Este año, los principales eventos recordatorios tuvieron lugar en la Plaza Independencia de Montevideo y en El Sauce, departamento de Canelones, lugar donde nació el prócer de nuestra patria. La particularidad este año tuvo que ver con la resolución del presidente de la República, Tabaré Vázquez, de declarar este 19 de junio, como el "Día del Nunca Más". Esta conmemoración tuvo diferentes interpretaciones a nivel de todo el espectro político del país (no nos detendremos en esta discusión). Los sectores de la izquierda más leal al gobierno acompañaron al presidente en el acto de la Plaza Independencia (incluidos los ex tupamaros que forman parte de los cuadros gubernamentales). Sin embargo, los sectores radicales de las fuerzas de izquierda, que han manifestado su oposición a varios temas a los que el gobierno ha dado relevancia, convocaron a una marcha para manifestar su disconformidad con la iniciativa de Vázquez. Desde la derecha política, algunos acompañaron el acto central celebrado en Montevideo; otros optaron por no participar.
En el ámbito político la propuesta del presidente, más allá de algunas diferencias puntuales, recibió la aprobación de la gran mayoría (de todas maneras, una de las más notorias ausencias a la convocatoria de Vázquez, es la que corresponde a la de las organizaciones vinculadas a los Derechos Humanos). Uno de los puntos más fuertes durante el acto mencionado tuvo lugar cuando el propio presidente de la República, se estrechó en un abrazo con Pedro Bordaberry, hijo de José Ma. Bordaberry, acusado como el principal responsable del golpe de estado que permitiera la instauración de la dictadura militar en Uruguay por más de una década. A tan sólo unos pocos pasos del lugar donde se producía este encuentro estaba Rafael Michelini (...). El acto de conmemoración se limitó a la colocación por parte del presidente de una ofrenda floral al pie del monumento al General Artigas. Dicha ofrenda era la representación de nuestro principal símbolo patrio, la bandera uruguaya. El público que concurrió a acompañar al presidente también portaba banderas uruguayas (la mayoría de ellas con la inscripción "Nunca Más").
La bandera uruguaya se convirtió en el día de hoy en la gran protagonista de la jornada política, social y educativa. En Uruguay, cada 19 de junio, miles de escolares y miles de liceales prometen y juran la bandera. En realidad, la inmensa mayoría de esos estudiantes no tienen ni idea de qué es lo que hacen cuando se los convoca a sus centros de estudios a sus respectivos actos de lealtad a la bandera. Y esto es así en los tiempos que corren y también lo fue durante la última dictadura. Hoy podríamos pensar que el respeto a la bandera supone estar de acuerdo con la forma política que los uruguayos nos hemos dado para administrar el país en el que vivimos. Claro que, si seguimos esta línea de pensamiento, podemos concluir que durante la dictadura militar todos aquellos que prometieron y juraron la bandera estaban de acuerdo con la forma política que durante aquellos años conducía los destinos de nuestra patria. Estos actos de lealtad a la patria que los estudiantes, con pocas posibilidades de interpretación, son obligados a realizar, deberían reformularse. Si desde el Estado a los ciudadanos de un país se los obliga a ser leales con su patria, bueno sería que, los propios ciudadanos obligaran al Estado a ser leales con sus patriotas (léase: uruguayos). No queremos ser revisionistas pero, ¿no sería bueno que quienes prometieron o juraron la bandera en tiempos de dictadura, la "desprometieran" o "desjuraran" y volvieran a realizar aquel acto de lealtad en las actuales circunstancias?
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