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Miércoles, 30 Enero 2008 19:43

Aracataca busca a Macondo

 por Déborah Friedmann

30 ENE 08 PDU
Sin agua potable y con escasa infraestructura, la localidad donde nació el escritor Gabriel García Márquez apuesta a mejorar para convertirse en un sitio turístico de referencia.
Ya llegan visitantes, que buscan la magia de Macondo.

En Aracataca, tierra natal de Gabriel García Márquez e inspiradora de Macondo, se puede caminar entre las mariposas amarillas que perseguían a Mauricio Babilonia en Cien años de Soledad o ver a Remedios, la bella, elevándose hacia el cielo. Lo que no es tan fácil es conseguir una obra del Nobel de literatura. En la "cuna de Gabito" no hay librerías. Las pocas ediciones del escritor disponibles se comercializan en un bar, carecen de firma editora y La mala hora es atribuida a "Gabriel García Márques" (sic).

Esa es sólo una de las tantas singularidades de Aracataca, un pueblo que sin hoteles, con cortes de luz frecuentes, agua potable durante pocas horas al día y su primer restaurante inaugurado hace un mes -"Gabo", ¿podría tener otro nombre?- intenta hacerse un lugar en el mapa turístico colombiano.

"Es un rincón macondiano", dicen algunos lugareños. Parecen tener razón. El propio alcalde del pueblo, Fosy Marcos María, está libre por un episodio que bien podría catalogarse de realismo mágico.

En una de sus anteriores gestiones, en 1999, estuvo cuatro meses secuestrado por la guerrilla. Para liberarlo, sus captores pretendían una señal de que el pueblo lo apoyaba. Así que se les ocurrió que todos apagaran la luz a determinada hora. Lo hicieron, pero algunas viviendas quedaban encendidas. Es que muchos estaban colgados a la red y no podían cortar el suministro. "Por suerte, alguien se dio cuenta y bajó la llave que alimentaba con corriente a todo el pueblo", cuenta Marcos María, entre risas.

La localidad, donde hoy viven 32.000 personas, tiene otras particularidades, que al menos la hacen singular. Aracataca integra Magdalena, una zona donde la mayoría de las autoridades -el gobernador, cuatro de cinco senadores y la misma proporción de diputados- están presos por haber tenido vínculos con grupos guerrilleros.

En ese municipio había hasta hace poco 518 funcionarios públicos. Hoy, son sólo 18, y el trabajo funciona "bien de bien", dice Pedro Sánchez, el entonces alcalde (hubo cambio el pasado el 1º de enero). "Hay menos burocracia", ironiza.

En Aracataca sólo viven dos familiares de García Márquez, Ricardo y Sivenis Arias, pero al parecer algo de la singularidad del talento del Nobel quedó en el pueblo. Tony, de 9 años, hace figuras con plasticina. Sí, como tantos otros niños de su edad. Aunque no muchos de ellos son convocados, como Tony, por universidades para dar clases sobre su arte.

Valentina, una niña de 6 años, es presentada como la nueva promesa literaria de Aracataca. Aprendió a escribir a los 4 años, ya desde hace tiempo asiste a un taller de narrativa y por estos días tiene varios cuadernos con cuentos de su autoría. "Escribo de lo que sucede a mi alrededor", afirma. Además, Valentina lee y anota cuidadosamente cada volumen que pasa por sus manos, entre los que figuran Mafalda y varias obras clásicas.

EL TELEGRAFISTA. Palmeras y más palmeras es lo que se observa en los kilómetros previos a llegar a Aracataca, a unas tres horas de ómnibus desde Barranquilla. El nombre del pueblo viene del río, que se dice Ara en lengua chimila y Cataca, como se llamaba en la época de su fundación a la persona que mandaba. Los lugareños le dicen simplemente Cataca.

El calor es la primera característica del lugar. Después del mediodía, con 40 agobiantes grados, las calles están casi desiertas. "Desde mi nacimiento oí repetidamente sin descanso que las vías del ferrocarril y los campamentos de la United Fruit Company fueron construidos de noche, porque de día era imposible agarrar las herramientas recalentadas al sol", narra García Márquez en Vivir para contarla.

De todos modos, el calor no les hace perder la alegría ni la hospitalidad. En una tarde de diciembre, varios hombres que permanecen al aire libre descansan bajo la sombra de un árbol, mientras que algunas mujeres lavan ropa en uno de sus canales, entre conversaciones y canciones. Los niños escapan al sopor a su manera: se tiran al agua una y otra vez.

Las calles están sumamente limpias, sin basura a la vista. Las casas son prolijas, pintadas de colores vivos y los pobladores, dedicados mayoritariamente a la producción de bananas y de aceite, son más que simpáticos.

En el Centro, el vallenato, un género musical que nació para transmitir noticias de un sitio a otro, suena a cada paso. Los puestos callejeros que ofrecen bocaditos de cerdo y carne y jugos de frutas se mezclan con personas que por veinte centavos de dólar permiten hablar un minuto por teléfono celular. El billar es una de las diversiones principales de los jóvenes, que lo juegan hasta altas horas de la noche.

Al atardecer, el calor se torna menos denso y la Iglesia San José, donde bautizaron a García Márquez, está repleta. Afuera, en la Plaza Simón Bolívar los "bicitaxis" -bicicletas de tres ruedas con asientos para dos personas, además del conductor- son el único transporte público y esperan a quienes deseen ser llevados.

A pocos metros de la plaza, la Casa del Telegrafista es uno de los íconos de Aracataca, declarada monumento histórico nacional por el Ministerio de Educación y Cultura en 1996. En ese lugar trabajó, entre 1924 y 1926, Gabriel Eligio, el padre de García Márquez y desde allí logró mantener el contacto con Luisa Santiaga, mientras ella viajaba por Barrancas, de pueblo en pueblo, en un intento de los padres de la novia por separar a la pareja. Esa historia de amor sería la inspiración de El amor en los tiempos del cólera.

La comunicación "permanente", dice García Márquez en Vivir para contarla, se hizo gracias a la "complicidad de los telegrafistas de los siete pueblos donde ella y su madre iban a pasar antes de llegar a Barrancas". ¿Habrá sido así? Eso poco importa. "Una de las peores fuentes para saber sobre Gabito es el propio Gabito", dice entre risas su hermano, Jaime García Márquez. Sea como sea y casamiento de por medio, el 6 de marzo de 1927 nacía Gabriel José de la Concordia, el primogénito de la familia.

MACONDO. El 28 de abril de 1915, doce años antes del nacimiento de García Márquez, Aracataca había obtenido la categoría de municipio. Previo a eso, comunidades indígenas fueron desalojadas por la United Fruit Company, que comenzó a invadir sus terrenos para construir las viviendas e instalaciones para el nuevo gran emprendimiento de producción bananera, cuenta Rubiela Reyes, guía turística.

Del nombre de una finca ubicada en el área bananera que aún existe, por donde pasaba el tren, García Márquez tomó el nombre de Macondo. En la zona hay además un árbol que se llama así y mucho tiempo después, descubrieron que también es el nombre de una tribu indígena en Angola.

"Para mí Macondo es cualquier lugar de Sudamérica que haya sufrido lo que este pueblo sufrió", dice Rubiela. Inmediatamente, nombra la masacre del 6 de diciembre de 1928, un episodio poco claro. Para algunos no hubo muertos. Otros, como Rubiela, dicen que fueron más de cien entre mujeres, niños y trabajadores y García Márquez escribió en una de sus novelas que llegaron a tres mil para "conservar las proporciones épicas del drama". "Y la vida real terminó por hacerme justicia: hace poco, en uno de los aniversarios de la tragedia, el orador de turno en el Senado pidió un minuto de silencio en memoria de los tres mil mártires anónimos sacrificados por la fuerza pública", señala en Vivir para contarla.

La United Fruit Company se retiró a fines de los 60 y desde entonces Aracataca lucha nuevamente por salir adelante. Para muchos, promocionarse como "la cuna del Nobel de Literatura" es la puerta que les permitirá crecer en el futuro. De todos modos, hasta los más optimistas son conscientes de que les falta infraestructura -hoteles, restaurantes y circuitos- para que el turismo pueda tornarse masivo.

Entre sus pobladores hay quienes creen que García Márquez les traerá el ansiado progreso. "Estamos muy contentos de que el lugar se conozca. Estamos avanzando y con la difusión del sitio como cuna del Nobel, más", dice Alma Martínez, una ama de casa. Algo similar piensa Manuel Pérez, un profesor. "Claro que me gustan los turistas; que vengan aquí, a conocer la casa de García Márquez", dice.

Otros habitantes de Cataca son más escépticos. Mientras un par de periodistas-turistas se toman fotografías en la estación de tren, una pareja de jóvenes se muestra sorprendida con la escena. "¿Qué estarán retratando? No puede ser la estación", comentan entre risas.

Al menos por ahora, Macondo seguirá en la literatura y la imaginación. El año pasado, una propuesta para sumar a Aracataca el nombre de Macondo naufragó. Hubo más adhesiones que votos en contra (3.600 contra 250), pero se necesitaban que al menos participaran del plebiscito 7.400 personas. Lo que sucedió, al parecer, no fue desinterés sino en que en esa elección se desistió de una práctica habitual en la zona: incentivar a los votantes con dinero o insumos, según el alcalde Marcos María.

De todos modos, los promotores de que Aracataca se convierta en un punto de atracción turística no desisten y planean acciones para que haya más servicios hacia los visitantes. Trabajan en la capacitación de operadores en turismo, cursos para dueños de locales y buscan generar un plan de préstamos bancarios para fomentar la inversión en restaurantes y hospedajes. "La clave, es convencer a la gente de que convertirlo en un centro turístico traerá progreso", dice Reyes.

Hasta ahora, el número de turistas es escaso, aunque va en aumento. Los que pasan por allí llegan de sitios tan diversos como Bruselas y la India. Muchos arriban sin tener casi idea de las obras de García Márquez, afirma Rubiela. Otros, van a buscar entre sus calles algo de la maravilla de Macondo. Ellos sin duda podrán ver más mariposas amarillas que las pintadas en la estación de Aracataca. Podrán cruzarse con Úrsula Iguarán, a quien tanto le gusta conversar con viajeros o con José Arcadio Buendía, maravillándose al ver por primera vez una barra de hielo. Es que, como dice García Márquez, "por fortuna Macondo no es un lugar sino un estado de ánimo, que le permite a uno ver lo que quiere, y verlo como quiere".

Regreso del Nobel de Literatura tras 24 años

"En Aracataca todos dicen llevar un García Márquez adentro y por ello también el Nobel de Literatura está presente en toda la localidad", dice Bernardo López Silva, de la Fundación Pro Aracataca.

Lo que extrañaron los cataqueros durante casi un cuarto de siglo fue la presencia de "Gabito". Seguramente por ello, el regreso del autor de Cien años de soledad a su pueblo causó tanto revuelo. El 30 de mayo de 2007, García Márquez llegó en el llamado "tren amarillo de Macondo" y todo Cataca salió a recibirlo entre bailes y vallenatos. "Miren a toda esta gente y después dicen que uno fue el que se inventó a Macondo", dijo García Márquez al ver la multitud.

Ahora, el tren que pasa por Aracataca sin detenerse, con 120 vagones que llevan 150 toneladas de carbón, no es esperado sino cuestionado por el Comité de Defensa de la localidad, cuyos integrantes afirman que trae problemas de salud y les impide la libre circulación.

Lo que hay que ver si llega de visita

Ni bien llegue a Aracataca, observará la figura de García Márquez. Murales, carteles, autobuses, hacen alusión al autor. Si busca información, puede ir a la Casa Museo (a dos cuadras de la plaza principal, Simón Bolívar) y de paso visitarla. Allí, su director, Rafael Darío Jiménez o la guía Rubiela Reyes podrán orientarlo en su recorrido. Antes de irse, encontrará al lado la biblioteca Remedios, la bella. Otro sitio a visitar es "La Casa del Telegrafista", donde trabajó Gabriel Eligio, padre de García Márquez. También está la estación de tren, decorada con mariposas amarillas, y el monumento a Remedios, la bella. No dude en hablar con los cataqueros; son muy amables.

Con críticas, restauran la casa de su infancia

La emblemática casa donde nació y vivió García Márquez hasta poco antes de cumplir los 10 años está en proceso de restauración con una inversión de U$S 500.000 del gobierno colombiano.

El sitio es catalogado como "Casa Museo", aunque por ahora cuesta imaginarse al corredor de las begonias, el taller de platería o el mítico mundo de los dormitorios. En el local se realizan variadas actividades culturales.

"A los interesados se les abren las puertas. No es gran cosa lo que van a ver, pero uno les explica", afirma la guía turística Rubiela Reyes.

La casa, construida por Nicolás Márquez, abuelo de Gabriel, a partir de 1912, pasó por numerosas manos, que tiraron partes abajo y la remodelaron.

La restauración fue criticada por allegados al escritor. "Les colocan columnas en el medio de las habitaciones. Dicen que de otro modo no soportan el peso. ¿Cómo las hicieron antes entonces?", dijeron.

De cincuenta secuestros se bajó a cero

"Hace cinco años en esta zona había cincuenta secuestros por año. En esa época era muy difícil que los extranjeros llegaran aquí de turismo. Ahora hay cero secuestro y eso facilita que vengan más visitantes, afirma Pedro Sánchez, alcalde de Aracataca hasta el 1º de enero.

De todos modos, pocas horas después de escuchar a Sánchez, un grupo de periodistas latinoamericanos que asistían en Aracataca al taller de Periodismo y Literatura de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, comenzaron a recibir custodia policial, que los acompañaría durante toda su estadía en la localidad.

El dispositivo fue realizado por precaución ante el eventual interés que podría despertar la presencia de un grupo de reporteros de la Fundación presidida por Gabriel García Márquez, que estaban acompañados por su hermano, Jaime García Márquez y su esposa Margarita.

Veinte días más tarde, mientras el mundo se conmovía por el reencuentro de Claras Rojas y su hijo Emmanuel, seis turistas colombianos (uno de ellos con nacionalidad noruega) fueron secuestrados en una playa en el noroeste de Colombia, por un comando que, según la Armada de ese país, sería de la guerrilla de las FARC.

El próximo 4 de febrero habrá en Colombia y otros países una marcha para protestar contra los secuestros de las FARC. La iniciativa nació en la red social de Internet Facebook, recibió el apoyo del diario El Tiempo, del vicepresidente Francisco Santos y del canciller Fernando Araújo, quien estuvo secuestrado por las FARC durante seis años y logró escaparse tras deambular por la selva.


fuente: elpais.com.uy
fotos: Déborah Friedmann