por Mariana GodayMarcelo Duarte y Pablo Balde formaron una empresa y ya la vendieron en
un millón de euros al exterior. Ambos afirman que el Estado pone muchas
trabas a los jóvenes emprendedores.
Estos dos jóvenes fernandinos insisten en que el secreto no es tener "una idea brillante", porque "ideas tiene cualquiera", la llave del éxito está en "creer" en esa iniciativa y trabajar en ella "todos los días".
En Uruguay, según contaron, es muy difícil que alguien confíe en tu proyecto, más si se trata de jóvenes que no tienen experiencia previa ni propiedades para poner de garantía.
Marcelo Duarte (foto) tenía 19 años cuando empezó a trabajar para el sistema de casinos del Hotel Conrad. En quinto año de liceo ya se había inscripto en la carrera de Analista Programador que dictaba el Instituto Cei, en Maldonado, autorizado por la Universidad ORT.
En su primer trabajo conoció a quien es su socio hasta hoy en día y con quien trabajó en este exitoso software que crearon y expandieron a lo largo de los años.
Por ese entonces, el Mantra de Punta del Este comienza a desarrollar un proyecto de casinos y Pablo Baldi se traslada a trabajar allí en el sistema de marketing y crédito.
"El Mantra tenía una necesidad particular que no estaba cubierta. Decidieron hacer un desarrollo a medida, ahí fue donde entramos nosotros y nació la empresa HPS Gaming, en 2003. Los casinos prestan plata a los jugadores y tienen que saber cuánto debe y cuánto van a pagar registrarlos en su base de datos como clientes; estos sistemas existían pero son caros en el mundo", recuerda.
Por ese entonces ya trabajaban juntos y hacían proyectos "freelance".
"En un momento surge la posibilidad de hacer un sistema más grande para unos casinos franceses. Eso llegó por intermedio de un extranjero que ya estaba en el ambiente de casinos y vio nuestra calidad de productos acá y nos propuso asociarnos: nosotros hacíamos el desarrollo en Uruguay y él se encargaba de la parte comercial en Europa", explicó Duarte.
Fue así como nació la empresa Lups (Laboratorio Uruguayo de Producción de Software).
"Arrancamos con Pablo (Baldi) programando en su garage, la típica historia de Bill Gates o Apple. Así fue que comenzamos porque no había capital para tener oficinas ni nada. Después de dos años viajamos a Francia a hacer la primera instalación del sistema. Ahí comenzó nuestra expansión, que terminó con siete casinos en Francia", recordó Duarte.
En ese entonces el promedio de edad de la empresa era de 19 años.
Mientras Lups crecía, estos jóvenes se presentaban en ferias internacionales de casinos. Allí establecieron contactos y se vincularon con la principal empresa proveedora de impresoras para máquinas tragamonedas del mundo. "Nos propusieron unirnos y hacer un sistema particular de marketing. Una vez que te empezaron a conocer, empezaron a llegar más negocios", explicó Balde.
El momento de la venta se acercaba y la empresa crecía: "El producto siguió creciendo de tal forma que llamó la atención de una multinacional canadiense. Ahí fue donde se hizo la venta de la empresa hace tres años. Lo que se hizo fue venderles los derechos del software y nosotros le hacíamos desde acá el mantenimiento", afirmó Duarte.
Baldi reconoce que ellos tuvieron una historia con final feliz, pero recuerda que siempre buscaron ser "profetas" en su tierra. Eligieron trabajar en Uruguay, con "mano de obra" y "materia gris" nacionales.
"Si a vos te dicen que no terminaste tu carrera y podés poner tu software en Europa tenés una motivación enorme. Pero si no contás con el apoyo necesario, es imposible".
Los jóvenes contaron que el millón de euros que obtuvieron por la venta de los derechos del software se "gastó" en pagar deudas que la empresa había generado en los años anteriores".
Baldi fue crítico con la falta de apertura que existe para este tipo de emprendimientos y afirmó que en el exterior les dieron la oportunidad de demostrar que estaban a la altura de las circunstancias, cosa que no ocurrió aquí.
"En Estados Unidos dijimos: 'somos capaces de decir esto; dame la oportunidad y te voy a demostrar'. Nos dieron la oportunidad y vieron que la calidad y las ganas son importantes".
De todos modos, reconocen que en Uruguay "con poco se puede hacer mucho", pero sostienen que se necesitan cambios que faciliten el acceso de los jóvenes al crédito y a la educación técnica.
"Hay que tener una actitud más de primer mundo y decir 'vamos a apostar por esta gente que tiene un buen proyecto, vamos a poner plata para potenciar el emprendimiento'; eso en Uruguay no existe", afirmó Baldi.
"Si tenés una experiencia comprobada de que desde Maldonado lograste con tu empresa llegar a Europa, Estados Unidos y a América Central, donde estamos ahora, y lograste atraer una multinacional, sería normal que te llovieran ofertas. Todo el mundo te felicita pero no tenemos acceso a capital; no hay inversores", sentenció.
Consultado sobre cuáles deberían ser los pasos a seguir para cambiar la situación de los emprendedores en Uruguay, Baldi comentó algunas ideas.
"Una de las medidas es unir la universidad con al empresa. Actualmente no tenés un lugar donde vos puedas innovar, generar procesos y construir nuevas técnicas o productos. Esa unión sería generando polos tecnológicos en los cuales las empresas puedan venir a establecerse en Uruguay", señaló.
En lo que respecta a la educación y el empleo, destacó: "El área nuestra hace cinco o seis años tiene índice de desempleo cero. Al día de hoy no hay planes gubernamentales, no hubo desde hace cinco años y siguen sin estar, para crear carreras técnicas rápidas de un año de estudio para que puedan insertarse a nivel técnico".
"Si las cosas sigue como están, los pocos jóvenes que nos quedamos vamos a tener que soportar el peso del Estado y de prácticamente el doble de los jubilados que hay ante la población joven activa".
fuente: Espectador.com