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Martes, 01 Septiembre 2009 05:11

Antártida: Norma internacional busca poner fin a derrames de petróleo en sus aguas

Los barcos que navegan a la Antártida llevando a miles de turistas, deberán adecuarse a nuevas normas de protección medioambiental más exigentes que las solicitadas por los países del Tratado Antártico, actualmente en fase de aprobación en el Comité de Protección del Ambiente Marino de la Organización Marítima Internacional (OMI).


Esa instancia propuso modificar un anexo del Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques, de 1973, con el fin de prohibir el traslado y uso de petróleo de cierta densidad, betún, alquitrán y combustibles pesados en embarcaciones que surquen aguas antárticas.

La propuesta fue aprobada por el Comité en su última reunión, celebrada en Londres entre el 13 y el 17 de julio, pero su adopción, que podría incluir modificaciones, se decidirá en la próxima sesión, en marzo de 2010.

En cualquier caso, los barcos que viajen a la Antártida serán sometidos a una exigencia mayor a partir de 2011, la de transportar y usar sólo combustible liviano, más costoso pero menos contaminante.


Creciente turismo

En los últimos 16 años, el tránsito de turistas a la Antártida aumentó más de siete veces. De los 35 cruceros que llegaron a sus costas en la temporada 1992-1993 se pasó a 258 en el verano austral 2008-2009. Solamente entre 2007 y 2009 se registraron cinco accidentes.

El Tratado Antártico, suscrito en 1959, tiene 28 países miembros consultivos, pues realizan “investigaciones científicas importantes” en el continente, y otros 18 no consultivos, que asisten a las reuniones pero no participan de las decisiones.

El director de Gestión Ambiental de la Dirección Nacional del Antártico en Argentina, Rodolfo Sánchez, afirmó que “queremos una mayor protección de la Antártida y un turismo controlado, pero la industria turística y algunos países que tienen programas nacionales en el área, como Estados Unidos, pusieron reparos a estas regulaciones, y creo que deberíamos escucharlos”.

El funcionario argentino consideró que la decisión final debería adoptarse “por consenso” y sugirió, por ejemplo, un mayor período de gracia para que las empresas que envían cruceros a la Antártida adapten sus equipos a las nuevas exigencias.

Javier Figueroa, comisionado alterno de la cancillería argentina ante la Comisión Ballenera Internacional y encargado de llevar los asuntos vinculados a la OMI, estimó que la nueva regulación será beneficiosa para la preservación de la Antártida y no perjudicará al turismo.

“El turismo en la Antártida llegó para quedarse. Las nuevas normas podrán afectar el precio de los pasajes, que ahora están entre 5.000 y 6.000 dólares, pero el turista que quiere conocer este destino pagará la diferencia”, aseguró.

Desde la Oficina Antártica de la austral provincia argentina de Tierra del Fuego, Guadalupe Ocampo dijo a Tierramérica que unos 40.000 visitantes llegaron a la Antártida en la última temporada y se prevé un número similar en la próxima.

Los viajeros navegarán en 37 barcos de distinto porte que se acercarán hasta el confín para conocer de cerca paisajes y fauna. “No todos tienen permiso para el descenso de pasajeros”, aclaró Ocampo. Y aun cuando el buque tenga mayor capacidad, sólo se permite una hora de descenso a los que trasladan hasta 500 personas.

Los cruceros que navegan con contingentes mayores sólo pueden surcar las aguas del océano Antártico entre islotes de hielo flotantes, sin descensos.

Fuente: Caribbean News Digital