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Martes, 05 Junio 2007 20:09

El desafío de la calidad de vida

AméricaEconomía Intelligence
Con Francisca Vega y Felipe Aldunate M.

06 JUN 07 - PDU
Bajar costos, aumentar los beneficios y fomentar la innovación. Tareas que las ciudades han aprendido a promocionar para atraer inversiones en estos años de liquidez internacional.

Pero han olvidado algo: las condiciones para mejorar el bienestar de sus habitantes. Así concluye esta nueva edición del ranking de las mejores ciudades para hacer negocios en América Latina, que presenta un empate técnico entre Miami y Santiago en el primer lugar.

La violencia urbana es un fuerte pasivo para las ciudades. Especialmente cuando se trata de hacer negocios. Pregúntenselo a los paulistanos. La complicada seguidilla de enfrentamientos y asesinatos que se inició en la ciudad de São Paulo en mayo del año pasado ha dejado en evidencia la incapacidad de sus órganos responsables –mejor preparados para luchar contra criminales que para generar un clima de seguridad a sus ciudadanos, como dice un reciente reporte de Amnistía Internacional– para solucionar de una manera definitiva la violencia de las pandillas y bandas de delincuentes. El resurgimiento de la violencia en la mayor ciudad de América del Sur fue percibido por los indicadores de nuestro ranking, haciendo que perdiera el primer lugar conseguido el año pasado gracias a su alto poder innovador, cultura global y potencial de negocios.

Una situación similar afectó a Monterrey: la ciudad regiomontana ha sufrido en sus calles la lucha contra el narcotráfico, transformándose en escenario para ejecuciones contra funcionarios públicos. El dinamismo de su clase empresarial y sus planes para transformarse en una economía del conocimiento han debido enfrentarse con la realidad de una guerra en su propio patio. Incluso,  el gobierno de Estados Unidos recomendó a sus ciudadanos no visitar Monterrey, en una alerta que por primera vez incluye a la mayor ciudad de Nuevo León.

Dos complicadas situaciones para dos metrópolis que disputaban los primeros lugares de nuestro ranking anual de las mejores ciudades para hacer negocios en América Latina, y que deja en claro la mayor dificultad de las ciudades latinoamericanas: la de aumentar los índices básicos de la calidad de vida. Un conjunto de variables que no han podido mejorar incluso aunque el ingreso de las ciudades ha ido al alza.

Sin moverse de su escritorio
El retroceso de Sampa y de Monterrey fue el gran factor que permitió a Santiago y a Miami volver a alcanzar, juntas, el primer lugar del ranking, sin haber hecho mucho por mejorar su competitividad en los dos últimos años. La chilena y la estadounidense están a la cabeza gracias a sus ventajas en conectividad, en estabilidad macroeconómica, en infraestructura de telecomunicaciones, en poder de marca, calidad de vida y en seguridad. Santiago, que se mantiene como la ciudad con el mejor poder de marca de la región, obtuvo gran parte de esas ventajas gracias a inversiones y planes promovidos principalmente durante los últimos años de los 90 y principios de la actual década.

Una rica cuenta de ahorro que le permitió contrarrestar los efectos de sus costos cada vez mayores, la caótica implementación de su sistema de transporte en marzo de este año y de las revueltas sociales que se repiten cada vez más a menudo en sus calles. Y eso sin contar con una contaminación ambiental que no baja y que hace no recomendable hacer actividades físicas en ciertas épocas del año. El liderazgo de Santiago frente a sus pares latinoamericanas se mantiene, pero, tal cual lo han comprobado estudios como el del Ranking Mundial de Competitividad elaborado por el instituto suizo IMD, la ventaja es cada vez menor. Una situación que alegra a empresas como la tecnológica india Tata, que pensó en instalar en Santiago sus oficinas centrales para América Latina por su respeto al marco jurídico, estabilidad política, los costos y la seguridad, pero que finalmente optó por Montevideo. “Apostamos a una revaluación del peso chileno, lo que afecta directamente los costos internos de la empresa, y a un aumento del precio de los insumos en Chile”, dice Rozman. “No nos equivocamos”.

Visa para un sueño
En el caso de Miami, el mejor centro de conexiones aéreas de la región, la posibilidad de hacer negocios se sigue complicando por los excesivos permisos que muchos latinoamericanos requieren para entrar a EE.UU. Son muchas las historias de ejecutivos que, con visa estampada en su pasaporte, han debido regresar a su país desde el Miami International Airport porque la policía de inmigración no creyó su historia sobre la reunión de negocios o la conferencia a la que debía asistir. A pesar de la caída del valor del dólar frente a varias monedas latinoamericanas, sus altos costos siguen superando a los del resto de las ciudades en competencia y han hecho que empresas simbólicas de la ciudad, como MTV Latin America, decidan mudar sus oficinas desde South Beach a Buenos Aires.

Y es que en la capital argentina sí que hay una historia interesante. Buenos Aires llegó al quinto lugar de nuestro ranking luego de la fea caída que le significó la crisis de principios de la década. Los bajos costos generales que se mantienen en el país (es 35% más barato que Miami y São Paulo, de acuerdo al estudio de costo de vida de la consultora Mercer), la alta disponibilidad de recursos humanos de excelente nivel, la buena infraestructura de telecomunicaciones, sumados a sus buenas condiciones para la innovación, han llevado a empresas como Cisco, SAP, PriceWaterhouseCoopers y otras a localizar ahí, durante los últimos años, centros de servicios compartidos para sus operaciones  regionales.

Buenos Aires tiene sólidos atributos. Su calidad de vida es sólo superada por Miami y San Juan de Puerto Rico. Su poder de marca es también de los más altos de la región. Y eso, a pesar de los riesgos macroeconómicos e institucionales que mantiene la ciudad, donde servicios tan básicos como los aeropuertos tienen problemas para funcionar No por nada Google instaló en Buenos Aires su centro de operaciones para los países de habla hispana.

Foco cosmopolita
Claro, ni São Paulo ni Monterrey quieren dejar de destacar sus cualidades. La prefectura de la urbe brasileña realizará en junio, en Londres, un seminario llamado Doing Business in Brazil. En éste no sólo promocionarán los grandes volúmenes de negocios que se mueven en la ciudad, su buen sistema económico y su mercado bursátil, el cuarto más grande en número de transacciones. También quieren posicionarla como un centro multicultural, ya que en Sampa están representadas 70 diferentes nacionalidades que conviven en forma respetuosa. “Es importante, ya que aquellos que vengan a invertir se van a encontrar con los brazos abiertos”, dice el paulista Alfredo Cotait Neto, secretario de Relaciones Internacionales de la Prefectura de São Paulo, quien apunta que la ciudad recibió US$ 3.000 millones en inversiones extranjeras en 2006. “Ésta es la única ciudad global en América del Sur: el año pasado 33 millones de pasajeros pasaron por nuestros aeropuertos y el negocio de carga es impresionante”, dice.

En el caso de Monterrey, sus grandes ventajas –su integración logística con Estados Unidos y su gran talento humano– siguen vigentes. “Somos la mejor puerta de entrada a EE.UU.: estamos a 200 kilómetros de ese país, con una infraestructura de primer mundo”, dice Humberto Dingler, subsecretario de relaciones internacionales de la Municipalidad de Monterrey.

Querétaro y Curitiba, en el sexto y séptimo lugar, representan el advenimiento de las ciudades medianas. La exitosa plataforma industrial en que se ha convertido la ciudad mexicana (ver historia en página 50) ha tentado a multinacionales de todo el mundo. Mientras, Curitiba, gracias al interesante desarrollo de una plataforma de servicios y una alta disponibilidad de recursos humanos bilingües en español y portugués, la han posicionado en un centro proveedor de servicios internacionales.

Vista al pacífico
Bogotá sigue mostrando avances: aunque aún hay multinacionales que prefieren no entrar al país por temor a que alguno de sus ejecutivos sea secuestrado o expuesto a otros tipos de violencia, las cifras de seguridad y de calidad de vida siguen mejorando gracias a la buena gestión de sus alcaldes. No obstante, para superar el 11° lugar conseguido este año, Bogotá tiene aún tareas pendientes con las que debe cumplir  (ver historia en página 51) en términos de gestión urbana e incentivos para el desarrollo industrial. Siguiendo la mejora institucional y el crecimiento económico conseguido por Colombia en los últimos años, Medellín y Calí también mostraron alzas en nuestro ranking.

Otro de los grandes saltos de este año es el de Lima: del lugar 27 pasó al 15. La capital peruana, conocida por su gastronomía y turismo, empieza a ser también una alternativa seria para otro tipo de servicios. A medida que la economía peruana se abre más al mundo, su infraestructura de telecomunicaciones ha mejorado, así como su disponibilidad de recursos humanos, sin una notoria alza de costos. Aún debe mejorar en sus indicadores de calidad de vida e infraestructura, donde ha invertido US$ 60 millones en los últimos cuatro años. “Aunque hay avances, aún no estamos  plenamente satisfechos”, dice Víctor Madueño, subgerente de promoción de inversiones de la Municipalidad de Lima. “Sin embargo, vamos por el camino correcto”.

La parte baja de la tabla se la pelean Quito, Asunción, La Paz y Caracas. Mientras que en la capital paraguaya las instituciones casi no funcionan producto de una corrupción cuyas tasas siguen estando entre las más altas del mundo, Quito, La Paz y Caracas demuestran que el bolivarianismo y su tendencia al control de capitales, restricciones a operar con moneda extranjera y alguna que otra estatización de empresas, no fomentan ni las inversiones ni el desarrollo productivo. Estas ciudades incluso muestran una cada vez menor disponibilidad de recursos humanos, producto de la fuga de talentos que han tenido en los últimos años.

Conectividad: digital vs física
Las ciudades de la región han demostrado interesantes evoluciones positivas en su conectividad digital o infraestructura de telecomunicaciones. Prácticamente todas han tenido notorias mejoras en sus penetraciones de servicios de internet o uso de la telefonía móvil, así como también ha subido en masa el número de usuarios de computadoras. Tanto, que las diferencias entre la mejor (Brasília) y la peor (Lima) ya no son tan relevantes como lo eran hace unos años.

Pero si en conectividad digital se ha avanzado, no ha ocurrido lo mismo con la conectividad física. “Una ciudad o empresa no vive sólo de bytes enviados y recibidos; también existen insumos tangibles que deben llegar y otros que deben salir”, dice Óscar Sobarzo, experto en temas urbanos de la Universidad Federal Rio Grande do Sul. El problema es que la infraestructura necesaria para mejorar en esta dimensión no ha crecido todo lo rápido que se necesita. “Y es que no hay inversión”, dice Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento. “La proporción del PIB que la región dedica a la inversión y mantención de la infraestructura es mucho menor que la de otras regiones emergentes, como Asia”. El problema se ha visto claramente en los últimos meses en los aeropuertos de Brasil y Argentina, cuyos cuellos de botella han generado un efecto dominó en los aeropuertos de otras ciudades de la región.

Tampoco ha habido grandes avances en el tema de seguridad. Aunque las ciudades como las colombianas y argentinas han mejorado, en la mayor parte de la región los índices de seguridad han tenido un comportamiento plano o en caída durante los últimos tres años. Desde Guatemala a Quito, pasando por Rio de Janeiro, La Paz y Tijuana, la violencia urbana va en aumento. 

Incluso aunque hay recursos de transporte y residencia para los grandes empresarios y ejecutivos (quienes pueden viajar en helicóptero, y vivir en barrios exclusivos o en condominios con seguridad privada), la inseguridad en la ciudad es una externalidad negativa que es reflejo de factores como una sociedad extremadamente desigual, políticas públicas ineficientes (por falta de recursos o por corrupción), educación y salud deficitarias, entre otras cosas. Y que de paso aumentan los costos de hacer negocios.

La contaminación, la infraestructura vial, los espacios públicos y la integración de la diversidad son tareas que las ciudades latinoamericanas aún tienen acumuladas en el ítem de los pendientes. Aunque los ingresos de las ciudades, medidos en el PIB per cápita, han aumentado en prácticamente toda la región durante los últimos años, prácticamente ninguna ciudad ha subido en sus indicadores de calidad de vida. “Ya no basta con innovar, crecer y vender; también hay que comprender cuál es el retorno interno del proceso”, dice Luis Valenzuela, doctor de diseño de la Universidad de Harvard. “La ciudad ya no es una generadora de recursos, sino también una catalizadora de calidad de vida”. Pocos lo han entendido, aunque, de acuerdo a Valenzuela, han surgido nuevos centros urbanos con mayores capacidades de comprender tales oportunidades, como Curitiba, Porto Alegre, Bogotá y Monterrey. Un desafío grande: combinar crecimiento económico controlando las externalidades que eso conlleva para los habitantes.