El carnaval es una verdadera industria. Claro que estamos un poco lejos de alcanzar los niveles del carnaval de Río, pero de todas maneras, en nuestro país, mucha gente durante un mes se hace "una extra" y no son pocos los que de este mes de carnaval sacan el sustento para varios meses más durante el año. Como en todo negocio hay quienes se llevan "una buena porción de la torta", el negocio del carnaval no es la excepción. Hablamos en este caso del empresario: el dueño o el explotador del tablado, el dueño del conjunto, etc. Y también están los que "laburan" el negocio, sin los cuales esta industria, por pequeña y humilde que sea, no funcionaría: hablamos aquí del empleado que vende las entradas en la boletería, del encargado del sonido, del que cuida la parte eléctrica, del que vende los chorizos, del que vende los números para el bingo, etc. Se trata en definitiva, de una industria popular, en la cual sus protagonistas, esto es, actores, público y todos aquéllos que hacen posible la realización del carnaval, comparten un mismo sentimiento: disfrutar de un buen espectáculo pagando lo que está al alcance de la gente. Porque por encima de todo, si bien para muchos es un trabajo, en su esencia se trata de hacer algo por el gusto mismo de hacerlo: "Salgo en carnaval".
Y por supuesto que el público al cual el carnaval "le llega" está bien acotado. A diferencia de las grandes y elitistas fiestas del carnaval de Río, en las cuales hay que pagar una buena plata para ser partícipe de las mismas, en nuestro país todo es más popular, incluyendo el público que asiste a los eventos, o sea, a los tablados. Generalmente vinculados a sectores de la izquierda política y a los sectores sociales más desprotegidos de nuestra sociedad, el carnaval uruguayo no ha sabido integrar a su fiesta a los sectores situados en la otra punta del mapa: la derecha y los sectores sociales históricamente "acomodados" de nuestra sociedad. Parten de aquí los conceptos peyorativos que para los carnavaleros tienen, no pocas veces, los sectores que no se identifican con esta forma de entretenimiento popular. Es que, es muy difícil vincularse a esta actividad si desde chico ya uno no lo tiene inculcado en sus venas: se podrá patear mejor la pelota con el paso de los años, pero lo que uno aprendió en el potrero, jugando descalzo entre los yuyos y los matorrales, el que siempre volvía a la casa con los championcitos blancos nunca lo va a tener como parte de uno. Porque no se trata de ir un día a ver una murga y salir diciendo: "Qué buenas voces ché... y qué bien los arreglos...". El que siente el carnaval, fue a los ensayos y no se aburrió, se comió un choricito pa' ayudar a los muchachos... y aunque sabe que hay algún conjunto mejor, se hizo hincha de ése, del que es del barrio, del que acompaña toda la cuadra.
Y como todo cambia, el carnaval también cambia. Hasta hace no muchos años el vehículo obligado para ir de tablado en tablado era el camión. Ese camión que muchas veces hacía "calentar" a todo el tablado porque no llegaba nunca (el locutor del tablado pedía disculpas argumentando que la demora se debía a que el conjunto se había atrasado en otro tablado o que el tránsito estaba bravo... y cuando llegaban al escenario todos veíamos que el camión venía echando humo y los muchachos ya se habían tirado un par de cuadras antes por las dudas que algo explotara). Ahora los muchachos van en ómnibus (ni siquiera en bañadera) porque tienen que cuidar las gargantas y porque así van descansando durante el trayecto en cómodos asientos (hacemos la salvedad de que todavía hay algunos conjuntos que se mueven en camión, son pocos, pero todavía existen). Y mientras "descansan" las gargantas, en vez de tomar vino, ahora, seguramente por recomendación del propio nutricionista del grupo, toman algún preparado de miel o de propóleos... o como gran locura, lejos de las viejas costumbres carnavaleras, alguna bebida "light". Es que también el carnaval se ha profesionalizado: el maquillaje, el vestuario, los arreglos, la coreografía, la puesta en escena, la escenografía... ¡los propios integrantes de los conjuntos (salen en el que más pague)!
Sí, sí: ya nada es lo que era y todo pasado fue... Pero más allá de los detalles de cómo es ahora la fiesta carnavalera, lo importante es que nuevamente moverá a miles de personas; y si bien el carnaval oficial se vive en Montevideo, sabemos que hay muchos carnavales del interior del país, aunque se limiten al desfile, en los que la fiesta se vive a todo esplendor (son famosos los carnavales de la frontera con Brasil, a los cuales llega gente de todo el país). Y hay un hecho que no es menor, sobre todo en la capital del país: hablábamos de que se trataba de una fiesta popular, en la cual el público que participa estaba bien acotado, y justamente se trata de la única diversión o del único entretenimiento al que durante todo el verano puede acceder mucha gente. Porque no todos pueden pagarse vacaciones en el este durante el verano o tomarse un avión durante el resto del año... Por toda esa gente y por conservar algo que sigue siendo nuestro, a pesar de algunos intentos "infernales" (en algún momento se pensó en la construcción de un hotel 5 estrellas en el Teatro de Verano del Parque Rodó): ¡Feliz Carnaval!
