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Miércoles, 29 Abril 2009 19:14

Un muerto diferente

por Luis Alejandro Rizzi
desde Buenos Aires

Dos muertos obligaron a un Presidente argentino a adelantar las elecciones para transmitir el poder antes de la fecha prevista. Los muertos fueron víctimas de la acción policial en su intento de restablecer la
circulación del tránsito sobre un acceso a la Capital Federal en la vecina ciudad de Avellaneda en la
Provincia de Buenos Aires.

En ese caso el Doctor Eduardo Duhalde, el entonces Presidente, debió asumir políticamente el costo de una acción ajena a su control.

A partir de ese momento se modificó la noción de “orden” y el espacio público se convirtió en escenario gratuito para que cualquier sector o facción lo utilice haciendo uso y abuso en beneficio de sus pretensiones que podrán ser legítimas, lo que de todos modos no avala la metodología del “piquete”.

Hace más de dos años que un “piquete” tiene cortada la circulación en el puente que se construyó para vincular dos países a través de las ciudades de Fray Bentos y Gualeguaychú.

Ese hecho constituye un delito pero ninguna de las instituciones de la República hizo efectiva sus atribuciones para restablecer la circulación y consecuentemente el orden público.

Por el contrario las Fuerzas de seguridad se comportaron como espectadoras privilegiadas de la comisión de un delito permanente.

En estas circunstancias murió una persona que solo pretendía utilizar el puente para el fin para el que fue construido.

Un vetusto acoplado aparentemente “anónimo” se convirtió en impenetrable frontera para la desdichada víctima, de donde todo el régimen institucional es responsable por omisión.

Las fuerzas de seguridad ni siquiera tuvieron el tino de señalizar los obstáculos que impedían arbitrariamente la circulación.

La “omisión” es tan perversa como el “obrar” a tal punto que se puede delinquir por “omisión” tal como lo establecen los arts. 249 y 274 del código penal.

¿Qué diferencia hay entre los muertos de Avellaneda y el  muerto del puente?.

En el primer caso la muerte fue consecuencia de un “obrar” en el segundo de muchas “omisiones”.

La responsabilidad y la culpa debería ser la misma y pone en evidencia que los Kirchner utilizan distintas varas y el muerto del puente es un "muerto diferente”.

Desde un punto de vista institucional es mucho mas grave la muerte del puente que la ocurrida en Avellaneda aunque siempre resulta odioso tener que hablar de estas cosas y hacer comparaciones.

En mi opinión es mas grave la omisión que el obrar pero lamentablemente la “omisión” se pretende justificar en nombre de la virtud: “se debe dejar hacer” una suerte de “laisser-faire político”, por el contrario el “obrar” implicaría discriminación, abuso, ilegitimidad en el ejercicio del poder y todo lo que se quiera decir para justificar la “pasividad”.

La omisión permite la excusa del “yo no fui” pero genera la grave responsabilidad del incumplimiento de los deberes que impone el ejercicio de la función pública.

Mújica dijo “destapen el puente” pero en verdad nos quiso decir  “gobierno argentino a las cosas” o quizás hilando más fino  “Kirchners a las cosas”.