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Miércoles, 30 Diciembre 2009 20:00

El futuro que vendrá

Consideramos oportuno en el último día del 2009, publicar en ésta edición, el editorial del diario El Argentino de Gualeguaychu, ya que uno de los mayores deseos del ámbito turístico, y de todo Uruguay, es la libertad de tránsito de personas de un lugar a otro como derecho humano universal. Nos sumamos al pedido, a que nadie se sienta dueño y amo de calles, plazas, rutas y puentes.

El futuro que vendrá

Horas más y el 2009 no será otra cosa que un retazo de historia. O, a lo sumo, un puñado de recuerdos y nostalgias. Es, pues, tiempo de hacer un balance del año que se nos está yendo para empezar a pensar en el futuro que nos espera o que vendrá.

En lo que a la Argentina concierne, habrá que admitir que el 2009 no fue un año benévolo sino todo lo contrario. El solo hecho que en el transcurso del año se hayan perdido casi doscientos mil puestos de trabajo (176 mil exactamente) y que en el mismo período haya crecido exponencialmente la pobreza, marcaron dos hitos preocupantes de la crisis nacional.

Lo más inquietante de aquellos números es su proyección hacia el 20l0. Es para quitarle el sueño a cualquiera, sobre todo si se persiste en el error de seguir creyendo que se puede tapar el sol con la mano.
En aquel sentido, hay que ser extremadamente realista y darse cuenta que un país no puede ser llevado por buena ruta aplicando el control remoto.

De ahí la necesidad de poner los pies sobre la tierra y comenzar a pensar en una Argentina que prescinda de los “mandos automáticos” y que el principio de autoridad, tan seriamente tergiversado, permita recuperar el orden perdido y donde nadie se sienta dueño y amo de calles, plazas, rutas y puentes.

De una vez por todas debemos aceptar que sólo siendo esclavos de la ley seremos definitivamente libres.

En el orden local, debemos lamentar que la omnipotencia de unos pocos persista en el error de mantener el corte de Arroyo Verde, lo que supone mantener la incomunicación de dos pueblos que son hermanos, pese a quien le pese. Pese a que los hechos demuestran palmariamente que el corte es un recurso tan obsoleto como inoperante, produce sensible tristeza que se insista con una medida que debiera ser reemplazada por una estrategia más práctica e inteligente, y que los problemas ya no se resuelven convocando a un brindis de minorías…

Quiera la Providencia que en el 20l0 nos sorprenda viviendo en un clima adulto, donde la fraternidad deje de ser declamatoria para unir en un apretón de manos a todos los hombres de buena voluntad decididos a cualquier sacrificio en aras del bien común y de la paz.

fuente: El Argentino