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Lunes, 08 Enero 2007 19:47

La columna de Alberto Cuevas.

Don Negro:

Como Usted me paga en cómodas cuotas (y en general con canjes de dudoso destino), le voy a corresponder con una cuotificación de mi inmarcesible, inocultable y escasamente reconocido talento. No vaya a creer que estoy en conflicto, por favor.

Simplemente adecuando el formato a la veraniega necesidad de le(bre)vedad.
 
Yo no soy lavandera...

Está bravo esto del periodiquismo. No digo Periodismo (cuando es de verdad se escribe así, con P) porque eso es una actividad

seria, desplegada por profesionales (casi nunca en el sentido económico de la palabra); y –puedo ser atrevido- pero no oso

mencionar siquiera como ambicioso sueño la posibilidad de devenir en uno de ustedes. Hablo, nomás, de desplegar un grupo de

opiniones, noticias y/o comentarios en forma periódica, sin caer en la reiteración ni aburrir, sumando estilo, esencia, y

eso, ¿vio? Está bravo mismo.

Temas de los que hablar hay siempre, pero a veces me resulta difícil saber acerca de qué quieren los lectores que escriba. Si

bien me resisto al automatismo de atender a las encuestas y escribir de lo que la gente quiere, soy de los que creemos que

los espacios de infopinión no son para ejercer el bello arte de la autocontemplación ni el amor incondicional por la propia

voz (así sea escrita). Eso es para los seguidores de Onán.

Si mala es la autocomplacencia periódica y periodística (sobre todo para la preservación de la especie), peor es la

complacencia a secas. Se lo digo como modesto integrante del gran público: me es cada vez más difícil contener el gesto que

me hace el alma, viendo cómo se maneja las entrevistas por parte de los responsables de llevarlas adelante; no sólo, pero

especialmente cuando de Turismo se trata. Vistas de afuera, no sólo desnudan en el entrevistador una somerísima preparación

de las mismas, levedad (por decir lo menos) en la información de fondo acerca de los temas, carencia de opinión propia, y una

extraña sumisión ante representatividades en ocasiones muy discutibles, escaso fundamento técnico y fáctico de las opiniones

vertidas; y un interés -para el público- al menos dudoso.

“¿Qué nos puede o quiere decir” es la tónica general, sumado a un recién estrenado estilo “vamo’arriba” que a mí me suena a

un “tout va tres bien, Madamme la Marquisse” que sólo puede augurar destino similar al de la descocada destinataria del

comentario y del “comunicador” que se lo dijo.

Yo no soy periodista ni lo quiero ser, no porque se echen a perder sino porque no es lo mío; y no me voy a poner a dictar

cátedra sobre el tema, porque –no siendo de Turismo- casi siempre hablo de lo que sé. Pero habiendo apoyado en toda la medida

de mis posibilidades los esfuerzos fundacionales de CIPETUR, en un tardío y probablemente inútil homenaje a aquellos que

soñaron con un periodismo turístico acorde a la importancia del Sector, señalo un tema ético y técnico que rompe los ojos

hasta a un lego.

Y la dejo por acá, no sea cosa que algún colega o amigo del Portal sienta que hablo de él, crea que lo agravio y se enoje.

Nada que ver, dicen los pibes.

Si alguien ve en lo que digo una espina o un intento de ofender, se equivoca él, pero igual me disculpo yo.

Mi rosal tiene tiempo, apenas, para dar flores.


Mea culpa

Acto seguido, para demostrar lo que no soy, hago un mea culpa. Le erré. Escuché bien, entendí mal, en mi anterior  columna

dije algo que no es, y me apresuro a declararlo: no es cierto que no haya escaleras adecuadas en Laguna del Sauce. Lo que sí

es cierto es que hay poca luz, no sólo en la pista sino en la actitud de quienes prestan el servicio; temas ambos que merecen

la atención de sus superiores. Todo lo demás, confirmado.


Esperanza vs. Experiencia

Leí el otro día que se preocupa Usted de “¿ahora que?, visto que PLUNA tiene socio nuevo.

Hay motivos para ser optimistas. Cuando cerró Pan Am, teníamos una escasísima frecuencia de conexión directa con USA. Cuando

llegaron United y American, más allá de la “XXX” (ponga el adjetivo que le parezca adecuado) integración y el “XXX”

funcionamiento de la Comisión de Política Aeronáutica de la época (que me precio de haber integrado), asistimos al desarrollo

de una actitud por parte de las empresas que multiplicó los asientos disponibles, en directo beneficio del Turismo receptivo.

Tener una empresa aérea con una gestión técnica y profesional y unos cuantos aviones, asegura mejoras, pero si el Sector no

se da los tiempos y espacios para reflexionar, planificar e implementar la organización institucional adecuada a los

objetivos que se marque, el resultado será menos bueno de lo que se puede esperar.

Si nada cambia, será lo mismo que antes, o bastante parecido. Mientras los Directorios del Ente se sigan nombrando con los

mismos criterios (con todo respeto y escasas excepciones, en los últimos 20 años he visto nombrar como Directores a gente de

confianza política con profesiones tan diversas como maestro de Escuela, omnibusero, camionero, abogado, otros sin título

expertos en todo (o sea en nada) que tanto sirven para serlo aquí como allá, y unos cuantos etcétera que nada mejoran el

promedio; casi todos ellos unidos por una previsible e inexorablemente demostrada insolvencia técnica para administrar,

dirigir o representar al Ciudadano en la dirección de una empresa de transporte aéreo.

Los antecedentes mal ayudan a esperar con fe, pero... siempre hay que abrir crédito.

Siempre se puede dar el milagro de que quien poco sabe consulte a quien sí; y el supremo milagro: que le haga caso.

Siempre es posible que los designados por el poder político no nombren a su representante en el Directorio de la nueva

empresa pensando en su filiación partidaria sino en su capacidad. De las palabras del Señor Presidente en marzo de 2005

(“...utilizaremos para la selección de los responsables de la gestión pública tres criterios:  idoneidad, honestidad, y sólo

en última instancia pertenencia partidaria”) yo había entendido que iba a ser así.

Aún puede ser así. El Poder Ejecutivo tiene hoy la posibilidad de hacer que los nuevos propietarios de PLUNA S.A. tenga

interlocutores internos y en los Ministerios relevantes que -representando el interés general- puedan dialogar con ellos en

el mismo idioma (Marketing, Planificación estratégica, amor por los resultados etc, etc,) y no –como hasta ahora- mantener

interesantísimos intercambios ideológicos con probablemente escasos resultados en los hechos.

Yo le voy a poner unos boletitos.

Como decía un amigo que se casó tres veces, será el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.
Beto.