Igualmente, admito que me gusta embriagarme todos los días con “turismo”, ya que leo y escucho todo lo que puedo para estar informado y de esta forma desarrollo mi tarea profesional actualizado continuamente.

Aun con esta dedicación, sabemos que nunca alcanza ya que día a día aprendemos cosas que nos hacen recapacitar o cambiar de juicio o agregar conclusiones que optimizan nuestra opinión.

No hace mucho tiempo atrás(N.de R. el 20 de octubre) realicé una presentación para la Camara Uruguaya de Turismo en el Hotel Radisson a la que llamé “Ralentización” (La historia de la Sandía Cuadrada),  donde expuse mi parecer en torno a como nos afectaría en materia turística el actual caos financiero mundial.

Entendí en aquel momento y sigo pensando igual que ésta era una situación generada en el norte y que si bien no debíamos vivir ajenos a ella, un paraguas al menos debíamos tener.

Para no quedar como comentarista tan solo de la situación, dí algunas sugerencias , dije que cosas se podrían hacer y también conté una experiencia japonesa que nos mostraba como salir de un estado crítico en un rubro que no era de fácil consenso.

A esto que yo le llamo “el Efecto Coca Cola”, porque comenzó en la tierra de los “yanquees”, considero que turísticamente tenemos que enfrentarla con inteligencia, pero principalmente con consenso y a esto último es lo que mas deseo referirme en otra actividad.

Es destacable como actualmente, (aunque viene de un trabajo de varios años), el rubro vitivinícola ha proliferado en su promoción en el exterior y es loable el tipo de mentalización que están teniendo los empresarios en cuanto al rol que juegan en esta red.

Por otra parte las diferentes Asociaciones e Instituciones que nuclean a Bodegueros, Granjas y rubros afines han acompañado las acciones de forma brillante y con ganas no solo de crecer en su rubro, sino también se vienen destacando en materia turística.
 
No tuvieron inconvenientes en juntarse y declararle la guerra al “efecto Coca Cola” y cortarlo, con NUESTRO VINO NACIONAL.