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SEMANARIO: FORTALECIMIENTO Y ADECUADA PROMOCIÓN DEL TURISMO RESPONSABLE DE AVISTAJE DE BALLENAS (High-Quality Whale Watching) A NIVEL LOCAL E INTERNACIONAL: “En Búsqueda de Ballenas”.
por Rodrigo García

 Las regiones costeras y los ecosistemas marinos son activos esenciales que sostienen la industria turística, brindan bienes y servicios siendo fundamentales para otros sectores económicos (pesquerías, puertos, etc). El auge del turismo masivo estival no planificado en zonas marino costeras ha resultado en la contaminación del medio ambiente y en pérdida de especies y hábitat. Por otra parte la marcada estacionalidad provoca desequilibrios socio-económicos y deja ociosas infraestructuras el resto del año haciéndose insostenible a largo plazo. Los grandes cetáceos, por su naturaleza carismática y poder de movilización social son consideradas especies “bandera” (flagship species) para la protección costero marina y la biodiversidad.

El turismo de naturaleza ha experimentado en los últimos años una tasa de crecimiento exponencial cuyo desarrollo ha revitalizado comunidades enteras. Sin embargo, su adecuada implementación es de vital importancia para el desarrollo sustentable de la actividad. Las ballenas más que ninguna otra forma de vida no humana, han logrado simbolizar la preocupación del hombre por el medioambiente y, su protección se ha transformado en una fuente de inspiración para conservar las interrelaciones de todas las formas de vida de este planeta. El turismo de avistaje moviliza más de 12 millones de personas al año, en más de 100 países.

La ballena franca austral ha sido la más perseguida por los balleneros y es la 2ª especie de ballenas más amenazada del planeta. Nos visita cada temporada en agosto, septiembre y octubre y, se recupera a buen ritmo (7.6% anual). El desarrollo responsable del turismo de avistaje de cetáceos, contribuye a su protección y genera actualmente más de 1 mil millones de dólares anuales en el mundo [[1]], transformando muchas localidades. Para ello, en Uruguay es imprescindible continuar la adecuada planificación iniciada en el 2002, que incluye cursillos y talleres para operadores, agencias turísticas, patrones y capitanes de embarcaciones y, el fortalecimiento de medios de promoción y de información a nivel local, nacional e internacional. Se espera aumentar las oportunidades turísticas no zafrales de alto poder adquisitivo, promocionando a nivel del primer mundo el avistaje responsable de ballenas enlazado a la gran celebración anual por su recuperación y presencia sistemática: “Semana de la Ballena y Desfile Alegórico en el Día Nacional” (ligada y coordinada con la “Semana da Baleia” en Imbituba-SC, Brasil).

El turismo de avistaje de ballenas genera ingresos por más de mil millones de dólares al año, con más de 10 millones de turistas a nivel mundial [[2]], constituyéndose en una actividad de crecimiento económico y de conservación, acorde al desarrollo sustentable. Sólo en la provincia de Chubut, Argentina, entre 1991 y 2004 el número de turistas aumentó casi 450% (de 17,446 a 96,436)[[3]] y, según cálculos económicos aproximados han generado 100: millones de dólares por año incluyendo servicios asociados. En teoría, haciendo una estimación económica proporcional: Cantidad de ballenas que visitan Chubut vs. Cantidad de ballenas que visitan Uruguay (menos del 10%), potencialmente en el país se podrían generar 10 millones de dólares al año por esta actividad, si se realizaran programas de promoción, capacitación sistemática, orientados al avistaje de alta calidad (high quality whale watching).

Muchas de estas comunidades tuvieron que esforzarse mucho al comenzar con el avistaje  de ballenas, pero es tan exitoso este tipo de turismo que ha revitalizado las economías de algunos de ellos, un proceso que también ayuda a fomentar la importancia de la conservación del ecosistema marino y, al mismo tiempo, brindarles a los investigadores locales, con ansias de estudiar las ballenas o el mar, acceso a embarcaciones. Como dijo Hoyt: “La observación de ballenas ofrece a las comunidades un sentido de identidad y gran orgullo. En algunos lugares,  literalmente, esta actividad transforma  las comunidades”. Más puestos de trabajo provienen de la observación de ballenas que de la cacería de ellas. Esto significa que en muchos lugares los beneficios económicos  que trae el avistaje de ballenas es superior a los de la cacería o muy pronto será así. Un ejemplo de esto es Japón en donde el número de gente empleada por la industria de la cacería de ballenas  crece lentamente mientras que la industria de la observación de ballenas crece exponencialmente. Para definir la observación de ballenas nos basamos en la definición más aceptada: “La observación como actividad económica o recreativa de cualquier especie de cetáceo en su hábitat natural, desde todo tipo de plataforma incluyendo barcos pequeños, lanchas, helicópteros, kayaks, globos aerostáticos y también desde sitios con base en la tierra”. (Erich Hoyt).

 La RUTA de las BALLENAS

 La OCC viene realizando desde el 2002 junto a los ministerios en la materia (MVOTMA/ DINAMA; MGAP/ DINARA; MINTUR) la instrumentación para el desarrollo del turismo de avistaje responsable y de alta calidad en Uruguay. Se impulsó el avistaje democrático, participativo y ecológico, desde 9 plataformas costeras interpretativas construidas para ese fin, en sitios estratégicos de Maldonado y Rocha, con el apoyo del Ministerio de Turismo.

Desde el 2000 se han dictado cursillos de capacitación sistemáticos en este sentido, dirigidos a operadores turísticos, autoridades, docentes y estudiantes, cuyo espectro incluyó personal de Prefectura constante, empresarios, marinos, docentes, profesionales, políticos y estudiantes. Para lograr un turismo sustentable de avistaje embarcado responsable desde el 2001, han participado expertos regionales de Brasil y Argentina. Estos dieron clases prácticas y teóricas en los cursillos de capacitación.

 La normativa y regulación para el turismo de cetáceos desde embarcaciones (Decreto 261/02, DI.NA.RA, M.G.A.P.): regula el adecuado acercamiento y observación de ballenas y de otras especies de cetáceos de nado lento, por parte de aquellas embarcaciones debidamente registradas y autorizadas según lo dispuesto[[*]]. En Punta del Este, se ejecuta desde el 2003 una experiencia de calificación mediante un sello piloto de calidad doméstico [[†]].Se realizaron en las salidas de avistaje encuestas auto-administradas para su respectivo análisis socio-económico, obteniendo datos sustanciales para el enfoque apropiado de la actividad, incluyendo: el perfil típico de los visitantes (42 años, ambos sexos, de niveles acomodados y con altos estudios), procedencia (60 % desde Uruguay, 22 % Argentina y 15 % países limítrofes). Más del 90 % de los visitantes se ha manifestado satisfecho con el evento en general. También expresaron su conformidad con la duración del paseo, con los niveles de seguridad de la experiencia, con el clima y con los conocimientos del guía. La cordialidad y el buen trato del guía se han resaltado de manera especial (95 % de aprobación). El 93 % de los encuestados ha expresado su interés en repetir la experiencia.

 Quizá su colosal tamaño y su carácter amistoso expliquen la atracción casi mágica que la ballena franca despierta en millones de personas. Las cualidades propias de las ballenas (los animales más grandes de la creación) junto al turismo responsable de avistaje pueden aportar, además de divisas, un modo de acercamiento a la especie avistada y, entendimiento del ecosistema en el cual se encuentra. Una de las estrategias para la conservación de un ecosistema es la caracterización de una especie bandera o emblemática. En este caso se propone a la ballena franca austral, no solo como una especie bandera, sino también como una especie paraguas. Ideal para desarrollar programas de concienciación, educación y conservación. Además el turismo responsable de avistaje es una forma de solventar programas de investigación,  monitoreo y un modo de avanzar hacia el desarrollo sostenible de las comunidades locales.

 

Las ballenas son mucho más valiosas para la economía de naciones que han invertido en la industria de la observación, que para aquellas que esperan mejorar su economía con la comercialización de ballenas, que son irrecuperables.

[*] Se define un radio de protección de la ballena (RPB) al área comprendida por el radio de 300 metros. Salvo aquellos casos expresamente autorizados por la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA)., quedarán prohibidos a menos de 300 metros de las ballenas (RPB), el nado, el buceo, la moto náutica, la pesca y el acercamiento de embarcaciones no registradas y otras actividades náuticas. El acercamiento a la ballena o a la manada podrá ser realizado por una sola embarcación a la vez, durante un período de hasta 20 minutos. En un mismo momento podrán permanecer dentro del RPB, no más de tres embarcaciones autorizadas. Cuando exista más de una embarcación que transporte observadores dentro del RPB, las otras embarcaciones deberán respetar el orden de llegada de la primera. Queda terminantemente prohibido el acercamiento de aeronaves con alas fijas a una distancia menor a 300 m (RPB) o a una altitud menor de 1.000 pies. (artículos 2º, 3º, 6º del decreto 261/00; reglamentación del decreto, DI.NA.RA, 2002).

[†] Su tripulación se capacitó de acuerdo a lo establecido en el Decreto 261/02, mediante cursillos trimestrales y anuales, avalado por el Ministerio de Turismo- MTUR y la Dirección Nacional de Medio Ambiente. La empresa que cumple los requisitos establecidos para el cuidado ambiental y gestión interna, se compromete a llevar un guía de la OCC calificado a bordo, garantizando así un turismo de calidad, el cumplimiento de la normativa y el aumento de la seguridad para el turista, minimizando al máximo el posible impacto a las ballenas. La empresa se califica con una bandera y una calcomanía que lleva el logo “avistaje responsable” como incentivo y señalización hacia el turista.


 

 

 

 

 

 


 
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