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Domingo, 01 Noviembre 2009 20:17

La temporada estival y lo que evaluamos

por Soc. Silvia Fuentes
desde Rocha

Estamos muy cerca de la temporada de turismo de sol y playa en Uruguay,  con ella comienzan las clásicas preguntas de ¿qué evaluación hace de esta temporada? No siempre queda claro lo que se quiere saber y para qué, pero en torno a esa pregunta responde el Ministro y su Equipo Técnico, los Intendentes y las Direcciones de Turismo, los Empresarios de la Hotelería, de Restoranes, del Transporte de Pasajeros, las Asociaciones de Inmobiliarias, y diferentes Cámaras Empresariales y actores vinculados, o no , con el fenómeno turístico.




En la “Danza de respuestas” todo vale, de acuerdo al real saber y entender de cada entrevistado acorde a su interés personal ( económico, político, cultural y otros). Los parámetros para preguntar y responder, en base  a lo que se quiere conocer, se esconden en la nebulosa de lo que parece obvio, desde cada protagonista. 

Aclarando se oscurece

Lo primero que debemos visualizar es que si hablamos de evaluación, estamos hablando de un proceso y precisamente la evaluación es casi el fin del proceso, en este caso del proceso de planificación con objetivos concretos, que supuestamente realizó cada sector o empresa;  puede significar tanto estimar y calcular como valorar o apreciar.

Deberíamos entonces preguntar primero ¿ qué fue lo que se planificó?.
Quizás no colme nuestra capacidad o necesidad  de conocer, pero sí podríamos tener más claro cuántos evalúan en el sector turismo, sin haber planificado nada.

En el ámbito Docente la evaluación es una valoración de un proceso, enseñanza, aprendizaje.
… “Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño, valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del alumno” -Hoffman, 1999-(2)….. . Ahora bien ¿ qué aprendizajes evaluamos en el sector turismo?. ¿ Se evalúan aprendizajes?.

Desde el paradigma cuantitativo ésta puede ser entendida como objetiva, neutral y predictiva, de manera tal que centra en la eficiencia y la eficacia.

Lo que se evalúa es pues, los productos observables. Quizás de su aplicación salgan las estadísticas de cuántas personas ingresaron a tal o cual destino turístico, cuántas usaron servicios de hotelería, de restoranes, de camping o tarjetas de créditos, cuántas llegaron en vehículos particulares o cuántas usaron el transporte aéreo. Estos y otros muchos datos cuantitativos reflejan  su aplicación.

Pero desde una perspectiva cualitativa, por el contrario, la evaluación se centra en reconocer lo que está sucediendo y comprender qué significado ésta tiene para las diferentes personas, en este caso no sólo se evalúa el producto sino también el proceso y sus protagonistas.
 
Existen casos de estas evaluaciones en Uruguay pero son muy fragmentadas y en variadas oportunidades su subjetividad no permite avanzar en resultados de sistematización.

Hay otro paradigma, el crítico, para el cual la evaluación no solo se centra en recoger información sino que también implica diálogo y autorreflexión. Dentro de él podríamos incorporar a las jornadas de evaluación, que finalizada la temporada  realiza la Cámara Uruguaya de Turismo y otras agrupaciones del sector a lo largo del país turístico, con el problema de que al estar “el objeto” y “el sujeto” de conocimiento incorporados a una misma dimensión, se hace flaquear la racionalidad de la información manejada.

Muchos países a través de las Cuentas Satélites de Turismo, logran datos con mayores niveles de confianza, con metodologías comunes, utilizables para todos los sectores socio económicos, Uruguay va rumbo a ello, pero aún no lo ha logrado…

Como vemos lo simple es complejo, y lo obvio se transforma en lo no entendible.

Veamos casos concretos que permiten visualizar situaciones y reflexionar.

Haciendo una entrevista en Punta del Diablo, un artesano (3) que vendía remeras manifestó que nunca había tenido una temporada peor que la del 2004, “vendí un promedio de siete mil pesos por día, un desastre…imagínese el 50 % es inversión en nuevas prendas…debo pagar alquiler, comida,  los pasajes para ir y venir a Buenos Aires, vivo todo el año allá y me hago la zafra acá”.

La ganancia diaria de este artesano era promedialmente de  $1500, obvio es que venía como turista y no pagaba absolutamente ningún impuesto en Uruguay. Su ganancia de temporada era de unos tres mil dólares.
 
Haciendo una grotesca comparación, nos encontramos con que una persona de su misma edad y sexo, trabajando más cantidad de horas, ayudando en la cocina de un restaurante viviendo todo el año, en el mismo lugar, saca de sueldo quinientos dólares por mes, más los beneficios sociales. Total de temporada unos mil dólares, siempre y cuando la temporada venga con muchos clientes, pues de lo contrario será suspendido en su trabajo y quizás se quede solo con los 500 dólares.

¿ Cuál de estas dos personas obtiene mejores beneficios de la temporada estival?.

¿ Al que dice que es un desastre y levanta $1500 de ganancia diaria o el que no se queja y quizás se quede con $500 dólares viviendo todo el año en Punta del Diablo?.

¿ Qué planificación realizó el gobierno para que ésta inequidad no sucediera?.

¿Dónde están y quién controla las políticas de protección al trabajo formal y las normas laborales en la temporada estival?.

¿Cómo evaluamos el mercado laboral estival?.

En la otra Punta otros casos

Los visitantes de las playas de Punta del Este, verán temporada tras temporada, una infinidad de vendedores, con productos que se ofrecen en pleno enclave costero, por puestos fijos de venta y por puestos móviles.

Es necesario precisar que existe una variada gama de locales, enclavados en plena playa, que han sido ganadores de procesos licitatorios y cuentan con las debidas autorizaciones de los organismos competentes, pero también están los “golondrinas”, que si bien es cierto que “no vuelan”, sí caminan de un lado a otro ofreciendo algunas mercaderías, sin ningún tipo de autorización.

Un vendedor se pasea por playa Mansa con una variada gama de hamacas, colchas y mantas colgadas de un palo, que sostiene con sus hombros. Los costos varían entre $800 a $ 2000 según mercadería, tamaño y en algunos casos hasta dictados por la “cara” del cliente y su capacidad de regateo.

Entrevistado, en enero del 2006, el vendedor de hamacas afirma: “está recomplicado, hay que caminar mucho, pero mire que algo se saca, depende del día, cuando llueve se nos arruina todo….yo libre saco unos tres mil pesos diarios, pero es mucho sacrificio. Yo duermo en la arena, no pago pensión. Las cosas para que no me las roben las dejo de noche, en depósito como equipaje, en la Terminal de ómnibus, yo pago y quedo tranquilo, allí te las cuidan. Todos los días le giro a mi madre, el 50 % de lo que hago, eso también hay que pagarlo, ella compra mercadería y me vuelve a mandar…,algún vinito me tomo de noche, solo de noche, por que hay que estar despierto para poder vender al otro día. Yo trabajo solo en verano, en invierno vivo de lo que hago en verano, por eso me preocupo tanto cuando llueve, es un día menos de comida para el invierno…”.

Los pescadores artesanales ofrecen sus mercaderías en los puestos que tienen en el Puerto de Punta del Este, algunos realizan junto a familiares, todo el proceso de pescar, limpiar y vender el pescado, otros puestos de ventas  son de revendedores que simplemente participan de esa etapa del proceso.

Conversando con un pescador (4) que participa de todo el proceso, en enero del 2006 comenta : “ Hay que salir a la mar a eso de las 4 de la mañana, la hora depende de la época del año, algunas veces hasta de la cantidad de las especies que  capturamos. El pescado escasea, hay que ir varias millas mar adentro, pero tenemos límites para ir y algunas veces el pescado está más adentro y volvemos sin nada….Son entre 6 a 8 horas de mar, depende de varias cosas, el estado del tiempo también hace que algunos días no podamos pescar. Los gastos son los mismos, pesques mucho, o no traigas nada. Hay que pagar el combustible, a nosotros no nos dan el combustible, lo pagamos sin beneficio alguno en el precio. A eso hay que sumarle lo que gastamos para “encarnar”,hielo, la comida, el tiempo que necesitamos para limpiar y presentar el pescado en el puesto de venta, el empleado que pagamos y una sarta de otros gastos en todos los materiales de pesca. Vendemos entre 20 a 30 kilos en invierno, a 200 ó 300 kilos en verano, pero mire que todo depende de si hay pescado y de si se puede salir  a la mar. ¡Yo que sé cuánto gano!, la otra vuelta me senté con mi mujer a sacar cuenta, en 15 días no habíamos logrado sacar $10 000 libres en quince días de temporada, que le voy hacer es lo único que tengo…!.

Diferentes situaciones, pero todas dentro de la realidad de una temporada estival uruguaya, la pregunta de rigor ¿ cómo evaluamos estas instancias laborales?.

La zafral del vendedor ambulante, mirada con los ojos de empleados que ganan $8000 mensuales por atender al público en un mostrador, puede ser calificada de ¡fue excelente!. Mirada desde la dimensión de los organismos recaudadores del Estado uruguayo ¡Fue un desastre!, no les aportó un solo peso. A los ojos del pescador artesanal es apenas una forma de vida y trabajo de “subsistencia”, pero significa un mínimo aporte a los organismos recaudadores. ¿ La actividad de temporada de estos protagonistas fue positiva o negativa ante los ojos de los evaluadores?. ¿ Qué es positivo y qué es negativo en términos de evaluación de una temporada turística? ¿ qué es lo bueno y qué es lo malo en una temporada turística?. ¿Qué criterios de evaluación usamos? ¿Cómo lo aplicamos?,¿ Para qué lo queremos saber?.¿Cómo sustentamos los datos?.

Las interrogantes son múltiples y de una variada gama, simplemente pretendemos que se quede con la reflexión y nos ayude a saber ¿qué evaluación hacemos de la temporada?, ¿para qué la hacemos?,¿quiénes la deben hacer?, ¿qué metodología utilizar para salir de la subjetividad de nuestras vivencias?.

Lo del comienzo vuelve a quedar planteado: “estamos muy cerca de la temporada de turismo de sol y playa en Uruguay,  con ella comienzan las clásicas preguntas de ¿ qué evaluación hace de esta temporada ?”.¡ Nos gustaría también conocer  sus parámetros, si es que la puede evaluar!.

Acerca de la autora

Silvia Fuentes Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.  es Socióloga, Directora de la Consultora PROPUESTAS; desde 1991, se dedica a la Investigación de Mercado, básicamente del sector turismo, en el este de Uruguay y es Directora del Quincenario TURISMOINTEGRADO, miembro del CIPETUR.

2) HOFFMAN, J. (1999), “Cap. 1: “Evaluación y construcción del conocimiento”, en: La evaluación: mito y desafío: una perspectiva constructivista, Mediaçäo, Porto Alegre.3) El artesano vendía remeras, collares y pañuelos.  4) Este pescador estaba  adherido al sistema de monotributista. ante el BPS.