Usted sabe que hace mucho que no creo en ninguna guerra. Me crié escuchando a unos gritando que había muertos buenos y malos, fusiles buenos y malos, y a John Lennon diciendo "all you need is love",
"nothing's gonna change my world", y "give peace a chance"; y tardé algunos años en saber quién y cuánta razón tenía y tiene.
O sea que no me voy a pelear con Usted ni con nadie; más allá de lo cual le cuento que la única Panacea en la que creo es en el poder sanador del amor por uno mismo y por la Vida. No creo que haya recetas mágicas para ninguna actividad humana relacionada con plata o trabajo; ni creo (aunque a veces parezca) que se necesite intervención de esa naturaleza para que el éxito corone un emprendimiento sano. Se necesita estudiar, pensar mucho y bien, saber de qué se trata, y meterle horas, días, meses, semanas y años; y -a veces- tampoco alcanza, pero -si hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance- eso está fuera de nuestras manos.
Antes de leerlo el lunes, ya había decidido que mi prédica en esta columna tenía que reflejar esa convicción, y promover el encuentro. Desde hace un tiempo se nota en el ambiente (y mire que no se lo
atribuyo) un clima que no es propenso para hacer lo que propone (esto es: hacer, pero bien). Hubo crispación en su "diálogo" con la Señora Sub Secretaria, lo noto enojado (creo que con razón) con las autoridades del Ministerio, y creo que ellos también están enojados con Usted, como probablemente lo estén conmigo y con todos los que digamos que no nos gusta cómo están haciendo lo poco o mucho que están haciendo (eso será siempre cuestión de quién mide y cuánto le duele, el tema al que critica, "aquello" que se está rompiendo para hacerlo, al que lo hace), lo mucho o poco que están acertando, y esto ya es menos opinable. No necesito decir qué tantas ganas tenemos todos los que amamos y creemos en el Turismo de poder señalar lo que está bien, ¿verdad? Eso sí: aplausos no esperen, que no somos público, pero apoyo y aliento a lo bien hecho, siempre.
En una época, sufrí la desconfianza (si me pongo sensible podría decir que hasta el desprecio) de los políticos y los empresarios por los técnicos; y supe padecer la soberbia recíproca. ¿Resultado? Todo y todos peor.
Por si no lo sabe se lo digo : no desconfío del Dr. Lescano. En los primeros tiempos de su mandato manifestó sumo interés en los resultados del Programa Bianual. Pero -antes de "mostrar el juego" como Usted dice, se me hace necesario saber si sigue siendo cierto que el Ministerio cree -como afirmara el Asesor Liberoff de abril de este año- que no es momento de pensar en Planificación ni en Marketing, ni relanzar el Programa bianual con ayuda de la ACTLC; sino -en su lugar- recibir de a través de la misma
inversiones directas destinadas a puertos deportivos y canchas de golf. Si es posible, también sería bueno saber si se mantiene la tesitura que rechazó la posibilidad de solicitar y obtener Cooperación durante la pasada Comisión Mixta Uruguay-España; opción que se encontraba disponible y aseguraba respaldo técnico y orientación profesional por el resto del período de que disponía la actual Administración, de todo lo cual estuvieron conveniente y oportunamente enterados los máximos jerarcas
del Ministerio.
Cuando sepa eso, podré convencerme que estoy entendiendo mal. Sabré que no hay desconfianza por los Técnicos no alineados (del otro tipo no hay), temor o rechazo por cosas que no se pueden manejar (ya que no se sabe muy bien qué son) y para peor las hacen personas que no son de confianza política; ni avidez por cosas de mucho vuelo y que impliquen obra, permisos, licitaciones, etc. Sobre todo etc.
Estoy casi convencido que estoy equivocado en esto último, y -de corazón- me gustaría me convencieran del todo.
Tampoco desconfío de la Cámara ni de sus entidades y personalidades, pero sería bueno saber si están dispuestos a encarar el tema de la gestión profesional de los aspectos macro; lo cual significa respaldar
el esfuerzo no ya con declaraciones públicas, no sólo filosófica e institucionalmente, sino hacíendolo definitivamente suyo. co dirigiéndolo y co financiando todas sus etapas. Hace diez años decenas de empresarios en representación de sus instituciones (que no de sus empresas) trabajaron y aportaron mucho al Programa. Pese a ello, ninguno reclamó jamás que ni siquiera se entregaran los certificados de participación en los Seminarios; mucho menos por la no aplicación de una sola de las recomendaciones; resultado también -seguramente- no del desinterés sino de la idiosincrasia vernácula, tanto como de errores de la dirección del Programa Bianual en la estrategia de empoderamiento por los participantes del mismo. Habrá que aprender de los errores, que es de lo único que se aprende.
¿Qué podemos perder? me pregunta. Tiempo, energía e ilusión, respondo; tres cosas que siempre tuve, pero que he aprendido a valorar mucho más que en el pasado, donde los regalaba hasta a quienes no los merecían.
¿Qué pueden temer las autoridades? Yo soy divino pero no adivino. Por el momento, tengo más preguntas que respuestas.
Usted y quienes me conocen saben que soy pierna hasta para llorar en velorio ajeno, pero en esta mano no soy Pie. No barajé, no armé este paquete, y hace poco que empezó el partido; así que -por ahora, hasta no tener más datos de cómo está el mazo- paso.
Que no es decir "no quiero". Quiero y retruco, pero sólo si sé que puedo ganar.
De mentirosos, está el mundo lleno.
Un abrazo
Beto