Salvo algunos incalificables de las barras bravas de los grandes de nuestro fútbol, a nosotros, a la inmensa mayoría, nos gusta ver el partido sentados; allá es al revés: saltan y cantan todo el partido.
A nosotros, en el mundo, donde nos conocen, nos reciben con simpatía, con cariño; a los argentinos, los conocen en todo el mundo y no los reciben igual; lo dicen ellos mismos.
Nosotros tenemos una amplia tradición democrática, interrumpida un par de veces durante el siglo pasado por sendas dictaduras militares; ellos tienen una amplia tradición militarista y golpista, interrumpida en algunas ocasiones por gobiernos democráticos, en ese mismo siglo veinte.
Nosotros, salvo en el fútbol, en algunas épocas, a determinados "cracks", jamás pudimos brindarles "nuestro mercado" para afincarse a ningún notable argentino de las artes o del espectáculo; Argentina siempre tuvo la puerta abierta para cuanto uruguayo quisiese probar fortuna "del otro lado del charco" desde siempre y "del otro lado del río" DD (después de Drexler).
Nosotros somos más "conservas" y ellos, si cabe, más liberales.
Nosotros, la mayoría de nosotros, elige el perfil bajo; ellos, un buen porcentaje, la exposición.
Salvo en el deporte, adonde están casi permitidos los excesos, nosotros, por admiración disimulada por complejo provinciano y porqué no, por agradecimiento a tanta oportunidad a tanto compatriota, somos incapaces de hacerles daño de forma deliberada.
Están como testigos todos los rioplatenses que viven en Australia, Estados Unidos, España, Venezuela, Canadá; lugares donde somos más hermanos que en cualquier otro lugar.
Ellos, hasta ahora, salvo la época negra del peronismo de mitad de siglo donde ser uruguayo era mala palabra en Argentina, siempre fueron "los hermanos mayores" y como tales, todo bien.
La enfermiza, macabra, maquiavélica, mentira urdida por los líderes políticos argentinos que tenían influencia sobre el pueblo entrerriano; en el sentido de inculcarles el terror a los eventuales efectos de la instalación de plantas procesadoras de pasta de celulosa del lado uruguayo, aparenta no tener marcha atrás. Esos dirigentes, que ahora quisieran retroceder el tiempo y no volver a decirles a sus hermanos tanto disparate, no podrían frenar, aunque quisiesen a los asambleístas de Gualeguaychú.
Tampoco los frenan los Kirchner ni los Fernández; primero fue el corte de la ruta de acceso a los puentes; luego La Haya, la "contaminación visual de la chimenea de Botnia", las cartas al Banco Mundial para que no financiara esta planta; las gestiones en España para hacer echar atrás a Ence y ahora, se prepara el bloqueo a Buquebus.
Lo del título: de castaño a oscuro. Unos pocos fanáticos argentinos, avalados por un primer mandatario que se permitió adjetivar a su colega de este lado como "intransigente", estrechan el cerco y cada día, dan más forma letal al conflicto.
Habría que averiguar con certeza de donde viene "la otra manija" y que es lo que se busca.
Guerra entre Argentina y Uruguay imposible; salvo "a las piñas", "mano a mano" algunos de ellos contra algunos de nosotros, no se puede otra cosa. ¿ Que reaccione Brasil?....¿ a quien le sirve ?....¿ habrá algún fabricante de armas que tenga clavo?...¿ será un problema para el resto del mundo que en América del Sur no haya conflictos armados?
Lo peor, lo trágico, es que sea entre nosotros; entre argentinos y uruguayos.
Los países (sin distinción), de Gardel, Leguisamo, Severino Varela, Walter Gómez, Julio Sosa, Luis Artime, Atilio García, Juan Eduardo Hohberg, Enzo Francéscoli...
Aflojen la mano mientras se pueda; hagan el intento de hacer entrar en razones a los entrerrianos; Uruguay no tiene la culpa de lo errores de los dirigentes de esa misma provincia en primer lugar y nacionales luego. Cuidamos el medio ambiente; somos número 3 en el mundo detrás de Finlandia y Noruega; nuestros técnicos, a quienes respetamos y a quienes les creemos, nos dicen que las plantas tienen bajo índice de contaminación y que no hay riesgos mayores.
Respaldamos a nuestro gobierno; respaldamos a los inversores; la lucha "del otro lado del río" no es "contra Tabaré", es contra nosotros todos, contra el Uruguay y los uruguayos; se están metiendo con nuestro trabajo y con nuestro futuro. Ya estuvo seriamente afectada la temporada de verano pasada; la que viene, va en el mismo camino. No tienen derecho a hacer lo que hacen y mucho menos, como respuesta a "una manija sin sentido por alguna coima que voló..." Alguien debía decirlo.
Sergio Antonio Herrera
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