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Miércoles, 21 Marzo 2007 17:16

ZONA TURISMO- El sexo en los viajes: adrenalina y deshinibición.

A finales de los setenta y principios de los  ochenta, plena época de plata dulce en el Río de la Plata, vemos venir a una rubia infartante, recién llegada de Buenos Aires, en tránsito hacia Laguna en Brasil, pasajera de un paquete que vendíamos con mucho suceso y que en realidad, ofrecía hotel en la playa, comida y poco más: " Quiero saber si en el lugar a donde vamos hay negros..." nos dijo, acomodándose en su silla ante nuestro escritorio.
Sonriendo le dijimos: " Vas a Brasil..."
El tema es que la rubia había decidido su destino de vacaciones específicamente, para cumplir una fantasía: tener sexo con un negro...
No se escribe a este respecto y tampoco se habla mucho pero, un buen profesional de turismo debe saber más que nadie que "el cliente siempre tiene razón". Nuestros oídos escuchaban a nuestra voz diciendole a la singular pasajera: " Viajá tranquila, nuestra empresa siempre cumple con sus pasajeros, cuando llegues al hotel preguntá por Joao".
El tal Joao era el recepcionista; negro, alto, fornido y poseedor de una aureola mística que era contínua referencia de los pasajeros al final de cada viaje. El fin de semana siguiente, vimos descender del bus procedente de Laguna a una rubia feliz, sonriente la que, al divisarnos a cierta distancia, guiñó un ojo y nos saludó con el pulgar hacia arriba....
¡ Cuántas veces escuché a Juan Antonio contar la misma anécdota !! : en la segunda mitad de la década del setenta, él era, precisamente, el tour conductor de un grupo que realizaba la clásica excursión terrestre de 15 días a Río de Janeiro. El viaje había comenzado en Montevideo a bordo  de un ómnibus Mercedes Benz 355, de aquellos cuyo máximo confort era la calefacción y los asientos reclinables. Pasajeros uruguayos y tripulación uruguaya; el bus transitaba un día de lluvia por encima de un viaducto en Porto Alegre cuando , una infeliz maniobra del conductor le hizo perder el dominio de la máquina, ésta se desvió, rompió la baranda y cayó ante el estupor de todos. Ese día, Dios era uruguayo, el coche "aterrizó" sobre sus neumáticos, con tanta fortuna que, sólo hubo entre el pasaje, algunas heridas leves, magullones, pequeños cortes, rasguños y nadie, ni uno sólo de quienes viajaban allí, tuvo que lamentar nada serio. Luego de obvio pasaje por un "pronto socorro" los pasajeros y por el taller el bus, el viaje prosiguió.
Cuenta Juan Antonio  que nunca había imaginado que iba a ver lo que vio a lo largo de esas dos semanas. La experiencia vivida, el haber estado tan próximos a la tragedia, el salir ilesos, al parecer, operó y así fue recibido, como una señal divina.
Nadie dijo lo que había que hacer, no hubo estrategia alguna; en el grupo quedó instalada una tácita convicción de "haber nacido de nuevo" y de "disfrutar lo que se pueda".
Las y los solteros, en ese clima tomaron la iniciativa pero lo realmente llamativo, casi treinta años atrás, fue la conversión a la práctica swinger de la mayoría de las parejas integrantes del grupo. Claro está, el escenario ayudaba y mucho: el clima, el alcohol, los paisajes y la contagiante sensualidad del aire de Brasil, fueron decisivos.
No nos alcanzaría el amplio espacio  de la web para reflejar los miles de anécdotas por el estilo que se han registrado desde siempre. Las de los viajes transatlánticos en barco; las historias en los vuelos nocturnos; las "casualidades" en los hoteles y más, mucho más. El tema está planteado; la invitación queda hecha, se aceptan colaboraciones. Nos vemos