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Domingo, 08 Febrero 2009 22:34

Despidos por presión gremial

 por Luis Alejandro Rizzi

Como creo haberlo anticipado estoy clasificando toda la documentación que tengo en mi poder para describir lo que ocurrió en Aerolíneas Argentinas desde octubre de 2001 a la fecha.

Además de la documentación cuento con diversos testimonios, de ex funcionarios, funcionarios que en esa época ocupaban otros cargos y hoy perduran, empresarios, empleados de la propia Aerolíneas Argentinas y algunos dirigentes gremiales.

De algunos de ellos tengo sus quejas porque no eran atendidos ni recibidos ni por la empresa ni por el estado, otros compartían plenamente la gestión de Antonio Mata y hasta disfrutan de algún destino diplomático.

Por el contrario otros me han contado hasta la influencia que han tenido en la designación de cargos en la empresa y la línea directa que tenían y tienen con varios y muy importantes funcionarios.
 
Al respecto tengo una anécdota sobre la designación de un ex Gerente General proveniente de un grupo empresario.

La idea es también poder confeccionar este trabajo con alguna persona que haya estado del lado del grupo Marsans y que acepte mi futura propuesta, para que de ese modo pueda quedar en la historia del transporte aéreo argentino una versión objetiva de hechos tal como ocurrieron, sin perjuicio de mis opiniones que obviamente no serán omitidas y las del eventual co-autor.

Veremos que fue una historia que comenzó mal,  siguió mal durante 2002 a 2004, con una falsa calma y una apariencia de notable productividad, pese a que se deterioraba la situación económica de la empresa por el retraso tarifario vigente desde 2002, por la mora en la implementación de la emergencia del sector, con lo cual se comenzaba a socavar las bases de la economía de la empresa y finalmente se produjo un liso y llana acoso que terminó por liquidarla al punto que le ha tocado a la Presidente como ella dijo que   “…. me vengan a reclamar en El Calafate porque no les dieron el sándwich y los refrescos que contemplaba el pasaje.”

Le aclaro a la señora Presidenta que le han hecho un reclamo improcedente ya que el pasaje no incluye el suministro de alimentos a bordo. Mi posición al respecto es que quien quiere comer a bordo que pague.

En un viaje en tren de larga distancia, todas las comidas son pagadas por el viajero, no son suministradas por la empresa explotadora del servicio.

Alguien me decía refiriéndose a la expropiación de Aerolíneas Argentinas, “el que le roba a un ladrón tiene cien años de perdón”, pero ese dicho en cierta forma  tiene una dosis de cinismo ya que un ilícito no se purga con otro ilícito, pero en este caso de Aerolíneas Argentinas los hechos que consideré “ilícitos” no fueron tales ya que los tribunales argentinos los han bendecido por lo que no se le robó a ningún ladrón…

Desde el 17 de julio de 2008 cuando se firmó el acta de las dos fechas sucedió una suerte de tragedia ya que todos sabíamos el fatal final de la historia lo que no imaginábamos  era tantas desprolijidades juntas.

El desplazamiento de Marsans de Aerolíneas Argentinas dejó un recorrido que dista de ser liso y transparente.

Hasta el Congreso estuvo errado al resolver la expropiación.

Como principio se expropia lo que tiene valor por ello el pago de la previa indemnización como lo exige la constitución.
No se si las conductas omisivas podrían constituir delito, tampoco se si conductas activas  podrían exceder el campo de la responsabilidad política, pero imputar al grupo hasta ahora propietario de ARG por la situación de la empresa sería como responsabilizar al dueño de un cementerio por los muertos que alberga.

Estos tienen otra responsabilidad de la que ya hemos escrito y el Estado tuvo la suya, sin embargo por evidente desconocimiento de la trama  nunca se pudo entablar una negociación que contemplara las responsabilidades de cada parte.

Recién iniciado el trámite judicial de la expropiación accionaria, con el paradójico depósito de un peso como indemnización, el Estado ya asumió la dirección plena de la empresa aunque aun no le pertenece.

El pago de “un peso”  resulta paradójico ya que significa que por lo menos Aerolíneas vale un peso, es decir no tiene valor negativo, lo que es falso ya que sabemos que arrastra un pasivo que la lleva a tener un patrimonio neto negativo y en virtual situación de “cesación de pagos” si no fuera por los aportes que realizó y realiza el estado creo que hubiera quebrado varias veces….

En fin otra contradicción de algún sofista del derecho que tuvo que acomodar los vericuetos de la ciencia al servicio de ciertos fines, pero  sin advertir que los medios distan de ser eficaces y hacen agua, mejor dicho aire, por todas partes.

Viene tan enredado todo que cuesta entender las designaciones efectuadas para conducir la empresa en este momento tan crucial, en el que se mezclan el fútbol con la política municipal e influencias o “lobbys” con favores personales (¿?) y una presión gremial que reclama 250 despidos en momentos en que se pide la suspensión de los despidos por petición gremial.

Me pregunto que puede salir de este cambalechiano cocktail.

Se argumenta que esas 250 personas podrían ser incondicionales de Marsans, pero ¿cuantas hubo y quedan que no pueden trabajar por no ser incondicionales de APLA o de algún otro gremio?.

Lo grave es la discriminación y espero que las autoridades de Aerolíneas Argentinas demuestren hombría e idoneidad y recuerden que solo se puede despedir mediando “justa causa” y que en derecho laboral no cabe ningún tipo de discriminación.

Cuento dos anécdotas personales.

A las 48 horas de asumir la gerencia general de Aerolíneas Argentinas en 1983, el entonces Secretario General de la Presidencia Germán Lopez, me solicitó el despido de una veintena de personas por haber trabajado con “gente del proceso”.

Le respondí mi negativa y le dije que solo me avenía a estudiar los legajos.

Obviamente no despedí a ninguno y recuerdo que uno de ellos era el hijo del Brigadier Lacabanne, que había que despedirlo por portación de apellido y otro por ser yerno del hasta entonces gerente de Personal.

Esta persona se convirtió paradójicamente en uno de mis más estrechos y leales colaboradores.

Cuento otro episodio. No habían pasado tres o cuatro días y el entonces Ministro de Economía Bernardo Grispum intentó comunicarse con el Presidente de la empresa, ante su ausencia se comunicó conmigo y me solicitó dos pasajes gratis para la ruta EZE-JFK-EZE en primera clase (en esa época no había business).

Le respondí negativamente y Grispum me cortó.

Pensé en las peores consecuencias.

Cinco minutos después me llamó y me pidió disculpas, me preguntó sobre las posibilidades de descuento y le dije que solo era posible si pagaba “cash”.

Le hice el descuento que me permitía mi cargo y pagó los dos pasajes en dinero en efectivo, dólares.

Aclaro yo en esa época era afiliado y militante de la U.C.D. no del partido gobernante la U.C.R. y además muy cercano a ese gran hombre que fue Alvaro Alsogaray.
 
He contado estos dos hechos personales, que forman parte de la historia menuda que nunca queda registrada, para que al lector le quede claro que muchas veces la culpa de  que ocurran ciertas cosas negativas las tienen los subordinados, no los que están por arriba de nosotros.