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TURISMO
SOCIAL, ¡paren las rotativas!
El anuncio por parte de los
gobernantes, de que tienen en la agenda la instrumentación de un plan para
el desarrollo del turismo social, administración tras administración, me
lleva a pensar que seguramente, toman esta posibilidad como una bandera que
les dará prestigio y reconocimiento, en definitiva, buena prensa.
Lo que queda claro, administración tras administración, es que el referido
plan, muere en la enunciación. Hasta ahora, ningún gobierno lo ha puesto en
práctica. Seguramente, hasta que no se den otras condicionantes,
perogrullescas condicionantes, como asegurar empleo digno y cobertura de
necesidades básicas a esa franja de compatriotas, eventual beneficiaria de
la medida, el turismo social es impracticable.
El discurso del día 1 de marzo, en la explanada del Palacio Legislativo,
pronunciado por el entonces flamante presidente Dr. Tabaré Vázquez, tuvo
mucho de diferente y más aún de compromiso. El comentario posterior -incluso
entre sus votantes- se resumía en una pregunta: ¿por qué prometió tanto? En
ese discurso, el Dr. Vázquez, a nuestro entender, cayó en la misma trampa
que sus predecesores y anunció que este gobierno trabajaría para llevar
adelante el turismo social; lamentablemente, sin pretender ser agoreros,
decimos que no va a ser posible. No hace falta que expliquemos el nivel
actual de las clases menos pudientes; el Plan de Emergencia es una muestra
clara de ello.
Si como todos, esperanzados aguardamos, las cosas cambian y el país logra,
al menos, ponerse a andar, se dejan atrás las preocupantes cifras de
desempleo y la balanza comercial comienza a inclinarse hacia donde debería,
ahí sí, no sólo será posible pensar en el turismo social, deberá ser una
obligación para nuestra sociedad respetar éste: uno de los Derechos Humanos…
el de poder disponer, todos, de descanso y recreación.
De la única forma que se podría instrumentar ahora, ya, sería con el
subsidio estatal y eso, no creo que nadie, en su sensato juicio, pudiese
llegar siquiera a plantearlo. Lo que sí se puede ir haciendo ahora, es más,
se debería de ir haciendo, es comenzar a diagramar, a elaborar un plan
integral de Turismo Social. Para esto, habría que revisar la experiencia
española, por ejemplo; también hacer lo propio, quizás con mayor
detenimiento, en la experiencia argentina de la era peronista. De ambas,
seguramente se podrá extraer valiosa información y sobretodo, decantar lo
positivo y lo negativo. Tenemos bastante conocimiento, por haber vivido
quizás la época de auge y el posterior ocaso de la experiencia argentina.
Más allá de los excesos, la infaltable corrupción y el desmedido
protagonismo de las cúpulas sindicales, este movimiento llegó a generar
durante años, un altísimo porcentaje del turismo interno.
Hay muchas formas de encarar este plan; como siempre sugiero, en primera
instancia debe realizarse el diagnóstico y para ello, habrá que evaluar las
condicionantes de las dos grandes áreas: la oferta existente y la eventual
demanda. Una primera etapa debería de circunscribirse al diseño de un Plan
de Turismo Social Nacional y luego, la posibilidad de lo regional.
La eventual oferta. Existen escasos complejos en nuestro país funcionando
como colonias de vacaciones gremiales. Se destacan, en este rubro, el Parque
de Vacaciones de UTE, en Minas y el Hotel Alción en Solís, propiedad del
Sindicato Médico del Uruguay (SMU). El primero, por estructura y
fundamentalmente, por ubicación geográfica, se constituye en una posibilidad
cierta de ser receptor durante todo el año. En el caso del Hotel Alción, la
realidad es diferente: durante el verano, generalmente ve colmada su
disponibilidad y, el resto del año, se constituye en una pesada carga para
el gremio al caer abruptamente el movimiento por un lado y, por el otro,
tener un costo de mantenimiento importante, dadas sus características. Como
ocurre con toda la infraestructura costera, este magnífico complejo, podría
recibir durante casi nueve meses en el año, visitantes con una propuesta de
bajo costo. Obviamente, como ocurre también con casi toda la oferta costera,
habría que instrumentar atractivos adicionales para suplir el sol y la
playa. Existe piscina cubierta; diversas canchas deportivas; excelentes
salones; calefacción y una oferta gastronómica de excelente nivel.
Lamentablemente, exceptuando el verano, este maravilloso establecimiento,
permanece casi vacío. Crudísimo ejemplo del lujo de la miseria...
Las reglamentaciones vigentes para el transporte en nuestro país, determinan
que las unidades tienen, para el turismo de primer nivel, una vida útil de
diez años; existe un parque automotor, excedente, amplísimo. La mayoría de
estas unidades, propiedad de pequeñas empresas unipersonales en gran
porcentaje, peregrinan en la búsqueda de circuitos escolares y turismo
barrial. Muchas de ellas, perfectamente pueden atender el eventual
movimiento de un plan social de turismo de corta y mediana distancia; sector
éste, a tener en cuenta como aporte de singular importancia para estructurar
el plan.
Los recursos humanos utilizados en el verano, guardavidas y animadores, ¿qué
hacen el resto del año? Por formación y vocación se constituyen en valioso
patrimonio para la operación de las eventuales actividades, imprescindibles
actividades con las que se debería de dotar a complejos del tipo de los
citados anteriormente: recreación, competencias, entretenimientos, etc.
En el resto del territorio nacional, existen variados atractivos, tanto
infraestructurales, como los que surgen de expresiones culturales. Al
Balneario Iporá, en Tacuarembó, maravillosa obra artificial convertida en
bello entorno natural y paisajístico, bastaría dotarlo con alguna forma de
alojamiento convencional para sumar a las ya existentes que sólo se limitan
a la posibilidad de camping. Algo similar ocurre con las sierras minuanas;
en este caso, el agravante es que el entorno paisajístico no se ve
correspondido con la infraestructura adecuada. Al departamento de Rocha
-riquísimo patrimonio cultural y artesanal- que ya cuenta con hotelería
satisfactoria, para dotarlo de condiciones válidas para ser visitado fuera
del período estival, bastaría quizás, con agregarle algún centro cerrado
multimodal de importante capacidad; por otra parte, sin duda, no sólo para
el turismo social, sino válido también para visitantes extranjeros (véase la
proximidad con Brasil), la instalación de algún parque temático.
Los festivales folklóricos, de canto popular y de rock, tradicionales ya,
prestigiosos y con muchos años de historia, por sí solos, se convierten en
motivo de atracción para ser incluidos en un eventual calendario de turismo
social.
La eventual demanda. El segmento “cantado” para convertirse en uno de los
más importantes es el que compone el universo de los funcionarios estatales.
Su tamaño, la organización tácita, el relevo de datos, en fin, el
conocimiento integral que se tiene del mismo, hace que sea bastante simple
la instrumentación de la puesta en marcha de un plan de turismo social en
este sector.
Las asociaciones profesionales, los diferentes gremios, los pasivos, los
estudiantes, las instituciones deportivas, etc., sumados a otros públicos,
conformarían un mercado interno que podría variar sensiblemente -además de
las perspectivas de los referidos eventuales usuarios- la vida misma de las
ciudades de todo el territorio nacional.
La función estatal.
Debería de crearse, también en este caso, un Departamento Operativo. Dentro
de sus responsabilidades estarían: la estructuración del plan en
coordinación con los representantes de la actividad privada; la supervisión
y control de la operación; los pagos a los diferentes prestadores de
servicios y los cobros de los ingresos por venta; la financiación con fondos
propios o de terceros (bancos o empresas financieras) de los diferentes
productos en beneficio del usuario.
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