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Miércoles, 17 Diciembre 2008 04:19

De la pequeñez de la postura de Benech a la grandeza de los zapatos de Muntazer al Zaidi

 En el actual campeonato de fútbol del Uruguay, en la última fecha, un triunfo de Peñarol sobre Danubio, podría darle el campeonato a Nacional, su rival de todos los tiempos. Ante esa posibilidad, consultado por el


 suplemento deportivo Ovación, el novel directivo aurinegro Daniel Benech, dijo: "Peñarol no debe presentarse".

"Si el campeonato se define en el partido entre Peñarol y Danubio, yo en principio no pondría a los jugadores en el compromiso de tener que definir. Entonces, como dirigente, propondría no presentarnos" expresó Benech.

Nos produce una inmensa tristeza que un hombre joven, recién llegado al fútbol grande, en lugar de aportar una nueva visión, de traer frescura al triste panorama del fútbol nacional, en su primera aparición destacada como dirigente, proponga una acción de tan bajo nivel ético.

El señor Benech debería preocuparse como dirigente, de agotar los esfuerzos para ver como hace para sacar a Peñarol del ostracismo deportivo e institucional en el que lo ha colocado la nefasta dinastía Damiani y en velar porque se le trasmita a los jugadores, el orgullo de vestir esa casaca gloriosa.

Los jugadores actuales, conjuntamente con Saralegui el DT y los dirigentes, son los responsable de que el club deba asumir esa eventual encrucijada de la última fecha y por ende, deben enfrentarla, sin ningún tipo de concesión, con dignidad deportiva.

Da lástima que un dirigente joven no promueva que Peñarol haga lo que le demanda la historia: salir a la cancha a ganar.

Ganar en lo deportivo y recuperar la estructura inmensa que los Damiani despedazaron sería mejor idea; recuperar el básquetbol, el ciclismo, el volley, el bowling, el boxeo, el atletismo y erradicar la escoria de las barras bravas, debería ser el objetivo de un dirigente joven y no plantear la vergüenza que lanzó.

Ganarle a Danubio no le va a dar el campeonato a Nacional; se lo dará en todo caso haber perdido el clásico, haber empatado con River o perdido con Rampla Juniors.

El colega iraquí Muntazer al Zaidi, arrojándole sus gastados zapatos al responsable directo de la destrucción de su país y la muerte de sus hermanos, lanzó al mundo un grito de dignidad, denunciando sin atentar contra la vida del enemigo, llamando la atención del planeta con el único riesgo para su objetivo, de un eventual chichón si la puntería hubiese sido mejor.

Cuando vemos situaciones como las relatadas hasta aquí, tan frívola una y tan humana la otra, nos produce una gran rebeldía interna y nos vienen ganas de gritar reclamando ética y dignidad a nuestros compatriotas en todos los órdenes.

A nuestra manera, virtualmente emulamos a al Zaidi y le tiramos nuestros zapatos a todos los Benech que andan por ahí.

Antonio