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Domingo, 17 Junio 2007 19:19

La receta de la parrilla

18 JUN 07 - PDU
Argentinos, brasileños, paraguayos y uruguayos son famosos por atribuirse la mejor receta del asado, la parrilla o del churrasco.

Independientemente de los ingredientes o del corte, estos países forman el principal bloque proveedor mundial de carne y son también los que más han sufrido con la fiebre aftosa, un enemigo invisible. La enfermedad que deja aftas y llagas en el hocico y en las patas de los animales ha dejado en los productores las marcas de la falta de planificación e integración entre los países del Cono Sur. El mal, que llegó al continente con animales europeos y se extendió hace 60 años, es  la principal causa de embargos de las carnes sudamericanas en la Unión Europea, uno de sus principales compradores.

Los daños causados por cada foco son altos, aunque difíciles de calcular. En Argentina, donde las exportaciones de carne el año pasado alcanzaron US$ 1.300 millones, las pérdidas por aftosa fueron estimadas entre US$ 350 millones y US$ 500 millones anuales. El país recuperó en marzo de este año la certificación de “libre aftosa con vacunación”, nivel inferior al soñado “libre sin vacuna”. En Paraguay, productor de 3% de la carne vacuna que se consume en el mundo, un brote de esta fiebre comprometería una de sus principales fuentes de divisas. El año pasado recaudó por esta vía US$ 508 millones.

Responsable por 28% de la producción mundial y 48% de las exportaciones de carne vacuna, según datos del Consejo Agropecuario del Sur (CAS), la región tiene dos caminos: o erradica la enfermedad o se resigna a sufrir perjuicios en uno de sus sectores más exitosos. La primera opción no es imposible de conseguir. Sólo se necesitan US$ 41 millones y un poco de integración entre empresarios y gobiernos, de acuerdo al Grupo Interamericano de Erradicación de Fiebre Aftosa (Giefa), órgano vinculado al Centro Panamericano de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El plan de Giefa está compuesto por una combinación de pequeñas acciones, pero capaces de erradicar el mal del mapa en cinco años. “Son esfuerzos relativamente pequeños, como ayudar a Bolivia a adquirir motocicletas y barcos para distribuir vacunas”, dice Philip Bradshaw, director del Giefa. El monto necesario para llevarlo a cabo (US$ 41 millones) es un valor ínfimo, considerando que los cuatro miembros del Mercosur exportaron US$ 6.800 millones de carne vacuna en 2006.

No obstante, la parte más difícil es la coordinación de políticas y la generación de acuerdos entre los gobiernos y empresarios para gestionar los recursos, muchos de los cuales provienen de entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo  y el Banco Internacional para Reconstrucción y Desarrollo (BIRD).

Lo poco que se ha avanzado en integración, no obstante, ha conseguido resultados notorios. El número de focos de aftosa ha caído vertiginosamente en Sudamérica: de 16.000 en 1976 contra apenas 21 el año pasado –en el intermedio, hubo un momento muy grave cuando en 2001 Argentina detectó casi 2.000 brotes–. Gran responsable de este descenso está en la coordinación de políticas internacionales, especialmente enfocadas a enfrentar el problema en las fronteras, donde el mal se concentra y se irradia. Brasil, principal productor mundial de carne, tiene frontera con todos los países sudamericanos, con excepción de Chile –que tiene la mejor situación sanitaria–, y Ecuador, lo que lo convierte en el país con más riesgo de contaminación. Uruguay y Paraguay, que no tienen focos de aftosa, también se perjudican por tener límites con Argentina y Brasil –libres de aftosa con vacunación– porque la Organización Internacional de Epizootias (OIE) define un laudo para toda la región. “Como es una enfermedad fronteriza requiere una integración muy grande en las acciones”, dice Jorge Caetano Junior, director del programa de protección agropecuaria del Ministerio de Agricultura brasileño. 

Sin querer repetir el descuido de 2005, cuando un foco de aftosa en Mato Grosso do Sul casi derribó sus exportaciones, el gobierno brasileño inició hace dos años una fuerte campaña de vacunación y protección, que incluye acuerdos y apoyo a los vecinos. “Hubo un cambio muy grande en el gobierno federal y en el de Mato Grosso do Sul, que vienen trabajando muy bien en la región, algo que no ocurría en el gobierno anterior”, dice  Sebastião Costa Guedes, presidente del Consejo Nacional de Pecuaria de Corte (CNPC) y ex director del Giefa.

El paso más importante se dio en marzo pasado, cuando, en Santa Cruz de la Sierra, los miembros del Mercosur y Chile reunieron al Consejo Agropecuario del Sur (CAS) para discutir un proyecto de combate a la aftosa. Basados en un informe científico de la OIE, los delegados establecieron un cronograma de dos años de trabajo y acordaron no depender más de “acciones individuales de los países, sino de una instancia de coordinación y supervisión regional”.

Tras el encuentro, Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia iniciaron un plan de control y erradicación de aftosa que definió como zona de vigilancia extrema un área de 15 kilómetros en cada lado de las fronteras comunes, evitando la circulación viral y futuros focos. Además, hubo acciones de subsidio: Brasil le donó a Bolivia en abril un millón de dosis de vacunas. El país, que tiene 8 millones de cabezas de ganado, ya había recibido otro millón en diciembre como parte del plan de acciones de Giefa.

Brasil y Paraguay ya están realizando un trabajo conjunto, que incluye la vacunación simultánea en sus fronteras. El plan del CAS considera el seguimiento de los ciclos de vacunación tanto en el Mercosur como en los países del eje Ecuador, Colombia y Venezuela. Ecuador, por ejemplo, inició en mayo su campaña de vacunación, y debe importar 3,5 millones de vacunas de Argentina por US$ 1,2 millón para atender 85% de sus 4,5 millones de reses.

La dificultad es que este proceso de integración se mantenga, a pesar de los intereses en conflicto. Los ganaderos del bloque están atentos al crecimiento de Brasil en el mercado mundial. En el primer trimestre de este año, las exportaciones de carne vacuna brasileña crecieron 32,2% respecto del mismo período de 2006, mientras que Argentina y Paraguay vieron caer sus ventas a Rusia –uno de sus principales clientes– casi en el mismo ritmo. La principal razón sería que Brasil bajó sus precios para recuperar el espacio perdido con los focos de aftosa en 2005. 

Según Ernesto Ambrosetti, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, su país viene perdiendo mercado no sólo frente a Brasil, sino también frente a Uruguay por precios y porque el país dejó de ser confiable en las entregas, debido a las restricciones a la exportación del gobierno.

Otro momento de tensión ocurrió en febrero, cuando Jamil Gomes de Sousa, máxima autoridad brasileña en sanidad animal, dijo que Paraguay tenía focos de aftosa. Los empresarios paraguayos  acusaron a Brasil de culparlos cada vez que aparece un foco en Mato Grosso do Sul. Más diplomático, el viceministro de Ganadería paraguayo, Gerardo Bogado, pidió a sus productores que paren las luchas intestinas contra los socios y vean como competidores a potencias como la Unión Europea (UE). Y tiene  razón. Según Richard Brown, director de la consultora sueca Gira, los bajos costos de las carnes sudamericanas hacen que la UE muestre sus “puntos débiles” como cuestiones sanitarias y ambientales. Si el Mercosur cuida  sus reses, podrá probarles a los europeos quién hace la mejor parrilla. Los cuatro miembros del bloque tienen los ingredientes y el mejor precio.

por Verónica Goyzueta
São Paulo
para América Economía.