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Domingo, 07 Febrero 2010 17:48

La traición a Don Francisco Piria, su Castillo da vergüenza ajena

por Lucía Inés Bagnasco.
desde Punta del Este

La costa y la sierra de Piriapolis no serían lo que son, si Don Francisco Piria no hubiera existido, tal vez en ese lugar hoy habrían torres como en Punta del Este o desorden territorial como en tantos balnearios de nuestro litoral fluvial y atlántico. La impronta de este lugar con construcciones increíbles, con mármoles, estatuas, y vajillas de Italia, con signos masones y alquimistas en cada lugar; con una planificación hasta en sus mínimos detalles, y con edificios, paseos, árboles y rambla que aún hoy perduran se debe a Don Francisco Piria.


Dos de los tantos emblemas del lugar lo son el Argentino Hotel y el Castillo de Piria, de los muchos que aún existen pues seguramente, nada de lo digno de ser visto excepto la playa y el paisaje fue ajeno a la voluntad y la imaginación de este hombre.

El Argentino Hotel, de la mano de  Renee Pereyra de Méndez Requena y los suyos, se mantiene y se renueva permanentemente. No solamente es explotado para su destino original y se renueva en propuestas artísticas, deportivas, gastronómicas y de salud; sino que parte de su éxito es el constante cuidado de su edificio, la exhibición permanente de la historia de su creador, la vajilla con sus monogramas en exposición –que se utiliza en días especiales- los retratos, los elementos de uso diario en la época de su fundación, recuperados y cuidados día a día, para beneplácito de huéspedes y visitantes; y las charlas, libros y videos sobre la vida de Piria que permanentemente se presentan y fomentan.

El Castillo de Piria en cambio se encuentra en lamentable estado y la visita al mismo no se desaprovecha, pues el paisaje y la imaginación del visitante le salva, pero no más.

Este fin de semana nos dimos una vuelta por allí, y fue sencillamente doloroso lo que advertimos.

De los jardines del Castillo, nada queda, salvo estatuas rotas, trozos de manos y pies tirados por el césped (cortado, eso si), cintas blancas que supuestamente impedirían el paso, tiradas por la tierra.

Ya en el Castillo, con cola de turistas para ingresar, dado además el tiempo lluvioso, nos encontramos con dos funcionarias municipales. Ambas con buenos modales es de destacar, pero con unas camisas cuasi blancas o cuasi grises; una custodiando el ingreso enrejado al piso alto, las visitas son cada media hora.

La otra joven, iniciada la visita guiada, comenta, en un ambiente plagado de humedad y paredes en mal estado, la historia de Piria: “ De chico viajó a Italia con un tío jesuita, volvió, compró cosas para tirar que remató en la calle, hizo plata, fundó como 70 barrios en Montevideo, viajó para acá, compró campo, importó mármol de Italia, hizo el Hotel donde vivió, después el Argentino Hotel, acá llegó a vivir 365 días, tuvo cinco hijos enviudó a los 33 años, se volvió a casar no tuvo hijos. Tuvo una amante, apareció en el testamento como una hija natural cuando se murió. Era masón, como prueba esa rosa de ocho pétalos que hay en el piso. Quedaron muchas deudas, esto es ahora todo del Estado. A los Piria creo que les quedó la playa San Francisco (sic)”

Ante la consulta de una turista argentina, pedimos permiso y participamos ampliando la historia, entonces la guía contribuyó en la charla, lo que indica que si, sabe la historia de Piria y de este lugar del mundo, solamente que lo recorta, tal vez por el tedio de reiterar la historia para cada grupo de visitantes, pero…. estaría bueno dar una visión más real y completa de la hazaña de este buen señor y todo lo que nos legó; caso contrario no hacer nada sería menos dañoso.

El recorrido, con muebles y solamente 5 de las 33 habitaciones del inmueble a la vista, salvo los muebles….

Varios sillones antiguos lucen las partes rotas o caídas sobre sus asientos, o en el suelo junto a sus patas,  las estatuas o bustos que están en el interior están rotas o despintadas para lo que, existen en el país muy buenos restauradores, por si alguien lo ignora.

Bajar ya es toda una odisea, las paredes están pintarrajeadas con graffitis, “RIP” dice una de ellas junto a dibujos de calaveras varias.  Bajo un techo y piso empedrados se exhiben dos ¿carruajes?,  eso dijeron, con alambres que en cantidad cuelgan desde el techo, y que hay que correr para no lastimarse el rostro; en las paredes unas planchas de acrílico que tienen huellas de haber servido de soporte a algunos carteles informativos de algo, no sabemos de que.

Por el costado, cajones de bebidas lucen apilados, y damos fe que no son históricos sino muy actuales.

“Lo mejor que tiene el Castillo es la vista desde arriba –dice la guía- pero está en muy mal estado, no se permite subir...”

No muy lejos, un vagón de tren, suspira entre pasto y tierra por alguna reconstrucción que no llega.

Los fondos, la iglesia del Castillo y las caballerizas, descubren por fin cual es el destino de las cubiertas de automóviles que en gran cantidad se apilan en la Rambla de Piriapolis cuando las carreras; se trasladas hasta aquí, en plena época de lucha contra el dengue, pero para feliz depósito de agua estancada.

Una de las visitantes preguntó si no era posible que declararan al Castillo como Patrimonio para que se protegiera y se mantuviera, la guía contestó que si, que era parte del Patrimonio y que por eso se mantenía así, que cuando murió Piria había quedado deshabitado y había estado peor. Todos nos miramos.

A esta altura nadie va a discutir los ingresos turísticos que tiene nuestro país; que Piriapolis es uno de sus atractivos tampoco.
Que los paseos en Piriapolis son el Argentino Hotel, El Cerro con el templete de San Antonio, el Cerro del Toro con sus estatuas, la Iglesia no consagrada, el templete de la Virgen, la rambla y el Castillo, tampoco es discutible.

Que TODAS estas obras se deben a Don Francisco Piria, tampoco.

Mantener el Castillo en buen estado, lo más fiel a su origen, impedir que cada día se pierda un poco del mismo y hablamos también de su entorno, de sus árboles, sus caballerizas, su iglesia, debería ser prioridad del Municipio, del Ministerio de Turismo, del ejecutivo todo en realidad.

La inversión en el mismo no es dinero tirado, es dinero invertido, aunque nadie parezca entenderlo.

Mostrar algo que da lástima, o clausurarlo y no mostrarlo como se ha hecho con el Castillo Pittamiglio cada vez más en ruinas, es como mínimo vergonzoso y un atentado no solamente a la cultura, sino a los ingresos turísticos de los que tanto nos enorgullecemos.

Los uruguayos nos caracterizamos por tener inventiva al momento de necesitar solucionar las cosas. No se comprende entonces como, si no se desea invertir dinero directamente, nadie ha contactado con algún organismo o fundación internacional para preservar este patrimonio; como no se ha hecho algún convenio con la Facultad de Arquitectura, o alumnos de artes por ejemplo, para preservarle.

Más de una empresa de construcciones, de pintura o de preservación de azoteas seguramente estaría dispuesta a colaborar para que no se continúe “cayendo”, y obviamente tendría su buena publicidad y retorno tal vez hasta impositivo al hacerlo.

En enero la Junta de Piriapolis llamó a pintar la rambla, y concurrieron todos, vecinos y turistas, eso demuestra que cuando hay deseos, se busca la forma y la gente contribuye.

Otro tema: al decir del inefable personaje creado por Quino; por estos lares estamos acostumbrados a levantarle un “manolito” a más de un personaje trasnochado del momento; ¿merece el creador del balneario que da trabajo a miles de uruguayos y es orgullo del país, que se muestre su casa derruida y dando lástima?.  

Restaurar y preservar su Castillo es por lo menos un homenaje que le debemos a don Francisco Piria.
Su casa en Montevideo es Sede de la Suprema Corte de Justicia, y el Poder Judicial la mantiene en excelentes condiciones.

En nuestra visita fotografiamos todo, aquí van solamente algunas…. pero del desastre sólo dos, y no las peores porque da vergüencita ajena.  

www.portaldeluruguay.com