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Lunes, 06 Abril 2009 03:59

El documento del G 20: ni imaginativo ni novedoso.

por Luis Alejandro Rizzi
Diría que el G 20 produjo una declaración resumida en un documento que calificaría como barroco y pomposo. Barroco, porque el documento aparece inútilmente recargado de intenciones y propósitos loables que a esta altura de la vida son obviedades, patrimonio del sentido común diría y pomposo porque tras el
velo de lo ostentoso, de lo parsimonioso  y de la gravedad del tono utilizado, sus firmantes demuestran una falta de imaginación decepcionante ante la gravedad de la crisis.

Los firmantes del documento entre los que se encuentran los hombres más poderosos del mundo no por sus cualidades sino por lo que representan solo atinaron a repartir recursos, sin explicar como afectarán a las generaciones futuras ni de donde saldrán aunque cabe presumir que serán fruto de emisiones supernumerarias. Salga de donde salgan estos millonarios recursos no significan  nada mas y nada menos que emitir deuda.

El G 20 diagnosticó que las medidas para restablecer el crecimiento necesitan fatalmente de la restauración del crédito y de los flujos de capital conforme se desprende del siguiente párrafo:“Nuestras medidas para restablecer el crecimiento no darán resultado hasta que no restauremos el préstamo interno y los flujos internacionales de capital” Hemos proporcionado un apoyo significativo y extenso a nuestros sistemas bancarios para dar liquidez, recapitalizar las instituciones financieras y abordar con decisión el problema de los activos afectados. Nos hemos comprometido a tomar todas las acciones necesarias para restablecer el flujo normal del crédito a través del sistema financiero y garantizar la solidez de las instituciones sistémicamente importantes, aplicando nuestras políticas según el marco acordado por el G-20 para reparar el sector financiero”.
Mas adelante la declaración del G 20 supone que: “En conjunto, estas acciones constituirán el mayor estímulo fiscal y monetario y el programa de apoyo más extenso para el sector financiero de los últimos tiempos. Actuar conjuntamente refuerza el impacto y las medidas políticas excepcionales anunciadas hasta la fecha deben llevarse a la práctica sin demora. Hoy hemos acordado 1 billón de dólares más de recursos adicionales para la economía mundial a través de nuestras instituciones financieras internacionales y la financiación del comercio”.

Estas medidas o acciones responden al compromiso asumido en el G 20 para,“… a hacer lo necesario para: restablecer la confianza, el crecimiento y el empleo; reparar el sistema financiero para restaurar el crédito; reforzar la regulación financiera para reconstruir la confianza; financiar y reformar nuestras instituciones financieras internacionales para superar esta crisis y evitar crisis futuras; fomentar el comercio y la inversión globales”.

En mi opinión el error del G20 consiste en la creencia generalizada que hasta la crisis el sistema financiero funcionaba adecuadamente y que la crisis se generalizó esencialmente por abusos y actos delictivos que los órganos de control no pudieron o no supieron detectar.

Al respecto Alan Greenspan decía que si bien tenía elementos para desactivar la  burbuja financiera mediante la elevación de 10 puntos porcentuales los tipos de interés, los efectos hubieran sido contraproducentes. Además Greenspan tenia la idea que el estallido de las burbujas si bien  “tienen poco de benignas, no hace falta que las consecuencias sean catastróficas para la economía”.

Si bien Greenspan se refería a la crisis del 99 esas ideas continuaron predominando y finalmente produjeron el estallido cuyas consecuencias si fueron catastróficas. Los hechos se desarrollan con una lógica implacable, y esto al hombre le cuesta comprenderlo. En esto no vale aquello de que el que se quema con leche ve una vaca y sale corriendo….

Esa es la parte mínima de la verdad, pero no toda ya que la crisis fue consecuencia más del fracaso de una filosofía  que una cuestión de controles, esta es para mí la verdadera cuestión que se debe afrontar.

La filosofía que imperó en los últimos años era que la actividad financiera era tan o mas productiva  que la  llamada economía real a tal punto que se reconocía el valor de las acciones estaba sobrestimado.

El malabarismo financiero era  la máxima demostración del progreso de la ciencia financiera capaz de generar márgenes extravagantes de riqueza sin producir nada útil.

Ese malabarismo desvirtuó la función del ahorro como facilitador de la inversión y la función de la tasa de interés como referencia de la relación entre la oferta y la demanda global con el nivel de ocupación como lo explicaba Keynes.

En mi opinión lo que se debe cambiar es la filosofía del negocio financiero y la filosofía de las políticas financieras.

Mucho se escribió y se seguirá escribiendo sobre la tasa de interés como medio para fijar el precio del dinero, regular los tipos de cambio, la cantidad de dinero, prevenir la inflación, incentivar el  sentido del ahorro, facilitar el gasto en épocas recesivas, en fin todo lo que sabemos, peor lo cierto es que estas ideas caducaron y si seguimos poniéndolas en practica  los resultados serán los mismos.

Esto no quiere decir que el cambio de ideas evite las crisis, estas se producirán pero lo que se debe lograr es que sus impactos sean menores, del mismo modo que la medicina si bien no puede evitar la muerte, logró extender los promedios de vida.

La tasa de interés debe tener relación con el destino del crédito que debe ser la producción o el consumo.

Los bancos deberían cambia totalmente su filosofía del negocio financiero. El crédito deberá estar destinado a empresas o emprendedores con proyectos racionales, el banco y el prestatario deberán fijar la tasa de interés en intima relación al beneficio esperado.

El banco en vez de solicitar garantías que exorbitantes, deberá auditar el proceso de elaboración si es industrial, agrario, pecuario, etc., o la idónea prestación del servicio de que se trate y que el crédito se destine a la finalidad para la que fue pedido, es decir cuidar que no haya desvíos para fines personales.

El prestatario del crédito una vez fijados los beneficios obtenidos amortizará el crédito y pagará la tasa de interés que deberá ser un porcentaje previamente determinado de la ganancia.

En caos de pérdida el banco desde ya no solo no cobrará intereses sino que también perderá parte del crédito otorgado según el porcentaje de las pérdidas.
En cierta forma reviviendo y adaptando alguna enseñanza de la Iglesia el capital financiero debe ser un factor de producción y debe participar de la suerte del negocio.

La puesta en práctica de esta filosofía será muy dificultosa en un primer momento ya que los bancos deberán ponderar más que la capacidad patrimonial del prestatario su idoneidad técnica y su integridad moral para poder concretar el proyecto previamente pensado el que también deberá ser evaluado. Obviamente si la idea es construir un hotel cinco estrellas en el planeta Marte, no creo que sea posible encontrarle mucha lógica al proyecto, ahora bien si la idea es ofrecer un servicio o un producto cuya demanda tuviera visos de realidad, valdría la pena contribuir a su financiación.

Esta filosofía obligaría a los accionistas de los bancos y de las empresas a agudizar su sentido cuando llegue el momento de elegir administradores  entre personas con la suficiente idoneidad profesional para poder desempeñar este nuevo papel.

Si el negocio al cual se destino el crédito diera números rojos, como ya lo dije el banco también perderá. El riesgo financiero no se puede separar del riego económico y comercial, por ello decía antes que el desparramar dinero como medio de solución a la crisis demuestra según mi modesto modo de ver una carencia cultural alarmante.

Por ultimo creo que esta filosofía facilitara la tarea de los Bancos centrales ya que la cantidad de dinero estará fijada por el volumen de la oferta y demanda global, esta es la enseñanza de Keynes que los especialistas deberían profundizar y adaptar el siglo XXI.

En próximas notas ampliaré estas ideas ya que reitero la crisis que vivimos fue esencialmente consecuencia  de una filosofía económica y financiera que  fue.
Necesitamos una nueva filosofía sino estaremos como aquel que quería salir del tembladeral tirándose de los pelos