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Jueves, 22 Febrero 2007 17:52

El Fantasma de la Plaza Libertad.

por Sergio Antonio Herrera
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Montevideo - 23 FEB 07 - Portal del uruguay.
En Montevideo, durante las tres primeras  décadas de la segunda mitad del siglo pasado ( 50, 60 y y 70), la Plaza de Cagancha, popularmente conocida como "Libertad" por el monumento que la preside, era, sin duda alguna, el kilómetro cero de la capital uruguaya.El Cine Plaza, El Ateneo, el mítico Sorocabana , el Bar Libertad y la ONDA, la imponencia de este monstruo del transporte y del turismo, por sí solo, le daba vida a todo el sitio. Imaginen una terminal de ómnibus, de una empresa de transporte que cubría el 100% del territorio.

 Los bares, el mencionado Libertad y el ONDA, abiertos las 24 horas. Era el lugar donde se podían comprar los primeros periódicos matutinos: a las 3 de la mañana, las primeras ediciones, las que iban para el interior, ya estaban a disposición. Sobre el lado oeste de la plaza, en la esquina con 18 de Julio, una de cada lado de la principal avenida, esataban las oficinas de dos grandes agencias de viajes.
En la acera norte, con el número 1121 en la chapa de su puerta estaba C.E.V.I. ( Change et Voyages Internacionaux) y en la sur, con el 1120, C.Y.N.S.A. ( Cambios y Negocios Sociedad Anónima). Eran competidoras, los funcionarios rivalizaban y eran bien distintas. La primera en llegar a esa ubicación fue C.E.V.I., muchos años antes que C.Y.N.S.A. que estaba en la calle Bacacay, en la ciudad vieja. La antigüedad se notaba ya desde el propio edificio y el mobiliario donde se destacaban imponentes mostradores de madera, altos, con vidrio en la cubierta. Cuando llega Varig a nuestro país, subalquila un espacio a la agencia y se instala allí. Uruguay aún mostraba saldos de esplendor de  la época de la Suiza de América y por lo tanto, los funcionarios de las agencias de viajes ganaban muy bien, viajaban mucho y tenían una vida social muy agitada.Las jornadas de trabajo, si bien eran intensas y se cumplían las funciones con gran profesionalismo, estaban impregnadas de un clima amistoso donde reinaba el buen humor y las bromas, eran cosa de todos los días.
El equipamiento y la tecnología que rodeaba a las empresas de aeronavegación, aún en sus oficinas administrativas y comerciales, siempre se diferenciaban del común. Era la época de la comunicación vía telex. Las terminales de este sistema, eran enormes aparatos muy parecidos, casi iguales, a las máquinas de escribir, la única diferencia era que se les incorporaba un rollo de papel para recoger la escritura del teclado y sobre el costado derecho, tenían un disco similar a los del teléfono y un carrete, donde se colocaba en rollos,una cinta de papel amarillo que se usaba para grabar mensajes o mejor expresado "picar" mensajes ya que esa cinta, cuando estaba grabada, quedaba toda agujereada. Luego se procedía a discar el número del destinatario y cuando había señal, se iniciaba la transmisión, haciendo correr la cinta. Cuando uno enviaba, estaba en plena operación y no se sorprendía del sonido de la máquina  en funcionamiento, bastante ruidosa por cierto. Lo diferente, era recibir mensajes, cuando llegaban, la máquina comenzaba a funcionar como si alguien estuviese escribiendo y las teclas iban grabando, en el rollo de papel el mensaje. Un buen día, ingresó a trabajar como sereno, un hombre recién llegado del interior; para ser gráficos, lo que se conocía como un "canario bruto". La ocurrencia surgió de inmediato: uno de los empleados con imagen más seria lo llamó aparte al hombre y le dijo " no se vaya a asustar, mire que de noche hay un fantasma que viene a escribir a máquina..."
Esa noche, obviamente, el buen hombre se paseaba con recelo por las instalaciones, entre sus tareas estaba también la limpieza y  estaba barriendo, con aquellas escobas de madera y paja, pesadas,  cuando...de pronto, ingresó un mensaje y la máquina de telex comenzó a funcionar estrepitosamente. El hombre corrió hacia el telex enarbolando la escoba y gritando " ! fantasmas a mi, tomá...!! y a escobazo limpio, destrozó la máquina.