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Domingo, 04 Marzo 2007 17:54

Decálogo del viajero saludable

Advertencias y consejos para tener en cuenta antes y durante el viaje. Los cuidados según el destino, la duración y el tipo de travesía

Cuando uno se va de viaje sólo piensa en disfrutar. Y, claro, en la planificación todo es ilusión, no tienen cabida los contratiempos, que tantas veces están relacionados al tema de la salud. Entonces, para que cualquier complicación no arruine el paseo, vale la pena atender ciertas advertencias y consejos.

Los cuidados antes y durante el viaje varían según el tipo de destino elegido (no es lo mismo ir a la India que a Mar del Plata), el estado de salud de la persona, la duración del viaje y el tipo de travesía (no existe el mismo peligro en un viaje de negocios que en un safari en plena selva).

Para los casos de destinos de mayor riesgo sanitario —que pueden requerir vacunas o una prevención especial— lo ideal es hacer una consulta previa con un médico especialista en Medicina del Viajero. Y una vez que se encuentre en el destino, ser precavido con lo que se ingiere: evitar la comida callejera, beber agua embotellada y no de la canilla, pelar las frutas, etc. A continuación, diez consejos básicos concernientes a la salud, para tener en cuenta antes y durante el viaje.

Asistencia al viajero. La cobertura de asistencia al viajero es una tranquilizadora garantía, ya que las internaciones y las consultas médicas u odontológicas —sin cobertura— son carísimas en el exterior. Hay diferentes empresas que proveen esta cobertura (incluyendo tarjetas de crédito y prepagas); y también, diferentes tipos de cobertura, según el destino y los requerimientos del viajero en lo que se refiere a atención médica, asesoramiento legal y localización de equipaje. Antes de contratar el servicio, indage qué aspectos cubre y cuáles son los topes. Y lea bien la letra chica.

Botiquín. Se recomienda llevar siempre un pequeño botiquín de primeros auxilios (con alcohol, agua oxigenada, gasas), agregándole elementos que pueden llegar a precisarse, según el tipo de viaje. Se puede incluir: termómetro, antidiarreicos, antitérmicos, analgésicos, antiinflamatorios y crema para quemaduras.

Medicamentos y recetas. Si toma algún medicamento, asegúrese de disponer la cantidad necesaria para el viaje y lleve el nombre de la droga o el nombre genérico, en caso de que se le acabe o lo pierda. Averigüe si en el país de destino puede ser adquirido y de qué modo. Para ciertos medicamentos, como los psicotrópicos, es recomendable adjuntar la respectiva receta médica que autoriza al viajero a consumirlos y las dosis prescriptas.

Problemas específicos. Cuando se padecen enfermedades crónicas o alergias, es útil llevar una identificación que indique la dolencia. Para estos casos también conviene contar con los informes médicos respectivos (para poder ser atendido, si es necesario, de manera rápida y efectiva) y una tarjeta escrita en, al menos, dos idiomas sobre cómo proceder en caso de urgencia.

Protección solar. No se exponga al sol sin utilizar protección. Tampoco realice lecturas con luz solar cayendo a pleno sobre el texto, ni permita que sus hijos menores de edad lo hagan. Utilice una protección adecuada (para rayos UVB y UVA), como mínimo de factor 15. En niños y gente con piel muy sensible, el factor de protección no debe bajar de 30. Las cremas deben aplicarse 30 minutos antes de exponerse al sol y reaplicar cuando se transpira mucho o después de salir del agua. En zonas tropicales hay que tener mucho cuidado con las insolaciones y las quemaduras.

Jet Lag. Es un desequilibrio del reloj biológico que ocurre, esencialmente, en viajes largos que atraviesan varios husos horarios. El síndrome del jet lag trae alteraciones del sueño, problemas digestivos, cansancio, irritabilidad, malestares gástricos y dolores de cabeza. Para reducir las molestias se recomiendan los vuelos diurnos y, durante el viaje, hacer ejercicios con manos y pies, beber poco café y evitar el consumo de alcohol.

Problemas de altitud. Por lo general ocurren cuando se está en un sitio ubicado a más de 2.400 metros sobre el nivel del mar, aunque pueden desencadenarse desde los 1.500 metros. En el mal de altura, la falta de oxígeno puede generar náuseas, mareos, vómitos, dolor de cabeza e indisposición general. Si tiene pensado viajar a un destino de altura considerable, conviene realizar un chequeo médico previo. Y una vez en el destino, tomarse el tiempo necesario para aclimatarse, beber abundante líquido y evitar la actividad física.

Viajeros especiales en avión. Los pasajeros con capacidades especiales, movilidad reducida, de la tercera edad o enfermos, pueden solicitar transporte en silla de ruedas a la aerolínea con la que viajan. Al salir del avión los aguardará personal de la empresa para hacer los trámites básicos: migración, aduana y búsqueda de equipaje. Este servicio se solicita en el momento de compra del pasaje.

Deportes de alto riesgo. Actividades como aladeltismo, andinismo, buceo, bungee jumping, esquí, parapente, rafting, entre otras, son consideradas de alto riesgo. Esto quiere decir que además de experimentar sensaciones cargadas de adrenalina, puede sufrirse alguna caída, raspón o lastimadura. No conviene hacer estas prácticas solo ni de noche. Es mejor realizarlas en grupo, con guías experimentados. Pero claro, la clave es llegar bien entrenado a cada una de estas instancias y con la aprobación del médico de cabecera,

Buena disposición. Al emprender un viaje, dispóngase a gozar de la experiencia. El humor, se sabe, es indispensable para la buena salud. Frente a los imprevistos que puedan surgir en el viaje, manténgase calmo, infórmese y no desespere. Ya lo dijeron los chinos: si el problema tiene solución, para qué preocuparse; y si no la tiene, menos aún.

Fuente: El libro del viajero, edición de 2006 del suplemento Viajes de Clarín