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Martes, 24 Marzo 2009 05:03

Turismo y crisis

 por Luis Alejandro Rizzi

Keynes decía: “El bosquejo de nuestra teoría puede expresarse como sigue: cuando aumenta la ocupación aumenta también el ingreso global real de la comunidad; la psicología de ésta, es tal que cuando el ingreso real aumenta, el consumo total crece, pero no tanto como el ingreso”.


Pienso que ese principio puede invertirse y podríamos decir que cuando el ingreso real se estanca o disminuye el consumo total se reduce en una progresión geométrica en relación con el ingreso.

Las crisis económicas  impactan en la “propensión a consumir” y la gente solo gasta en lo que considera imprescindible para su vida.

Sin embargo esta actitud se manifiesta de modo más severo en el sector de la población de mejores ingresos quizás por coincidencia con un nivel de información privilegiado, sobre el devenir de la crisis, lo que no quiere decir certero.

Ese comportamiento de las clases más altas inmediatamente se desparrama hacia los sectores de menores ingresos y consumos que se consideraban “habituales” pasan a la categoría de “superfluos”.

El turismo, o mejor dicho el gasto en turismo, que se considera en épocas de normalidad un gasto habitual y hasta imprescindible, pasa a la categoría de  un gasto de lujo y por ende en general no es que se disminuya el gasto sino que  en la mayoría de los casos lisa y llanamente se lo suprime.

En España  la demanda de escapadas cortas, diríamos de fin de semana o fines de semana largos, como se llaman a los que incluyen un viernes o un lunes, ha bajado un 15%, según daba cuenta días pasados el diario económico “Cinco días”.

Es lógico que ante esta baja los empresarios del sector busquen diversas formas para no solo ofrecer servicios a menor costo, sino para tratar de amortiguar la disminución del gasto turístico.

Obvio este impacto afecta no solo a la ocupación hotelera, sino también impacta en los servicios aéreos.

Sabemos de una gran cantidad de empresas que han suprimido los viajes aéreos y los  han sustituido por medios terrestres lo que puede explicar en épocas de crisis el crecimiento de los medios alternativos de transporte.

En España en el pasado mes de enero el transporte aéreo de cabotaje cayó casi un 24% con relación al 2008 y el transporte ferroviario de alta velocidad creció un 14,4%.

Es posible que esto señale una tendencia irreversible ya que la red del AVE en España une puntos estratégicos y una vez que el pasajero se acostumbre a esta modalidad de transporte mucho menos expuesta a imponderables como el transporte aéreo, no la abandone.

Además está el ahorro que significa el traslado a los aeropuertos, pagos de tasas y otros gastos que origina el transporte aéreo.

Dada las cercanías existentes entre las principales ciudades europeas y los destinos turísticos, generalmente servidas por servicios ferroviarios tipo TGV o alta velocidad, es posible que esta tendencia se reproduzca en toda Europa.

En estas épocas de crisis también las empresas cortan los gastos de viajes, asistencias a congresos, ferias u otro tipo de eventos y esto impacta en el transporte, en la hotelería y servicios complementarios como restaurantes, “pub”, comercio en general, etc.

Debemos admitir que una gran parte de los congresos o encuentros que suelen realizarse en diversos lugares del mundo, tiene más una finalidad turística que científica o técnica.

Días pasados me contaba un alto ejecutivo de una empresa que se había puesto a analizar los resultados de haber enviado durante los últimos tres años (se refería a 2005/6/7), a diversos empleados, ejecutivos y asesores a eventos en el exterior, que los mismos no reportaron beneficio alguno palpable para la empresa, al tiempo que las exigencias por mejores hoteles, viajes en clases superiores y mayores viáticos era una causa generadora de conflictos y odiosas comparaciones.

Estos análisis se han producido en la mayoría de las empresas según han dado y dan cuenta diversos medios.

Esto significa que las crisis ponen al descubierto una serie de vicios o corruptelas que en las épocas de abundancia pasan inadvertidas y es obvio que a partir de estas exteriorizaciones  los hábitos cambiarán, por lo menos durante algunos años, hacia la austeridad.

Debemos admitir que hubo un nicho de turismo vinculado con viajes empresarios que generó un mercado elitista cuyo gasto era imprescindible para mantener  niveles extravagantes de confort.

Esto también tiene que ver con las abusivas remuneraciones que se fijaban y percibían los “ceos” que se veían obligados a complementar las remuneraciones de sus subordinados con suntuosos viajes que se perdían en los gastos corporativos que nadie controlaba.

Me atrevo a afirmar que el turismo disminuirá durante el lapso de la crisis, lo que es una  obviedad, pero cuando se inicie el suave despegue, no creo que el turismo se vaya recuperando en la misma proporción.

Veamos un sector de viajeros pertenecíentes a la llamada tercera edad, que se verá afectada por la caída de las rentas provenientes de los fondos de pensión y por la baja relativas de las prestaciones previsionales en los sistemas de jubilación estatal.

Este sector disminuirá notablemente.

El sector corporativo también disminuirá y los viajes imprescindibles se realizarán en niveles de austeridad que impactarán notablemente en la magnitud del gasto.

Ya varios “ceos” añoran las ventajas de una clase superior.

Por ultimo, el turismo propiamente dicho, me refiero al vacacional fundamentalmente, también disminuirá ya que la gente no solo viajará menos sino que además gastará menos y optará por lo que ya he llamado en alguna nota anterior  la versión “low cost” del turismo.

El empresario turístico tendrá dos desafíos: el primero y mas importante ofrecer servicios para esta nueva modalidad que debería mezclar la austeridad con sobria calidad; el otro es el desafío mas difícil: saber reconvertirse o cerrar antes que se acerque el fantasma de la falencia.

Turismo habrá, pero nada será igual.