estaba afectado por una parálisis que le impedía casi toda su movilidad y tampoco podía respirar por si mismo.
En esa situación y aparentemente con total lucidez mental, tomó la decisión de concurrir a la sede de DIGNITAS entidad especializada en brindar asistencia para las personas que decidan su propia muerte con la finalidad de contar con la ayuda y asistencia necesaria para su suicidio.
El proceso de su suicidio fue filmado y televisado para el Reino Unido.
Esta breve historia nos plantea dos cuestiones; la primera tiene que ver con la eutanasia y la otra con la difusión pública del proceso del suicidio asistido.
Comencemos por la primera cuestión. La Real Academia nos da dos acepciones de la eutanasia, la primera la define como Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. Y la segunda como: Muerte sin sufrimiento físico.
Esta cuestión encierra a su vez otras que deben ser analizadas. La eutanasia, según la definición transcripta, no necesariamente necesita el consentimiento del paciente desahuciado, la decisión se podría tomar por un tercero. Otra cuestión quien es ese tercero. Otra cuestión cuando la definición hace referencia al consentimiento o sin él, a que se refiere a la capacidad de decisión del paciente o a su incapacidad para tomar una decisión. Otra cuestión se podría practicar la eutanasia sin el consentimiento de la persona que mantiene su capacidad mental plena.
En mi opinión la práctica de la eutanasia sin el consentimiento de una persona con capacidad de decisión es un homicidio.
En los casos que el paciente carezca de capacidad de decisión sin posibilidad alguna de su recuperación, pienso que sería procedente la practica de la eutanasia, ya que en mi opinión el sentido de la vida tiene que ver con como se entiende el hombre y la vida o existencia.
En un sentido, diría filosófico, la vida para mi se extingue cuando la capacidad de decidir o de pensar queda atrofiada de modo definitivo ya que en definitiva la capacidad de pensar es lo que distingue al hombre.
Perdida esa capacidad de pensar la vida pierde su dimensión o su cualidad definitoria y lo que queda la vida meramente vegetativa, no es VIDA, es un simple ESTAR sin SER.
En estos casos la decisión de la práctica eutanásica debe ser decidida por la familia del paciente previo el diagnóstico médico que certifique la irreversibilidad de la incapacidad mental para decidir. Quizás en la medicina esto se llame muerte cerebral.
A falta de familiares son los médicos de cabecera los que quedarían legitimados para tomar la decisión.
Nos queda finalmente el caso de la propia decisión. Quizás este es el mas difícil de resolver.
Personalmente pienso que teniendo capacidad de decisión, aunque el resto del organismo esté totalmente incapacitado, hay VIDA, hay SER y el ESTAR no es un mero devenir del tiempo sino una obligación que nos impone la vida.
El ser humano tiene la obligación de VIVIR para desarrollar todas sus potencialidades y creo que es válido el ejemplo del físico Stephen William Hawking a quien se le diagnosticó a los 20 años, esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad motora neuronal, y una breve sobrevida. Si hubiera recurrido a alguna práctica eutanásica la humanidad se hubiera privado de su aporte científico y de su ejemplo de que el hombre puede superar cualquier obstáculo.
Para concluir esta cuestión no comparto esto que se ha dado en llamar suicidio asistido y menos aun que se permita la existencia de organización que ayuden para materializar esa decisión.
Quiero pensar que el lector entenderá que ya di mi respuesta a la otra cuestión la de la exhibición pública del proceso de un suicidio asistido.
Creo que el hombre no solo esta perdiendo el sentido de lo humano sino que además está perdiendo el sentido del decoro, de la ética, de la moral y en definitiva de lo sagrado.
Convertir la muerte en espectáculo implica darle a lo profano un valor supremo. DISCEPOLO nos lo dijo en CAMBALACHE