Para la próxima Rural del Prado, vistamos Montevideo como ciudad gaucha y marcadamente ganadera.
Vayamos a la captura definitiva del gran mercado norteño que nos sirve: el paulista. Dispongamos con la DGI la exención de impuestos de todos los artículos de alto valor: joyas, obras de arte, marroquinería fina, prendas de cuero, antigüedades y todos los productos similares. Montemos temporadas de ópera y ballet y dejemos el orgullo de lado y copiemos lo que tiene éxito: si no se quiere crear una zona similar, definamos una de las existentes y hagamos el Puerto Madero de la capital uruguaya por ejemplo, en la Ciudad Vieja y comencemos definitivamente, a recuperar nuestra identidad tanguera y candombera. Seamos la doble alternativa del destino tango rioplatense para el turismo internacional: creemos el tango vip y el tango fast.
Dotemos a los destinos naturales de lo que les falta; tomemos el ejemplo de Colonia; se desarrolló porque el exceso de turismo hacia Buenos Aires y los pasajeros que se le "caen" a la gran urbe porteña, la han hecho crecer a fuerza de visitarla. Ya que estamos en ese departamento: esa maravilla que es Nueva Helvecia necesita más hotelería y más inversión, más atracciones. La Zona Termal puede y debe ser ampliada; recientes estudios indican que hay viabilidad en el sur del departamento de Tacuarembó. A la hermosa Rocha reparemósle "la puerta y la ventana": el puerto deportivo de La Paloma y el aeropuerto donde sea, necesario a gritos. En esta costa oceánica, el ingenio debe vencer a las inclemencias. Todo un país pensando tiene que encontrale la solución a la baja temporada de nueve meses. Destinos que no necesitan renovarse y mucho menos innovar como París y New York, lo hacen permanentemente. No será necesario "techar" Punta del Este para revertir la extensa baja temporada; alcanzará adecuar, programar, invertir y no hablamos obviamente, de construir para arriba, decimos crear ámbitos acordes.
El avistamiento de pájaros y las rutas del vino, en el mundo, han dejado de ser modalidades exóticas o selectas, para convertirse en programaciones convencionales y está muy bien que así sea.
Cada uno desde nuestra función, debemos soñar el Uruguay que queremos para nuestros hijos, para nuestros nietos. Queremos mucho a nuestra tierra, razón obstinada de nuestra permanencia a pesar de los pesares dentro de sus limites geográficos pero, no queremos el Uruguay que se está perfilando; nos está faltando brillo y glamour para ser apetecible destino internacional y nos está sobrando delincuencia. Aunque parezca un contrasentido y se oigan voces en desacuerdo desde abajo de una boina, desde adentro de algún aula o desde alguna bancada legislativa, para combatir la delincuencia, minimizar el desempleo y aumentar la felicidad de los más necesitados, debemos convencernos del programa debatiendo, estructurarlo y cumplirlo a conciencia. No exageramos casi nada si afirmamos que debemos girar en el entorno de los 180 grados en nuestra visión de atractivos turísticos. Reservemos el sol y playa como una extra, como un ahorro; convirtamos en destino turístico al "otro país", ese, que debemos solamente adecuar y que en gran parte, está construído.