por Luis Alejandro Rizzi
En estos días es común escuchar a políticos y economistas reclamar por
la escasez de crédito. En general se dice y con razón que los bancos
le prestan dinero a quien no lo necesita y por el contrario que no
tienen acceso al mismo quienes más lo precisan.
En la Argentina hay reclamos por las ganancias que han tenido los bancos durante 2008 y por el costo del dinero o elevado nivel de las tasas activas que
constituyen una barrera virtualmente infranqueable.
Por el contrario en el mundo los bancos son victimas de sus activos tóxicos.
Lo cierto es que la Argentina por diversos motivos no tiene acceso al crédito internacional, no solo por la crisis sino por la inseguridad del sistema
institucional que es incapaz de garantizar la vigencia de los derechos básicos.
Tampoco hay crédito local por el costo del dinero y lo cierto es que si bien el crédito no puede sustituir al capital, es un accesorio necesario y como tal
debe ser administrado.
En el mundo tampoco hay crédito porque no hay voluntad para facilitar el acceso al mismo y porque la gente no tiene propensión a contraer deudas por el
temor a la pérdida de su empleo.
En general el costo del dinero tiene relación con la cantidad de dinero existente en circulación, cuanto más dinero hay en circulación mas barato es su
costo y a la inversa, pero también tiene relación con las variaciones cambiarias y en este momento algunos bancos anuncian suba de tasas pasivas, las que se
le pagan al inversor, para compensar la desvalorización del peso. De paso recordemos que en Argentina el dólar ya superó la barrera de los $.3, 60.
En mi opinión el costo del dinero no se puede fijar en relación a la magnitud de la base monetaria sino con relación a la producción, en el caso del crédito
con ese destino.
El costo del crédito para el consumo debe tener relación con el promedio salarial de la población.
La operatoria bancaria debe modernizarse y el criterio para conceder créditos no debe basarse tanto en la solvencia patrimonial del eventual tomador sino en
la calidad de su gestión gerencial.
El Banquero deberá ponderar el modelo de gestión, por usar una palabra del vocabulario kirchnerista, y ese modelo de gestión debe utilizarse como pauta para
ponderar su eventual solvencia.
El monto del crédito deberá ajustarse al volumen de producción previsto y sería incluso razonable que los bancos pudieran monitorear que se cumple con la
finalidad del crédito concedido.
A su vez la producción prevista deberá asegurarse para cubrir los riesgos propios de toda actividad económica.
Ahora bien, ¿como se determina la tasa del crédito?, es la pregunta que debemos responder.
Muy sencillo, con relación a la ganancia obtenida por el productor, sea industrial, agrario o de servicios.
Si no hay ganancia, el banco no cobrará intereses, si la hay se deberá pautar un porcentaje de la misma y el precio de la tasa deberá cubrir el costo del
seguro y de administración del crédito o gastos bancarios.
La pérdida de la producción mediante el respectivo contrato de seguro garantizará la intangibilidad del crédito nominal otorgado.
Lo que debe lograrse es una suerte de sociedad entre dador y tomador del crédito.
En cuanto el crédito al consumo, debe estar relacionado con la capacidad de pago, por lo tanto los montos de créditos y su tasa de interés deben vincularse
con el promedio salarial de una sociedad determinada.
Creo que estos principios serán los que deberán tenerse en cuenta en este nuevo capitalismo o mejor dicho esta nueva economía social de mercado que
necesariamente deberá surgir como consecuencia de esta crisis.