La idea de efectuar un ajuste de tarifas -que rige tanto para la banda positiva como negativa o máxima y mínima- comenzó a gestarse en agosto. Entonces, con el beneplácito de la Secretaría de Transporte, las empresas que operan en cabotaje comenzaron a trabajar en los argumentos que justificaran el ajuste y a fundamentar por qué el aumento debería ser selectivo.

Es decir, no igual para todas las rutas. Casi dos meses después la Presidenta firmó el decreto que establece un incremento del 20% para todos los destinos. Nada sobre las clases Business, nada sobre la posibilidad de ofrecer servicios diferenciales como en los micros. Nada tampoco para equiparar las tarifas de algunos destinos del sur con el resto del país. "No sé para qué nos hicieron trabajar sobre un esquema de tarifas diferenciadas", se quejó un empresario.

La presión de las empresas de micros de larga distancia sobre el ministro de Transporte -que se quejaban porque ir en avión resultaba más económico que en micro- finalmente pudo más que la necesidad de las aerolíneas. El último aumento de tarifas había sido en abril y mayo del año pasado -18% y 18%-, justo cuando el Grupo Marsans, asfixiado, terminaba por aceptar que un empresario argentino, sugerido por el gobierno, ingresará a la empresa.

Finalmente la llegada de Juan Carlos López Mena no fué posible y la empresa terminó por pasar a la órbita estatal.

fuente: Aviación News