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Jueves, 29 Enero 2009 09:49

Libertad de Prensa, dos historias en una sola nota

 Por diferentes motivos, creemos oportuno publicar por primera vez en el Diario, dos historias que están colgadas en el Blog Editorial de este sitio, desde el mismo comienzo, desde agosto de 2006.


Las redes del poder – Como se mueve la política para, con sutileza, evitar la crítica y la investigación. La experiencia que nos hizo endurecer nuestra visión de la gestión pública en el Uruguay, a partir del éxito comercial y del fracaso periodístico.

La amnesia del poder –Como, contrariamente al hecho anterior; la correcta tarea periodística, el mantenimiento de los principios y de la ética, en Uruguay, equivale al fracaso comercial.

Las redes del poder

Siempre entendimos que un periodista especializado en turismo, además de cumplir con los requisitos implícitos en la función, o sea, la descripción de entornos naturales, la cobertura de eventos empresariales y sociales, las entrevistas, los reportajes, debía, fundamentalmente, abarcar el terreno de la opinión. El análisis, la crítica, la sugerencia.
En eso estábamos; habían transcurrido apenas , las primeras semanas de edición del suplemento Rutas y Destinos, los días viernes, en el matutino La Mañana y el vespertino El Diario, ambos de la misma empresa.
En la página 2, aparecía la nota editorial; siempre con nuestro estilo marcado, cada semana el mismo ejercicio, el señalamiento de las carencias del sistema , particularmente las omisiones en la acción estatal y multiplicidad de sugerencias.
Además de los lectores habituales de los medios referidos, nos asegurábamos, distribución extra mediante, que le llegase un ejemplar a cada empresa de la actividad y a las autoridades.
Una tarde, al llegar a mi oficina , encuentro que me aguardaba un funcionario de Difusión del Ministerio de Turismo; el motivo de la visita fue resumido en una frase: “el Ministro lo quiere conocer personalmente, le invita a una reunión en su despacho”.
Cuando el visitante se retiró, repasamos mentalmente los temas abordados hasta el momento, intentando adivinar el porqué de la convocatoria.
Recién en ese momento, caímos en la cuenta que en lo que iba de esa administración, jamás habíamos pisado el ministerio.
El encuentro se produjo a los pocos días; durante la charla, supimos que todas las jerarquías de esa secretaría, incluido el ministro, eran lectores nuestros.
Ni el más mínimo reclamo, ningún condicionamiento, solamente comentarios elogiosos a nuestro trabajo y el ofrecimiento de todo el apoyo posible a nuestra tarea.
Para cualquier medio de comunicación, del nivel que sea, en el Uruguay, la publicidad oficial puede llegar a ser tan determinante que en algunos casos, carecer de ella, significa, lisa y llanamente su inviabilidad; hasta ese momento, nuestra publicación no contaba con ese aporte, por dos motivos muy claros: nuestra pretensión de periodismo independiente en primer lugar y la inexistencia del “lobby” necesario para acceder a ella si nos lo hubiésemos propuesto.
No solamente comenzamos a tener generosas sumas de centímetros contratados en el suplemento; la preferencia y el favoritismo por el medio y nuestra persona llegaron a extremos que casi sin darnos cuenta, comenzamos a vivir experiencias hasta ese momento insospechadas como ser uno de los pocos disertantes, único periodista, en una recordada jornada en el propio Salón de Actos del Edifico Libertad; a acompañar por todo el territorio nacional a la comitiva oficial y ocupar la mesa central en las presentaciones junto al ministro y el subsecretario; recibir una distinción en forma de insignia dorada con el Escudo Nacional en acto público; todas las facilidades, incluidas las instalaciones, personal, materiales, fotocopiadoras, impresiones, etc. para la fundación del Círculo de Periodistas Especializados en Turismo.
Durante todo ese tiempo, cada semana, debíamos escribir un nuevo editorial.....de esa forma descubrimos una faceta desconocida de nuestra personalidad, el equilibrismo.
Nuestra conciencia nos impedía la obsecuencia, la realidad, la cruda realidad, nos aconsejaba simplemente: “aprovechar mientras dure...”, nunca tan oportuno el recuerdo a Olmedo...”..éramos tan pobres...”.
Pasó el tiempo, vino otra administración, el ministro del caso retornó plenamente a la actividad privada y entre sus nuevas funciones, fue elegido para ocupar un cargo en una prestigiosa mutualista. Un médico, familiar muy cercano, conociendo mi “estrecha” relación con el personaje de la historia, me sugiere que lo llame para ver si podía conseguirle una entrevista a efectos de plantearle un tema laboral dado que cumplía funciones profesionales en esa sociedad médica.
Sin dudarlo, marqué los números correspondientes, me atendió una secretaria, me identifiqué, pedí hablar con él, me atendió y cuando, luego de saludarlo, comencé a
explicar el motivo de la llamada, me interrumpió y me dijo: “ discúlpeme, usted sabe que no lo ubico, no sé quien es usted....”
Habían transcurrido unos pocos meses del alejamiento de la cartera; descarto la senilidad pues aún hoy, transcurrida más de una década, continúa en actividad.
Cuando esto sucedía, no tenía donde escribir mis editoriales, Rutas y Destinos era cosa del pasado reciente; ahora, cuando escribo este libro, me doy cuenta que ya es tarde y prescribieron las omisiones al rigor de mi ética periodística.

La amnesia del poder

Similar escenario . Durante la primera administración de izquierda en el Gobierno de Montevideo, se produce el sonado caso que finaliza con la solicitud de renuncia, por parte del Intendente, a varios jerarcas municipales; entre ellos, el Director de Turismo. El hecho desencadenante, por trascendidos, fue: “desprolijidad administrativa”.
La nota editorial de Rutas y Destinos de esa semana, obviamente, referida al tema.
No conocía personalmente al jerarca; investigué y llegué a la conclusión que el alejamiento de su cargo era de absoluta injusticia; no existía dolo. La inexperiencia en la actividad estatal, quizás buscando ser ejecutivo, le había llevado a pagar a ciertos proveedores de un evento con fondos propios o cheques personales (no recuerdo con exactitud la forma de pago) y posteriormente, cuando la burocracia estatal habilitó los fondos, recuperó su dinero.
El jerarca, por disciplina partidaria, debió aceptar que su cabeza rodara.
Fiel a mi estilo, sin importarme la filiación política del protagonista y quizás, sin evaluar exhaustivamente, la pertenencia ideológica y política del medio en que escribía, fundé el argumento de mi nota en la defensa del “infractor”, en la crítica al sistema y buscando dejar bien en claro, la honorabilidad del protagonista.
Ese viernes entonces, ese fue mi editorial.
A la mañana siguiente, día sábado, en el matutino La Mañana, en la primera página impar donde habitualmente salían las notas editoriales, un artículo firmado por el Director del diario, desautorizaba totalmente mi opinión; tomaba distancia de la misma y dejaba bien en claro que “ por tratarse de un suplemento de turismo escapó al control de la edición....”
Tuve que aguardar casi una semana para la réplica y bajo el título “Porque soy orejano”, dejé en claro que mantenía lo expresado en su totalidad, ratificaba todos mis dichos, que entendía el periodismo de una sola manera sin importarme a que doctrina pertenecía el medio en que escribía y sobretodo, cuando se trataba de aclarar una injusticia y defender la verdad.
No me despidieron porque no existía relación de dependencia, coproducíamos; pero, todos sabemos cuáles son las prácticas utilizadas cuando de hacer la gestión imposible se trata; terminamos yéndonos a las pocas semanas y nos quedamos sin tribuna.
Del jerarca en cuestión, recibí, a los pocos días, una esquela manuscrita agradeciendo mi actitud.
Pasaron los años; hace relativamente poco tiempo, producía y conducía un espacio radial en Radio Nacional; en mi faceta de productor comercial, entre algunos otros potenciales avisadores telefoneé al ex jerarca, esta vez en su condición de operador turístico. El propósito era solicitar una entrevista personal para presentarle mi oferta publicitaria. Al igual que el ex – ministro, dijo que... no me recordaba, que no me ubicaba....
Desistí del intento, no obstante ello, le mandé una carta; le resumí el currículo personal, le recordé el episodio de los editoriales de Rutas y Destinos y su desenlace; firmé con mi nombre, bajo la firma agregué “ alto. morocho, de lentes “....
La primer moraleja.......en Uruguay, si se pretende ser periodista de opinión, no hay que ser a la vez, productor comercial.... o sea, no hay que ser periodista de opinión..., mucho menos en turismo. La segunda moraleja....no confundirse...asumir, sobremanera antes de hablar por teléfono, que el periodista es eso, la función y para quienes ejercen el poder, en el terreno personal, la función, no tiene nombre ni rostro.
Lo positivo es la tercera moraleja....en Uruguay hay libertad de prensa.
El bricolaje; la burletería; el yenga; la rayuela; las carreras de embolsados y el arte de descular hormigas, son algunas de las actividades que confirman tal aseveración.

SAH