por Nelson Fernández
El flamante presidente dijo que no llegó al poder para "saldar cuentas";
dos ex guerrilleros, en cargos clave. Trece ministros nuevos, trece actos públicos, trece discursos. El nuevo
presidente uruguayo, José Mujica, participó ayer en cada acto de
asunción de sus ministros, hecho que no tiene antecedentes en este país.
Sin embargo, la mirada estuvo puesta en la ceremonia realizada en el Ministerio de Defensa, donde ofreció un mensaje conciliador y con la mirada puesta en el futuro.
Allí asumió, como ministro, Luis Rosadilla, un dirigente histórico del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) que fue preso de la dictadura militar, lo que añadió un impacto simbólico a la jornada.
En 1971, luego de que la policía local se viera desbordada por el accionar guerrillero de los tupamaros, el gobierno asignó el combate a las fuerzas armadas, que precisaron poco tiempo para desbaratar al movimiento revolucionario.
Ahora, el comandante en jefe de las fuerzas armadas uruguayas es el tupamaro Mujica, que durante la dictadura estuvo aislado en cuarteles militares. Rosadilla, de 56 años, también fue prisionero de los mandos castrenses de aquellos años.
"No somos aficionados a vivir de la nostalgia ni de páginas amarillas... todos los días amanece, la vida comienza, siempre estamos comenzando, la vida se vive con coraje y hacia adelante", dijo el nuevo presidente, luego de que su camarada y amigo asumiera el cargo ministerial.
"Cada cual tendrá que cargar con su mochila, pero las mochilas no son ejercicio de saldar cuentas cuando hay que construir", dijo Mujica, para dejar claro que el pasado fue dejado definitivamente atrás.
"Por eso hoy esto es muy simbólico, tremendamente simbólico", añadió el mandatario, ante una audiencia en la que estaban, además de los jefes de las fuerzas armadas, los líderes de la oposición, legisladores, empresarios y dirigentes sindicales.
Otra señal
El nuevo ministro también quiso dar su señal. "Vengo de un proceso largo, con muchos fanatismos; he dejado todos los fanatismos y me he hecho fanático de algo nuevo: transformar a Uruguay en un país vivible para todos", expresó Rosadilla.
También tuvo fuerte significado político el acto en el Ministerio del Interior, que quedó a cargo de otro ex guerrillero, Eduardo Bonomi, que además es la mano derecha de Mujica.
Su designación había sido cuestionada por la oposición, porque en su época de guerrillero se le imputaba el asesinato de un policía durante un atentado tupamaro. El rechazo había sido admitido, en forma reservada, por algunos sectores del Frente Amplio. Pero Mujica lo confirmó para esa cartera, aunque le tiene reservado otro cargo, al que le asigna mayor importancia.
En cuanto el Parlamento apruebe la ley para crear una nueva Secretaría de Estado, Bonomi será ministro de Gobierno, una suerte de jefe de gabinete con mucho peso político. Entonces, Bonomi será relevado por Jorge Vázquez, el hermano de Tabaré Vázquez, que ayer asumió como viceministro. Jorge Vázquez integró otro grupo guerrillero de los 70, la Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales (OPR-33).
"Mirar hacia adelante"
También Bonomi prefirió hablar de futuro en lugar de pasado, aunque reconoció que no quería hacerse "el distraído o mirar para el costado" sobre los cuestionamientos recibidos. Pero dijo que al darles su voto a los tupamaros "el pueblo no hizo la reivindicación del pasado", por lo que habrá que "mirar hacia adelante y construir el futuro".
Durante todo el día Mujica siguió la caravana hacia cada ministerio. La necesidad de mejorar la infraestructura para el transporte y el crecimiento económico, la porfiada búsqueda de eliminar la pobreza extrema y la exigencia de ética en el ejercicio de la función pública dominaron el centro de los discursos del nuevo presidente.
Mujica también sorprendió al anunciar que no habría más concursos para ingreso de funcionarios públicos, porque entiende que es una forma de hacer trampas para que "entre por la ventana" gente "acomodada".
fuente: La Nación