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Lunes, 26 Enero 2009 05:12

El sentido de lo humano: La homosexualidad

 por Luis Alejandro Rizzi

La homosexualidad se refiere a la interacción sexual entre personas del mismo sexo, lo que constituye según mi opinión, una desviación o un trastorno  de las personas involucradas.

Es suficiente con mirar a la humanidad para comprender que “lo normal” es la relación heterosexual que por otra parte es la que permite o posibilita la continuación de la especie.

No pretendo sustentar la “normalidad “sexual” en una cuestión de cantidad mayoritaria de personas heterosexuales sobre la minoría “homosexual”, esta no sería una pauta correcta de ponderación y podría ser calificada con toda lógica de “discriminatoria”, sino en la cualidad o finalidad de la sexualidad que esta dada para posibilitar la procreación.
 
Este fundamento creo que no admite réplica.

Si en algún momento se llegara a considerar que tanto la relación “homosexual” como la “heterosexual” son relaciones normales seguramente  iniciaríamos  la

vía hacia la extinción de la especie humana la que se consumaría el día en que solo existiera la sexualidad “homosexual” ya que en ese punto quedaría imposibilitada la reproducción.

En la vida humana, en la vida de una persona, cada órgano tiene asignada una función principal, por ejemplo, la función del cerebro es la de pensar;  el hígado tiene una actividad metabólica esencial  para la vida; los riñones cumplen funciones de filtración, reabsorción y excreción y así podríamos seguir hasta agotar la anatomía humana.

En el mismo sentido la vagina, órgano copulador femenino, tiene como función esencial recibir al órgano copulador masculino llamado pene y éste tiene como una de sus funciones esenciales penetrar en la vagina para cuyo fin ésta se lubrica naturalmente.

La sexualidad tiene dos funciones: una  de ellas es posibilitar la mutua posesión de dos personas como expresión de amor y la otra, su lógica consecuencia-diría-,  es la procreación.
 
Debemos suponer que más allá de lo que ocurra en el futuro la concepción de un hijo es la máxima expresión del amor de una pareja.

La eventual posterior separación de la pareja es otro tema.

También existen los hijos frutos de la “casualidad”, no tan casual...
 
Obviamente existe la sexualidad comercial o por dinero: basta recorrer por internet la cantidad de páginas que nos ofrecen una amplia variedad de sexo,

discriminado por diferentes “servicios”.
 
Pero a los fines de esta nota este tipo de sexualidad no viene al caso.

En la relación homosexual femenina no hay posibilidad de penetración por lo tanto yo diría que la homosexualidad femenina no integraría el repertorio de la sexualidad, sería más bien una cuestión de  juegos seudosexuales o juegos eróticos.

En la relación homosexual masculina existe la penetración anal pero se trata de una penetración no natural ya que el ano es un órgano de expulsión o de salida por ello también vulgarmente se lo llama “orto” que carece de lubricación natural, por lo que debe ser artificialmente lubricado para facilitar la penetración  y prevenir lesiones.

En brevísima síntesis hemos visto cómo la naturaleza ha configurado a la sexualidad.

Por ello decía al principio que la homosexualidad es un trastorno definido por la Real Academia como una alteración leve de la salud y si tomamos otra acepción como “acción y efecto de trastornar”.

Todo ello connota  invertir el orden natural de algo.

No tengo, pues, duda alguna  de que la homosexualidad implica alterar el orden natural de la dimensión sexual de la persona.

He tratado; hasta este punto; de  describir lo que llamaría una inclinación sexual, por cierto minoritaria que se viene dando desde lo más profundo de la historia.

Ahora bien qué actitud debe tomarse frente a la homosexualidad.

En el plano de lo privado es sabido que las acciones de las personas mientras “…que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados…” como lo establece el art. 19 de la Constitución Argentina aunque
diría que esta garantía legal tiene vigencia en todo los aíses organizados sobre la división de poderes, limitación de los mandatos políticos, publicidad de los actos de gobierno y fundamento democrático para la elección de los cargos políticos.

 Sin embargo, cabe preguntarse qué significa “…orden y moral público…”.

La respuesta desde ya será opinable pero para ser congruente con lo que vengo exponiendo considero que responde a principios del “orden y moral pública” la heterosexualidad.

La homosexualidad mientras transcurra en el ámbito de lo privado esta exenta de todo tipo de juicio humano ya sea personal o institucional, lo que no excluye que cada uno tenga su opinión.

La cosa cambia cuando se pretende llevar la homosexualidad a lo público y pregunto  si en ese punto la acción homosexual no  ofende “...el orden y la moral pública…”.

La pretensión de darle un tinte legal a la unión de personas homosexuales ¿no es una afrenta a la institución del matrimonio o a la mera relación de pareja heterosexual…?.

Dicho en términos actuales ¿cabe hablar de “blanqueo de la homosexualidad”?.

Si consideramos a la homosexualidad como trastorno, así debe ser ponderada por las instituciones, lo que no significa juzgar o discriminar al homosexual,

pero tampoco privilegiarlo ante la sociedad.

No desconozco que la homosexualidad ha sido excluida del catálogo de enfermedades o trastornos, y ha sido considerara una mera “perturbación de la

orientación sexual” pero creo que esto solo refleja el poder de ciertos grupos de activistas y de seudos progresistas que en nombre de un concepto vago de la libertad han logrado confundir a la gente al incluir a la “homosexualidad” como una orientación legítima de la persona , socialmente discriminada por obra y gracia de prejuicios o ideas reaccionarias y hasta religiosas.
  
Estas personas, a las que se han sumado seudointelectuales que solo son tenidos en cuenta por una suerte de cultura “snob”, no tienen la más mínima noción de lo que es la libertad y su ejercicio, como tampoco la tienen con relación a las propias responsabilidades, y  de lo que es la verdadera discriminación y han llegado a considerar a la homosexualidad o heterosexualidad como meras construcciones sociales llegando a afirmar que la identidad  sexual no tiene fundamento objetivo.

Son como aquellos pacifistas que recurren a la violencia para reclamar contra la violencia…como ocurre con fuerzas de choque que siempre responden a los intereses más perversos de la política.
 
Aun considerada como “perturbación” la homosexualidad sigue siendo un trastorno de la persona.

Si la homosexualidad fuera un comportamiento normal la humanidad estaría condenada a la desaparición como lo anticipamos.

En el campo de la medicina he podido conocer casos de niños o niñas cuyas orientaciones sexuales despertaban alguna duda, los que debidamente medicados y asistidos recuperaron lo que llamaría su sexualidad natural.

Para ello tuvo importancia decisiva la inquietud de sus padres que ante  la tremenda duda sobre la inclinación sexual de sus hijos trataron la cuestión en el ámbito médico correspondiente.

En el campo de la psicología existirían dos grandes líneas de acción, en una de ellas la terapia apuntaría a que la persona “homosexual” asuma su identidad como tal.

En la otra se partiría de la base que la homosexualidad es desde una simple perturbación hasta una enfermedad y la terapia tendría como finalidad ayudar a la persona para que recupere su sexualidad natural.
 
En ambos casos se escondían diferentes tipos de neurosis ocultadas por la cuestión sexual, originadas en frustraciones  en la dimensión afectiva de la persona.

Yendo a algunos casos prácticos he tenido conocimiento del caso de unos pacientes, padre y madre de un hijo “homosexual”, que en su intimidad no admitían su inclinación sexual y en lo público participan de campañas  a favor de la unión matrimonial de parejas homosexuales…

Otra cuestión que me impactó es que no se da el caso de padres que se sientan frustrados por no tener un hijo “homosexual”.

Dicho de otro modo no hay padres que anhelen tener hijos homosexuales.

Cuando me refiero a la homosexualidad como una perturbación de la persona no estoy calificando ni juzgando, a lo sumo estoy exponiendo lo que pienso sin que ello implique una calificación disvaliosa.

Desde luego no creo que la homosexualidad pueda o deba ser convertida en una categoría legal, sea mediante el establecimiento del matrimonio entre homosexuales u otras formas  de unión que genere derechos y obligaciones entre las partes y que deban ser reconocidos por terceros como tales.

Los países que han legislado en ese sentido solo han dado muestra de un alarmante desconocimiento del sentido de lo humano y una incomprensible sensibilidad hacia el disparate o a la histeria colectiva entendida como  un comportamiento irracional de un grupo o multitud producto de una excitación