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Lunes, 23 Junio 2008 05:06

Hace un mes que desde el vecino país los envían a Botnia a tomar cursos

 Una situación que puede catalogarse de paradójica se está dando en Fray Bentos, en la misma planta de la empresa Botnia. Varios funcionarios de Celulosa Argentina se movilizan con sus uniformes característicos
 entre el personal de las diferentes empresas que prestan servicios en Botnia.

 
La planta le aporta formación a los técnicos argentinos. Los funcionarios argentinos hace ya un mes están recibiendo de los técnicos finlandeses y uruguayos cursos de capacitación para utilizar el dióxido de cloro.

Y diariamente ingresan con sus característicos uniformes a la empresa de la polémica. El clima de compañerismo impera entre quienes deben compartir durante horas el mismo espacio físico, unos aprendiendo y los otros enseñando.

La presencia de argentinos en nuestra ciudad obedece a la capacitación que están recibiendo en la planta de Kemira, prestadora de servicios a Botnia.

Kemira anunció el pasado año una importante inversión en Santa Fe para proveer materia química a la empresa argentina, a efectos que ésta pueda reconvertirse tal cual o marca el Plan de Reconversión de la Industria de Celulosa y Papel (PRI-CePa).

La presencia de los argentinos no ha pasado desapercibida para los uruguayos que son 98% del personal en Botnia, quedando solamente en la planta unos 20 finlandeses, a los cuales la situación de los argentinos capacitándose en Botnia les parece una cosa normal.

El 78% del personal que presta servicios en Botnia es del interior del país, siendo 35% oriundo del departamento de Río Negro. Nacidos en Fray Bentos hay 175 funcionarios.

Celulosa Argentina fue fundada en el año 1929, trabaja en la producción de papeles de alta calidad, y en el año 2007 fue comprada por el grupo Tapebicuá, que adquirió 97,6% de las acciones de la Fábrica Nacional de Papel. A partir de esta compra se puso más cuidado en el uso de los recursos y la protección del medio ambiente.

Tiene dos centros industriales ubicados en Capitán Bermúdez (Provincia de Santa Fe) y Zárate (Provincia de Buenos Aires). "Celulosa Argentina se ha especializado en producir papeles para impresión y escritura, utilizando como materia prima la celulosa kraft blanqueada de eucalipto, proveniente de bosques renovables. Entre las dos plantas cuenta con una capacidad de producción anual de 180 mil toneladas de celulosa kraft blanqueada de fibra corta y papel. La facturación anual por ventas de papel y pulpa ronda los 150 millones de dólares. El 65% de ventas de papel se colocan en el mercado local, abasteciendo distintos segmentos de mercado (editorial, formularios, resmitas, impresiones generales e industria). El resto es exportado a diferentes países de América, Europa y Africa", se informa en el sitio web de la empresa.
La planta emplea alrededor de 700 operarios.

Historia plagada de paradojas

Argentina denunció como un proceso contaminante el blanqueo de pulpa de celulosa por el método Libre de Cloro Elemental (ECF), sin embargo la Unión Europea lo considera dentro de las mejores técnicas disponibles. Explica la UE que dichas técnicas son las más eficaces para alcanzar un alto nivel de protección del medio ambiente en su conjunto. Su aplicación es usada en condiciones económica y técnicamente viables, aunque tales técnicas deben ser adaptadas y actualizadas en forma progresiva a medida que sean identificadas otras nuevas que cumplan las exigencias de gestión y desarrollo sostenible.

Años después de esta denuncia, Argentina adopta estas técnicas y las plantas de celulosa del otro lado del río están obligadas ahora a reconvertirse.

Sin embargo según publicación de "Eco Uruguay", el país vecino está aún muy lejos de la legislación uruguaya, ya que se crea un acuerdo compromiso para la reconversión, mientras nuestro país tiene una ley. "El Estado argentino pedirá información a las empresas y la tomará como una declaración jurada. El Estado uruguayo la verifica, a través de un proceso de Evaluación de Impacto Ambiental. Argentina toma ahora las pautas de la Unión Europea sobre Mejores Tecnologías Disponibles, las mismas que tomó Uruguay desde el comienzo de este proceso".

En documentos oficiales de la Jefatura de Gabinete de Ministros (2007) denominado Año de la Seguridad Vial en la Argentina, se establece el convenio entre la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y la empresa Celulosa Argentina cuyo objeto es, "la profundización de la reconversión productiva que se viene desarrollando en las instalaciones industriales de la empresa".

Al conocer los asambleístas de Gualeguaychú que la empresa finlandesa Kemira invertiría 13 millones de dólares para proveer dióxido de cloro a Celulosa en Capitán Bermúdez, para así poder abandonar el blanqueo de papel con cloro, se estableció la polémica el pasado año.

Fue la misma empresa Kemira la que en un comunicado informó que construiría "una unidad de dióxido de cloro en Capitán Bermúdez, Argentina, para el molino de pulpa de Celulosa Argentina" y que la misma estaría operativa "a principios de 2008".

Se produjeron enfrentamientos y cruce de cartas entre el entonces gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti y el gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid, incluso la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú votó una moción de repudio a la instalación de Kemira en Capitán Bermúdez.

Luego de los reclamos de Busti, Obeid afirmó que Celulosa Argentina "está buscando nuevas tecnologías que le permitan no contaminar. A esta cuestión la ha seguido de cerca la Secretaría de Medio Ambiente y bienvenida será toda posibilidad de lograr nuevas metodologías en la producción, como por ejemplo, la que permita eliminar los desechos de cloro para evitar la contaminación". "No corresponde que yo mantenga una reunión con los ambientalistas" decía en plena polémica.

 

EN GUALEGUAYCHU NO LO SABIAN


En Gualeguaychú, los integrantes de la Asamblea Ambiental desconocen esta situación que se está dando en Botnia, y seguramente al hacerse público este informe nuevamente surgirá la polémica. Mientras tanto, los funcionarios argentinos van adquiriendo conocimiento sobre métodos aprobados por la Unión Europea para aplicar en sus propias plantas, mientras el piquete de arroyo Verde ya lleva 19 meses, sin que nadie desde las esferas oficiales reclame poder circular libremente por esa ruta que también es argentina.

El piquete, a su vez, se transformó en la autoridad diplomática argentina que autoriza o no a cruzar la frontera. Allí, aún se otorgan salvoconductos para cruzar en recetas de dentista.

Los asambleístas impusieron un insólito control en la frontera: crearon una "tarjeta vecinal" que les permite a quienes ellos decidan cruzar el piquete. Ya emitieron unas 200. Dicen que es para aquellos que trabajan en Uruguay. Pero también para aquellos que viven entre el piquete y la frontera uruguaya.

Diario La República