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Domingo, 13 Diciembre 2009 20:34

Embajadores desde alta mar

por Leonel García
En esta temporada de cruceros se esperan 108 escalas en Punta del Este y 89 en Montevideo. Son números récord. Los viajeros que llegan en estos grandes barcos lo hacen solo por unas horas y dejan en el país un 27% menos de dinero que el gasto diario de un turista común. Aún así, desde la órbita pública y privada se considera que su valor agregado es hacer conocer a Uruguay al mundo. Y luego volver.Algunos comerciantes se quejan que el arribo de cruceros no repercute en sus ventas. El escaso tiempo disponible conspira contra cualquier negocio.




Rod se ha sentido más a gusto en Montevideo que en Buenos Aires, al menos durante las pocas horas que pasó en la capital uruguaya. De lentes oscuros, remera clara, jeans y mochila al hombro, este canadiense de Toronto tiene un look juvenil que le pelea a la cédula, que canta 58 años. Él y su esposa Erika desistieron de hacer un city tour como muchos de sus compañeros de travesía del crucero Norwegian Sun. "Preferimos andar en zig zag, por acá, por la que llaman Ciudad Vieja, recorrimos las plazas, hablamos con la gente, que es lo que más nos gusta", afirma sonriente. De Montevideo y los montevideanos, le gustó mucho su mezcla entre cosmopolitan y la simple life. "Para los que vivimos en ciudades llenas de caos, éstas son las cosas que nos gustan más". Confiesa que le gustaría volver a visitarla más adelante. Ya era mediodía y el matrimonio había almorzado en el Mercado del Puerto; ¿el menú? "Poio y paeia", explica, en su único intento en español. Revisa los puestos de artesanos cercanos; mira sombreros y cuadros, se muestra interesado, pero no compra nada. "Ahora vamos a seguir caminando un rato más hasta que tengamos que volver al barco". El tiempo apremia, saluda y se va.

En el mismo lugar, Jay (60), estadounidense de San Diego, se detiene ante un cenicero de bronce. "Es el mismo que tenía mi tío, allá por los años 50". Es una artesanía que tiene en el centro la imagen tallada de una pareja caminando abrazados; al darla vuelta, la figura del hombre tiene su mano cómodamente ubicada sobre la cola de su mujer. A Jay, de rostro regordete, gorro blanco, pantalón claro y remera amarilla, solo le falta tener la palabra "gringo" tatuada en la frente. Compra el cenicero por 300 pesos; observa por unos instantes fotografías del "Maracanazo", pero no le llaman demasiado la atención. "La mañana está hermosa, voy a caminar hasta que no pueda más de sudor". Se excusa, se despide y se va caminado. Tiempo para pasear no le sobra. A las 16.00 zarpa su barco.

Uruguay espera para esta temporada más cruceros y cruceristas que nunca. Pero en esta modalidad turística el tiempo es el rey. Los pasajeros no suelen quedarse más de un jornada en Montevideo o Punta del Este, lo que provoca que los programas de paseos, a cargo de los tour operadores, se limiten a una recorrida de medio día por los principales puntos de ambas ciudades, visitas a bodegas o estancias, o -si la permanencia del barco en el puerto lo permite- viajes no más lejos que a Colonia. Y eso sólo si otro tiempo (el climático) no obliga a cancelar las escalas.

Ofertas. El imán que generan estos visitantes, casi todos de alto poder adquisitivo, hace que importantes compañías de plaza -como Casa Mario o Leather Factory, ambas casas dedicadas al cuero- envíen vehículos a los muelles para atraer interesados en adquirir sus mercaderías. Otros, en porcentajes que van del 30% al 70% de los cruceristas, ya han optado por los tours de medio día por la ciudad. El resto, o no baja del barco, o prefiere caminar por las suyas.

"La gente viene en la mañana y se va en la tarde. Es solo un día el que hay para `vender`, y yo ofrezco todo lo que Montevideo tiene para dar, según el tiempo disponible, los gustos del cliente y el dinero que tenga para gastar", dice el tour operador Albérico Saldivia, de Buemes. "El 60% de quienes compran nuestros servicios elige el paseo por la ciudad, de tres horas y media, por todos los lugares emblemáticos: Prado, Carrasco, Palacio Legislativo, la rambla, monumentos a los Charrúas, la Carreta, la Diligencia. Claro que me tengo que adaptar a lo que quieren, hacer un recorrida cultural, ir a bodegas o a una estancia". En Punta del Este, Casa Pueblo o Isla de Lobos forman parte de la oferta. La máxima "el cliente siempre tiene la razón" se cumple a rajatabla. Su colega Mary Boñe, directora de Turisport, recuerda un crucerista estadounidense que solo pidió una limousina "para ir a comprarle a su nieto una camiseta de Peñarol".

Entre lo ideal y lo real hay un trecho enorme. Por más que los operadores y empresarios se esmeren en llevar sus propuestas a las ferias internacionales de turismo, como las que se realizan en Miami cada marzo, el tiempo y los deseos de los viajantes tienen la última palabra. Todos ellos cuentan con comida y alojamiento en el próximo barco durante los 14 días que promedia una travesía, y pueden no tener ganas de gastar en una recorrida organizada en cada puerto. Que muchos decidan recorrer la ciudad por las suyas no es garantía alguna que los comerciantes locales se hagan su agosto en verano. "Hay un preconcepto que dice que el crucerista es una máquina de comprar y comprar. Y lo cierto es que, más allá de su poder adquisitivo, lo que más hace es pasear", enfatiza Boñe. Los datos oficiales hablan de menos de 60 dólares de gastos por cabeza, muy lejos de la idea de millonarios dispuestos a reventarse la plata.

Los comerciantes, para nada agradecidos. En una nota publicada en El País el 3 de diciembre, el presidente del Grupo Ciudad Vieja, Héctor Pérez, se quejó de la escasa presencia y repercusión en las ventas de los comercios de la zona por parte de estos visitantes. El dueño de uno de ellos, Gerardo Abreu, del local Arte Nuevo Puerto en calle Pérez Castellanos, opina en esa línea. "Los cruceristas se van con los tour operadores, no les interesa la zona y ya están digitados los lugares que visitan. Cuando van a Punta del Este los bajan en Gorlero para que caminen y acá no, ¡ese es el peso de las marcas! ¿Sabés cuándo se trabaja bien acá? Cuando por causa del tiempo un barco no puede parar en Punta y lo desvían a Montevideo; ahí sí se vuelcan a las calles".

Lo cierto es que las opiniones sobre el comportamiento consumista de los cruceristas está lejos de ser unánime. Wilson Torres, gerente de Bodegas Joanicó, una de las más visitadas gracias a los tours contratados en el barco, dice que ellos representan el 43% de sus visitantes anuales y el 15% de las ventas de sus productos; sus preferidas: las variantes Preludio y Tannat Roble. "Es un turismo que sirve, y mucho", afirma. Sin embargo, la directora de Leather Factory, en la calle Piedras de la Ciudad Vieja, Susana Serrán, suspira: "Si fuese a vender todo lo que miran, ufff..." Hay tiendas de artesanías en las que se quejan del que llaman one-dollar-tour, basado en postales y llaveros que, aseguran, en algunos casos los supuestamente acaudalados visitantes llegan a regatear. Pero en la Joyería Rossello, de la Peatonal Sarandí, su llegada ha representado ventas que van de los 300 a los 1.500 dólares, sobre todo en aros, anillos y piedras típicas como amatistas, según dice su gerenta general, Silvia Etchegoyen.

Para aquellos recién llegados que prefieren caminar por las suyas, la primera referencia montevideana es el Mercado del Puerto. Carmen Posse, de Cabaña Verónica, es una de las "decanas" del lugar. "Su influencia es muy variable, según el barco que llegue. Aportan, como todo, pero no hacen la temporada. Eso sí, en enero y febrero el 60% de nuestros clientes son extranjeros, y antes eran nuestros peores meses. No son de gastar mucho, a lo sumo experimentan, sobre todo los europeos, con algún queso provolone, un bife de lomo, un vino tannat, un chorizo. ¿Achuras? No se animan". Esa experimentación no va de la mano con grandes adiciones: "Mirá esta mesa que cerramos: un bife de lomo, un abadejo, arroz y refrescos, ¡y son seis tipos (todos brasileños)! Hay que atenderlos, pero..."

Ante las quejas de los comerciantes, el operador Saldivia justifica la postura de los visitantes. Luego de recordar que no todos los cruceristas contratan los tours, se pregunta: "¿Qué es lo que busca un extranjero? Novedades y precios. Eso es lo que tendría que haber acá. Pero aquí encontrás -como ejemplo- prendas de cuero tres veces más caras de las que hay en Europa. Y son cortes clásicos, para nada a la moda".

expectativas. "Récord" es la palabra a la que las autoridades apelan para hablar de la temporada de cruceros 2009-2010. De noviembre a marzo están programadas 197 escalas, 108 en Punta del Este y 89 en Montevideo, señala el subsecretario de Turismo, Antonio Carámbula. Desde ese ministerio se espera un aumento de entre un 15% y un 20% de cruceristas respecto al año anterior. Esto significaría casi 300 mil de estos visitantes.

La temporada 2008-2009 es la referencia. Los 247.120 cruceristas que llegaron entonces dejaron en el país 14.384.413 dólares, según datos oficiales brindados por Carámbula, por compras y servicios.

A los gastos de los pasajeros se suma el de los barcos. "El Puerto de Montevideo es considerado un importante punto de abastecimiento por la calidad de sus productos y su ubicación estratégica", asegura Alejandro Tomicich, gerente de Transamerican Ship Suppliers. Frutas, verduras, lácteos y agua embotellada son los insumos más solicitados. De acuerdo con Carámbula, por este concepto ingresa al Uruguay "una cifra al menos igual" que la que dejan los cruceristas por la compra de bienes y contratos de servicios.

Esto último, los gastos personales de quienes arriban, significan US$ 8,21 por persona, muy inferior al gasto diario de un turista (denominación que no incluye a los cruceristas, ya que no pagan alojamiento y no se quedan más de una jornada) que fue de US$ 79,3 el verano pasado. No es una cifra exorbitante; de hecho a partir de octubre se instaló el sistema Tax Free para aumentar el consumo extranjero de productos nacionales (ver aparte). Pero tanto de la óptica gubernamental como de los operadores privados se ve el arribo de estas aves de paso como la llegada de más dinero a futuro.

"No son pocos los cruceristas que conocen el país y luego vuelven como turistas o para invertir. Se transforman en una especie de `embajadores` de Uruguay", sostiene Carámbula.

El ministro de Turismo, Héctor Lescano, asegura que, según estimaciones extraoficiales, aproximadamente el 10% de quienes visitan el país en estos colosos marinos regresa como turista o inversionista (ver entrevista en página 7).

Tal vez el matrimonio canadiense de Gerard (62) y Jeena (52) tengan ese destino de embajadores de los que hablan las autoridades. "Vamos a dar una vuelta por el downtown (Ciudad Vieja), que es realmente hermoso. Y también por la rambla, ¡que es muy segura!", afirma el hombre, nórdico de pies a cabeza. Al menos ya está empapado de espíritu diplomático: lo único que conocía de Montevideo hasta entonces era el muelle portuario y la vista desde la cubierta del Norwegian Sun.

Eliminar casi todo el IVA para comprar más
Para fomentar el consumo de productos nacionales por parte de turistas no residentes en el país, desde el 1° de octubre comenzó a funcionar el sistema Tax Free.

De acuerdo con Juan Antonio Povea, director regional de la empresa concesionaria de este servicio, Premier Tax Free, hoy hay 350 comercios adheridos, e identificados como tales, entre Punta del Este y Montevideo, y se espera que lleguen a 500 al término de la temporada. Se trata de locales que vendan productos nacionales como bebidas, alimentos, artesanías y artículos de punto y cuero. Al turista se le entregará un formulario para poder acceder a un reembolso del 85,97% del IVA en locales ubicados en los aeropuertos de Carrasco y Punta del Este, así como en las terminales portuarias de Montevideo y Colonia.

"Esa es la novedad más importante de esta temporada veraniega, implementada para fomentar el gasto de los turistas en productos uruguayos", señala el subsecretario de Turismo, Antonio Carámbula.

Para los cruceristas, hay instalado un módulo para la devolución del IVA en el propio Puerto de Montevideo. Según Carámbula, actualmente se está en tratativas para colocar otro en la Parada 3 de Punta del Este, en el muelle de la Pastora, también destinado para este tipo de visitantes.

seguridad. Tanto Albérico Saldivia de Buemes como Mary Boñe de Turisport señalan que los cruceristas quedan encantados con el país. "Les gusta tanto la calidez de la gente, la posibilidad de charlar con cualquiera, como la tranquilidad que hay. Se habla mucho de la inseguridad, pero estamos muy lejos de otros destinos. De hecho, hace semanas se cancelaron escalas en Bahamas por ese problema. Eso acá no pasa", dice el primero. El lunes, con la llegada del Norwegian Sun, eran visibles por doquier efectivos de Caminera, de la Metropolitana y de la Policía Turística.

Uruguay es un destino casi desconocido a nivel mundial, y eso termina siendo otra sorpresa para los visitantes. "La mayoría de los cruceristas queda muy sorprendida con el país, con las ciudades y su infraestructura. Es como que esperan encontrarse con indios con taparrabos", afirma Boñe.

La anterior temporada
De los 247.120 cruceristas de la temporada 2008-2009, el 56,8% eran mujeres.

No es tal la idea de que la gran mayoría provienen del primer mundo. El 37,2% eran brasileños, el 18,4% de EE.UU., el 17,7% argentinos, el 15,9% del resto de América, el 8,5% europeos, el 0,7 de Asia y el 1,5 del resto del mundo.

Los brasileños son los que más gastaron, con el 44%. El 48,3% se gastó en Montevideo y el 51,7% en Punta del Este.

Tampoco es verdad que todos los cruceristas sean jubilados. El 5% son menores a 15 años; el 12% tiene entre 15 y 29; el 62% entre 30 y 64; y el 21% de 65 años para arriba. (Fuente: Ministerio de Turismo).

fuente: El País Digital