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Domingo, 27 Septiembre 2009 19:04

El Día del Patrimonio… ¿pasado o futuro?

por Alejandro Butler
El Día del Patrimonio es una fiesta popular que nunca logró atraerme especialmente. Tampoco la noche de la nostalgia… será que me deprime que las dos fechas que movilizan más gente en el Uruguay son celebraciones que miran al pasado y no al futuro.



Sin embargo debo reconocer que es un placer ver tanta gente en la calle en ambas ocasiones. Esos días Montevideo parece despertarse de su siesta cotidiana y se parece un poquito en su movimiento a las grandes capitales de nuestra región, aún sin perder su escala amigable.

El Día del Patrimonio desde el año pasado pasó a ser el Fin de Semana del Patrimonio, en atención a que demasiada gente se quedaba sin poder visitar muchos lugares y los responsables de cada sitio anfitrión se veía sorprendido ante tanto interés y así promovieron estirar la fiesta a dos días. Lo cierto es que aún así queda corto. No será que precisamos estirarlo aún más? Por ejemplo a una semana o a un mes? Y por qué no a todo el año?

Todo el año parece difícil, ya que sería una exageración pensar que hay suficientes uruguayos dispuestos a pasar todo el año visitando sitios de valor histórico, pero… y si invitamos a los turistas? No es eso acaso lo que sucede en Colonia? En Colonia todo el año es el día del patrimonio, o al menos, todos los fines de semana.

Pensar en el día del patrimonio como oportunidad me hace reconocer que es una de esas ideas diferentes que han ayudado a movilizarnos como sociedad. Pienso que habría que agregarle más elementos patrimoniales modernos, como se ha hecho con la Torre de las telecomunicaciones o Zonamérica. Pienso que es más valioso promover ese patrimonio reciente, que aquel del siglo pasado o de antes aún, ya que de no hacerlo, esta fiesta podría incluso convertirse en un elemento más de esos que nos tironean al pasado y no nos dejan avanzar.

Pensar en el día del patrimonio como un atractivo turístico me hizo pensar también cuáles son las principales atracciones de nuestro país, más allá de las atracciones naturales. ¿Cuáles podrían ser nuestras 7 maravillas?

Y me gusta buscar una respuesta a esa pregunta pensando en lo que hemos construido como uruguayos y que nos permite mirar hacia el futuro. Cuáles son las señales que hoy existen en nuestro país que nos recuerdan que se puede, más allá de nuestro tamaño como país.

No es una pregunta fácil, si busco las 7 maravillas uruguayas en la arquitectura y en la infraestructura, me vienen a la cabeza 1: el Palacio Legislativo (en primer lugar, probablemente condicionado por todo lo que representa el Parlamento Nacional como signo de la democracia), 2: el Estadio Centenario (es impresionante ver las fotos de su construcción y recordar la velocidad con la que se levantó), 3: La ciudad histórica de Colonia del Sacaramento; 4: la represa de Salto Grande, 5: el puente de la Barra (cuántos niños reclaman a sus padres ir a Punta solo para sentir esos segundos de vértigo infantil!), 6: la Torre de Antel, y a partir de la próxima semana, sin duda alguna, 7: el nuevo Aeropuerto Internacional de Carrasco.

Invito a los lectores a sugerir las suyas…

Y si vamos a expresiones culturales diría 1: un clásico en el Centenario (o un partido de la celeste contra Brasil o Argentina); 2: Las llamadas en el Barrio Sur; 3: El carnaval en sus diferentes expresiones, en especial, la murga en los tablados y el consurso oficial en el Teatro de Verano; 4: Las difrentes actividades de la “Semana de Turismo” (vuelta ciclista, criollas, etc.); 5: La exposición Rural del Prado; 6: El Día del Patrimonio; 7: La Noche de la Nostalgia.

Probablemente me esté olvidando de cosas importantes… ojalá tengamos mucho más que 7 atractivos de este tipo… Me encantaría incluir en esta lista el “Hecho Acá”, pero falta consolidarlo y proyectarlo como una inciativa de alcance nacional.

Y si repasamos las maravillas naturales, bueno, ahí mencionaría 1: Punta Ballena; 2: Las dunas del Cabo Polonio; 3: Punta del Diablo; 4: Las sierras de Minas (Arequita, Villa Serrana, el Salto del Penitente, etc.); 5: La Quebrada de los Cuervos; 6: Las sierras de Rivera en la zona de Minas de Corrales; 7: El campo uruguayo en especial los pequeños ríos y arroyos con sus bosques nativos y el típico paisaje “suavemente ondulado”.

No es poco lo que tenemos para mostrar y vale la pena mostrarlo bien a nosotros mismos y a quienes nos visitan, pero siempre pensando en que si fuimos capaces de crear y preservar eso, somos capaces de mucho más. Si en cambio es para regodearse en el pasado (como me da la impresión cuando veo las crónicas de prensa sobre este evento), entonces más vale empezar de nuevo y hacerlo rápido antes de que los talentos capaces de hacerlo se sigan yendo del país.

Las grandes obras y las grandes ideas siermpre tienen detractores. Las ideas “locas” valen! Ojalá nuestra sociedad tuviera más... ¿para qué construir un puente ondulado, si uno recto también cumplía la función de unir las dos orillas? Para qué complicarse con una Torre como la de ANTEL, si con un edicio recto y gris, alcanzaba? Para qué complicarse con un diseño como el del nuevo aeropuerto, si no era necesario para cumplir su función de aeropuerto.

Escribo estas líneas disfrutando de la vista de mi habitación en el Argentino Hotel de Piriápolis… Qué hubiera sido de esta zona del país, sin un Francisco Piria, idealista “loco”, aventurero, pionero. Bienvenidos todos los “Piria” uruguayos o no, que se animen a invertir en nuestro querido país para seguirnos recordando que se puede y que ser exitoso no es pecado, mal que le pese la envidia a demasiados.