La discriminación consiste en dar un trato diferencial y peor a ciertas personas a causa de alguna condición de ellas como su etnia, el color de su piel, sus creencias políticas, religiosas o su posición social. Respecto de este último aspecto, la posición o el estatus social, ello usualmente se asocia con la gente de escasos recursos económicos, estereotipada generalmente como de probable criminalidad, mal vestir, y en general, otras condiciones "indeseables".

Pero existe otra forma de discriminación que incluso parece socialmente aceptada, y es aquella dirigida contra personas a quienes se percibe como solventes o pudientes: si un turista viaja a ciudades como Tijuana, en México, de forma prácticamente automática todo le costará más del doble. Si una persona que afortunadamente para ella tiene dinero viaja en un crucero a algún sitio exótico, las autoridades impositivas, de regreso en su país, probablemente aumenten la presión en materia de impuestos y tasas varias.

Es bastante común que los taxistas de las grandes ciudades del mundo - y no solamente de los países subdesarrollados - al ver que un pasajero es un turista que asumen que tiene dinero, le quieran cobrar más. No solamente en Tijuana hemos observado este tipo de comportamiento: en La Defense, alrededor de París, en Praga y en Oslo también hemos visto cosas semejantes.

En suma, cuando se percibe que alguien tiene dinero, y ello ocurre particularmente en el caso de los turistas, ya las cosas se hacen más difíciles y costosas en términos económicos. Hay muchas sanguijuelas en el mundo que asocian el hecho de poder viajar con la posibilidad de sacarle más dinero de la cuenta a esas personas sin que nadie proteste, y esto incluye tanto a privados como a agentes estatales. Al "rico" no se lo quiere en ninguna parte excepto en otros sitios donde hay "ricos", y esto no es muy diferente, en el fondo, de lo que sucede con la gente pobre.

Puede parecerle ridículo a algunos lo que vamos a decir, pero para terminar con la discriminación en el mundo es tan necesario tratar honesta y bienintencionadamente al millonario, al personaje de clase media o de clase media alta como a aquellos a quienes se supone que hay que dejar de discriminar únicamente, que son los pobres. Si esto no se hace, el círculo vicioso nunca se va a romper.

Esto que sucede contra la gente pudiente es una forma de discriminación tan incorrecta como tratar mal a una persona que no está vestida a la moda en la puerta de un restaurante gourmet, o como hacer desalojar a una madre con sus hijos porque tienen aspecto de gitanos. Es algo que lamentablemente está siendo fomentado incluso por los gobiernos que parten de la base que pueden quitarle más en forma de impuestos a esas personas, mientras viajan o al volver y ser tildados de "afluentes" simplemente por haber viajado y por supuesto, nadie protesta porque en el fondo, la gente tiende a sentir envidia y muchos ven con cierta gracia que quienes ellos perciben como afortunados sufran u poquito más, como ellos, pues mal de muchos es ciertamente consuelo de tontos.

El dinero es parte de la propiedad privada de la gente y no se debe castigar a alguien por el hecho de haber sido más capaces que otros consiguiendo prosperidad y poder darse gustos como viajar, y de ser posible en primera clase. Es cierto que quien tiene más dinero puede pagar más: la cuestión es que no tiene por qué hacerlo si no quiere, y no tiene por qué pagar más que otros por lo mismo ¿O no es que todos somos iguales? ¿Por qué pedimos lo que no estamos dispuestos a dar?

Fuente: andinia