compromiso que se manifiesta desde el mundo desarrollado por el resto del planeta.


Y como muestra basta un botón. Para este lunes 8 de diciembre el gobierno de Quebec (Canada), a la busqueda de "profesionales latinoamericanos" anuncia una reunión en Montevideo (Uruguay) para presentar su programa " de inmigración para trabajadores calificados". La convocatoria es para dar " a conocer detalles sobre el proceso de integración a la sociedad quebequense y el apoyo gubernamental para facilitar la llegada y adaptación de los inmigrantes". Las promesas no son pocas, Quebec, donde " miles de latinoamericanos viven y trabajan legalmente" y siempre son " bienvenidos", cuenta " con altos índices de desarrollo, calidad de vida y una renta per capita anual de U$S 31 mil" e " índices de violencia urbana sumamente bajos…". Qué más se puede pedir.


Eso sí " para participar en el programa el interesado necesita tener formación universitaria o técnica ,experiencia profesional comprobada y, preferentemente, hasta 35 años…".


Estas condicionantes hacen ocioso cualquier comentario. Solo algun dato para entender mejor el tema: en Uruguay, donde la gran mayoría de los universitarios y técnicos egresan de institutos públicos que son gratuitos, la formación de un profesional le cuesta al Estado entre 50 y 80 mil dolares, los que son pagados por los contribuyentes uruguayos.


Qué gracioso ¿no?. Los uruguayois pagan la formación de su jóvenes y cuandos estos estan listos para retornar a la sociedad lo que recibieron de élla, es decir y para ser concretos, cuando comienza a aportar a la seguridad social, vienen los canadienses y se los llevan. Y esto no solo pasa con respecto a Uruguay.


Sería interesante que tanta fundación alemana, sueca, canadiense o norteamericana, o el mismo PNUD, a las que tanto preocupan los "problemas sociales" de América Latina, financiarán algunos programas para estudiar este fenómeno de " ayuda y solidaridad" desde el desarrollo. Quizas hasta lleguen a la conclusión que es un tema que debería ser pasado al Tribunal Internacional que funciona en Holanda.


Lo que sería inaceptable es que al final nos vengan a decir que la solución pasa por cerrar fronteras, de un lado y del otro, y que solo las podrán traspasar los elegidos o seleccionados.

fuente: Revista Noticias