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ALGUNAS
PREGUNTAS, algunas respuestas
¿Qué es el turismo para el
Uruguay?
Actualmente, una actividad de generación espontánea. Ha ido creciendo por
inercia, como respuesta a algunas condicionantes naturales y coyunturales;
muy poco, casi nada, por la aplicación de iniciativas o políticas que la
promuevan, salvo algún decreto favoreciendo inversiones en infraestructura y
poca cosa más. Aun así, con una desproporcionada y peligrosa dependencia del
mercado argentino, se ha convertido en una de las principales actividades
generadoras de divisas, trabajo y empleo. Es, a nuestro entender, un gigante
dormido; es la actividad, que por sí sola, podría solucionar algunas de las
principales carencias de las que adolece nuestra economía:
a) Generación de consumo interno.
b) Captación de inversiones y divisas.
c) Más y mejor empleo.
¿Ocupa esta actividad el lugar que le corresponde?
No, en absoluto. La mayoría de los uruguayos no tiene una idea clara de lo
que es y, mucho menos, acerca de lo que podría llegar a ser. Lo que resulta
más incomprensible es que la dirigencia política tampoco lo tenga claro, o
por lo menos, no da señales de que así sea. Una muestra contundente de la
irrelevancia que se le asigna al turismo la dan los siguientes datos:
a) Cada administración que se inicia -incluso la actual- duda entre mantener
o eliminar del Poder Ejecutivo al Ministerio de Turismo.
b) Salvo una sola excepción (Mario Amestoy), todos los ministros designados
hasta el presente, nada tenían que ver con la actividad.
c) Nunca se le ha asignado a la cartera un presupuesto digno.
d) No existen políticas de Estado.
e) Salvo escasas excepciones, los medios de comunicación no editorializan,
no analizan, no critican la actividad con profundidad e investigación.
f) Se sobreentiende que el pueblo es buen anfitrión y muy hospitalario.
Quizás, a partir de ese convencimiento, no se realizan campañas educativas y
de concientización.
g) El servicio exterior no promueve como debería al país, como destino
turístico.
Ya nos hemos referido a los casos de España y Cuba; ambos países, una vez
que llegaron al diagnóstico y convencidos de que ese era el camino, a pesar
de ostentar realidades sociales, económicas, culturales y fundamentalmente
políticas, diferentes, obtienen el mismo resultado: convierten al turismo en
una actividad imprescindible en su panorama económico. Como también ya va
dicho, Uruguay está más cerca en infraestructura y coyuntura, la gran
pregunta que debemos hacernos es: ¿a qué distancia estamos del diagnóstico?
¿El éxito o el fracaso dependen únicamente de la gestión del Ministerio de
Turismo?
No; seguramente, el ministerio solo no puede con todo. En contrapartida, sí,
es su deber, su obligación, su responsabilidad, convertirse en motor, más
que promotor, de un cambio de mentalidad y una compacta apuesta al turismo a
nivel de la población en general. Es el organismo que debe diseñar la idea
macro que lleve a la instalación, nada menos, en la mentalidad de todos los
uruguayos, de lo que denominamos como Conciencia nacional con respecto al
turismo.
Es también, el organismo idóneo para lograr la interrelación con otros
actores: los ministerios de Economía y Finanzas; Transporte y Obras
Públicas; Educación y Cultura; Interior; Industria y Energía; Relaciones
Exteriores; Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; y otros
organismos como: Oficina de Planeamiento y Presupuesto; Entes autónomos
(especialmente Pluna y Afe); bancos estatales y, con toda la actividad
privada. Es también, quien debe interesar, aportar ideas, información y
propiciar sin pausas, la acción del Poder Legislativo en todo lo relacionado
a la cartera.
¿Qué necesita el turismo para convertirse en el motor de un eventual milagro
económico?
Voluntad política. Para posibilitarla, deben ser andados todos los caminos
anteriormente desarrollados. Solamente cuando se tenga totalmente diseñada
la idea macro y con ello se instale en la mente de la dirigencia política la
Conciencia nacional con respecto al turismo se podrá comenzar a ejecutar la
tarea. Es, sin duda, desde el Gobierno, desde donde debe partir el mensaje
al colectivo. Como expresara alguna vez, con su personal verborragia, el hoy
Ministro de Ganadería, José Mujica: “Es preciso enamorarse de la idea”.
Solamente así, con enamoramiento y la convicción necesaria, se podrá llegar
a dar los pasos imprescindibles para ejecutar a cabalidad, el eventual plan
a diseñar.
¿Es el Uruguay un destino turístico atractivo por sí solo para el mercado
internacional?
No; en absoluto. Es preciso situarse momentáneamente, imaginariamente, en la
mente y la ubicación geográfica de los potenciales actores de los mercados
emisores del hemisferio norte: tanto de los operadores como de los usuarios.
Unos y otros -es sensato suponerlo- enfocan las posibilidades hacia destinos
de diferente formas de atractivo. Es parte fundamental del diagnóstico
necesario, definir que el Uruguay está inserto en una región, ella sí, por
demás atractiva y con la suficiente seducción para cualquier eventual
visitante.
Hay dos únicas formas de ubicarse ante esa realidad:
a) Esperar que la gestión de terceros (operadores del mercado emisor u
operadores de los países vecinos) decidan asignarnos lo que ellos entienden
que nos corresponde como cuota parte del flujo turístico. Esto sería más o
menos, aceptar que todo siga como está.
b) Asumir el rol de protagonistas y por ende, convertirnos en forjadores de
nuestro propio destino. Dar un paso fundamental hacia la eventual, pero a la
vez, concreta posibilidad de convertirnos en una especie de “cerebro”,
gestor, coordinador, ejecutor, de una acción colectiva a nivel regional
(puede ser perfectamente Mercosur) y apuntar directamente a “Ser España”
(¿Qué es “Ser España”?, lo desarrollamos más adelante en el capítulo
correspondiente).
¿Cuál es la causa para que en Uruguay no exista el análisis y la crítica
respecto al turismo en los principales medios de comunicación?
Se podría dividir en dos esta respuesta:
a) Porque no existe Conciencia nacional con respecto al turismo y por ende,
tampoco el convencimiento de que esta actividad tenga el estatus que
justifique su tratamiento.
b) Porque inversamente a lo supuesto o sobreentendido, no es por sí misma,
lucrativa.
En ambos casos, cabe también la aseveración de que no abundan en nuestro
medio, a priori, los eventuales analistas y críticos. La propia historia,
las condicionantes de la actividad, las respuestas a) y b), podrían
confirmar la presunción de que entre nosotros, no existirían recursos
humanos para tales funciones.
Si bien me corresponden las generales de la ley, afirmo que ni tanto ni tan
poco. Es cierto que no abundan, pero que los hay los hay. Son, sin
excepción, técnicos en turismo con facilidad de expresión escrita y hablada;
operadores profesionales de turismo que han ejercido o ejercen el
periodismo. En el marco de un eventual país que apueste al turismo en serio,
es imprescindible que los grandes medios de comunicación nacionales
incorporen esta función. El análisis, la crítica, el debate, la información
con conocimiento profesional de los temas, son el vehículo insustituible
para avanzar y crear conciencia.
¿Cuál debería ser el perfil del producto Uruguay Destino Turístico?
En primera instancia, debería estar conformado por algunas características
de las que posee actualmente:
a) Recursos naturales
b) Seguridad
c) Infraestructura
d) Turismo Rural
e) Caza y Pesca
Deberían incentivarse otras como:
f) Ferias, congresos y convenciones; turismo de negocios
g) Eventos artísticos , culturales y deportivos
h) Juegos de azar
i) Carnaval
j) Parques temáticos
¿Cuánto y cómo se debe invertir?
Debo hacer la salvedad que todo lo que sigue en este punto, debe tomarse
como un deseo, un anhelo, más que análisis o sugerencia idónea.
Lamentablemente, en mi formación, la economía no figura como punto fuerte.
No obstante ello, quiero compartir con el lector, una idea que puede tomarse
como una puerta abierta a la utopía , aunque también podría verse como una
forma de apuntar a la excelencia, para llegar, en el peor de los casos, al
mejor nivel.
La idea, la sugerencia, la utopía, lleva por título:
Cien millones
Creo que nadie, excepto quien esto escribe, en el Uruguay de hoy, podría
atreverse seriamente, a sugerir la inversión de cien millones de dólares
para desarrollar el turismo...
Quizás por esa razón, convencido de que nadie lo hará, muy lejos de
pretender ser original, quiero por lo menos, poner la idea sobre la mesa.
Ante la casi segura pregunta de ¿por qué esa cifra?, intentaré responder: es
un número con antecedentes. Se gastaron bastante más que cien millones de
dólares en la controvertida, polémica y a todas luces, prescindible
construcción de la Torre de las Telecomunicaciones... Se gastaron bastante
más que cien millones de dólares en el oscuro salvataje del ex Banco
Comercial... Se van a gastar más de cien millones de dólares, anuales, en la
ejecución del Plan de Emergencia...
Más allá de la certeza de lo impropio de los dos primeros ejemplos y lo
acertado y quizás, absolutamente necesario del tercero, lo que quiero
significar claramente es que esa cifra, no sólo es palpable, real, posible,
sino que además, en ninguno de los casos citados, significó el caos ni el
quiebre de caja. Pensemos... Existe la certeza de que el turismo es una
actividad de gran efecto multiplicador. Sabemos que por sí sola, sin el
apuntalamiento de políticas acordes, genera divisas, trabajo, empleo y
asegura la más eficaz e inmediata distribución del ingreso en divisas per
cápita, lo que hace que se ubique como una de las principales actividades
económicas del país como ninguna otra. Supongamos... que llegamos al
diagnóstico; que nos convencemos todos que debemos apostar al turismo. ¿Qué
hacemos? ¿Trasladamos al Uruguay y lo ubicamos en el Mar Caribe para tener
sol y playa todo el año y así situarnos más próximos, geográficamente, al
gran turismo internacional? Como es imposible, no deberíamos siquiera perder
tiempo en pensarlo, pero, esa idea loca nos da una pista: debemos acercar el
producto Uruguay Destino Turístico a los verdaderos mercados de primera
línea... ¿cómo hacemos?
Como primera medida, facilitar, optimizar, ampliar la posibilidad de que más
y mejor turismo llegue a nuestras costas. Quizás como cerebros, como
abanderados de una política regional de captación de mejor turismo, pero...
como protagonistas. ¿Qué pasaría si de buenas a primeras, nosotros, los más
chiquitos, les damos a nuestros vecinos de la región, la sorpresa de ser los
generadores por primera vez, de turismo en serio y frecuente de los grandes
mercados?
Seríamos la “España del Mercosur” (¿acaso no fuimos “la Suiza de América”?),
deberíamos crear, diseñar, promover, coordinar, negociar, pero... también
invertir. Haría falta más infraestructura; para ello no hay que poner un
sólo dólar, sobran inversores. A nuestro entender, la gran apuesta, la nave
insignia de la estrategia es crear las condiciones de una oferta de primera
línea en transporte aéreo entre los grandes mercados y nuestra región con
Montevideo como base de operaciones.
Tal vez no hagan falta los cien millones; quizás nos arreglemos con menos y
podamos tomar participación activa, como Estado, en PLUNA. Dotar a nuestra
empresa de bandera -considerada por el novel Ministro de Transporte como
empresa estratégica- de una flota amplia y moderna, crear las condiciones
para reclamar y establecer las líneas necesarias y, estructurar una política
de charters acorde con la necesidad, se imponen como puntos de arranque.
No podemos acercar en forma tangible nuestro territorio a los grandes
mercados, sí podemos acercar a los usuarios de los grandes mercados a
nuestro destino turístico con la simple (?) decisión de transformar a
nuestra prestigiosa (a pesar de todos los pesares) línea de bandera y
convertirla en un elemento decisivo y vital de crecimiento del turismo hacia
nuestro país y a la región toda, y de paso, en un muy buen negocio.
Parece que no tuviésemos claro la exacta ubicación geográfica de nuestro
país con respecto a los grandes mercados. Hace unos cuantos años, la línea
aérea belga SABENA, operaba vuelos charters semanales entre Europa y América
del Sur; Montevideo, el aeropuerto de Carrasco, era la base. Desde nuestra
capital, se desplazaban posteriormente, la mayoría de los pasajeros a sus
destinos finales: Argentina, Brasil, Chile, entre otros.
El verano pasado, una de las aerolíneas norteamericanas con tráfico hacia
nuestro país, mantuvo frecuencias diarias hacia Montevideo y anunció que el
próximo verano va a reiterar esa operativa. A finales de los ochenta, estuvo
casi todo pronto para la iniciación de los vuelos de PLUNA a Miami; llegó a
alquilarse una oficina, a destinarse un ejecutivo; hasta vi con mis propios
ojos una van con el logotipo de la empresa transitando por las calles de la
glamorosa ciudad del sur de la Florida. Aparentemente, no se pudieron
comenzar los vuelos pues las aeronaves de nuestra empresa no cumplían con
requisitos técnicos imprescindibles.
Pregunto: ¿no habrá llegado la hora de replantear esa posibilidad? Solamente
cuando algún equipo de fútbol uruguayo debe trasladarse, Copa Libertadores
mediante, o la propia selección jugando Eliminatorias, a destinos como
Caracas, Bogotá, Quito, etc., por los comentarios de la prensa especializada
y por las declaraciones de los deportistas, tomamos exacta noción de lo
extenso de los tiempos de vuelo y de lo excesivo de los costos de las
tarifas aéreas. Vuelvo a preguntar: ¿no habrá llegado la hora de explorar
alguna línea o líneas, que unan nuestro sur con el norte del continente vía
Pacífico?
Viendo estos inconvenientes, parece muy sensato pensar que mientras no
existan vuelos y tarifas accesibles que intercomuniquen el subcontinente,
muy difícil será pensar en atraer turismo regional de manera más o menos
fluida.
Los cien millones entonces, si se quiere, pueden resultar un “techo” ,
excesivo quizás, hasta imaginario... estamos hablando de inversión pura; no
decimos “pongamos cinco o seis millones de dólares para salvar un banco”,
estamos diciendo “compremos un jet”; no decimos, “pongamos un millón y pico
de dólares para pagarle el despido al ex Gerente del Banco Comercial”,
decimos “hagámonos cargo de la confección del material promocional, hagamos
lanzamientos de temporada, seamos los ‘cerebros’, gestores y coordinadores
del producto Mercosur Destino Turístico”; a ver si somos claros: ESTAMOS
GRITANDO “¡INVIRTAMOS POR FAVOR!”
Conociendo la conservadora mentalidad del uruguayo medio, fielmente
reflejada por la acción de sus representantes en el parlamento, no es
difícil imaginar la reacción de algunos diputados o senadores de la actual
oposición poniendo el grito en el cielo si se decide invertir en PLUNA...
Adivino uno de los posibles argumentos: “...es un disparate gastar dinero en
comprar aviones para PLUNA cuando hay tantos compatriotas a los que no se
les puede cubrir sus necesidades básicas...”.
Por esa manera de pensar, nos ha ido como hasta el presente y estamos como
estamos.
Ha sido tan lamentable la gestión de quienes condujeron nuestra economía (no
solamente los ministros de turno) que se hace muy difícil poder llevar a
cabo lo que proponemos. Inevitablemente, el comentario popular va a estar
relacionado con el “gasto” y no con la inversión ; estas cosas suceden
porque además de no tener cultura de buenos gobiernos, las infelices
administraciones precedentes, no generaron algo que es imprescindible a la
hora de evaluar una gestión: confianza en los gobernantes.
En algún momento va a haber que dar el primer paso. Si no queremos continuar
de rodillas, subsistiendo en base a préstamos de los organismos
internacionales y a la vez, hipotecando la poca soberanía que nos queda,
algún gobierno va a tener que animarse a ejecutar un plan para generar
riqueza real. Para poder distribuir lo que errónea y livianamente se
denomina “riqueza” se debe disponer de la misma y no es lo que sucede en la
actualidad. Al comienzo de esta propuesta -reconocemos que la misma puede
ser utópica en demasía- hablamos de la cifra de cien millones de dólares...
lo hicimos para argumentar, para comparar, para demostrar su tangibilidad.
Tal vez, con la tercera o cuarta parte de esa cifra, que no tiene porqué
salir en su totalidad de las arcas del Estado, se pueda reconvertir a PLUNA
y de esa forma conseguir sentar las bases del nuevo proyecto de apuesta al
turismo.
A todos quienes van a poner el grito en el cielo los invitamos a hacer
memoria y situarse en los ejemplos citados también al comienzo: la Torre de
las Telecomunicaciones y el Banco Comercial... y si ese ejemplo no les
convence, les agregamos: el Banco Montevideo y los otros bancos; la
Corporación Para el Desarrollo con Mi Granja incluida y si aún no alcanza,
le sumamos los negocios de ANCAP en Argentina...
Entonces preguntamos... ante tantos cientos de millones de dólares
dilapidados: ¿será tan descabellado invertir treinta o cuarenta millones en
este proyecto? A lo sumo, si nos va mal, nos quedará el consuelo de que
mientras, lo intentamos, creamos fuentes de trabajo e hicimos el esfuerzo
por ir a más. Seguramente, no nos quedará el sabor amargo de tirar en saco
roto, como en el pasado reciente, tanto dinero.
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