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Miércoles, 04 Julio 2007 22:23

¿ Lo más seguro es quedarse en casa?

por el Lic. Rafael Ramos

05 JUL 07 PDU

El atentado ocurrido en las últimas horas en Yemen, en el cual perdieron la vida decenas de personas y otras tantas resultaron heridas, no puede pasar inadvertido.

 Como en cada oportunidad en la cual sucede un hecho de estas características, todos, por unas horas, nos tomamos cierto tiempo de reflexión. En esta ocasión la noticia nos afecta con cierta familiaridad, pues, entre los fallecidos se encuentra un grupo de españoles que, se supone, realizaban actividades turísticas. Seguramente, a lo largo y ancho del mundo sucedan hechos como este con una frecuencia mucho mayor a lo que podemos imaginar y, ni nos enteramos. Los atentados, las emboscadas, las guerras civiles son cosa de todos los días; pero la inmensa mayoría de estos hechos no son noticia para el mundo civilizado: que en determinado país africano año tras año su población deba emigrar masivamente hacia otras tierras a causa de una interminable guerra civil sostenida por quién sabe qué genocida inimputable, no interesa al mundo económico debido a que esa región no tiene qué ofrecer al resto de la humanidad. La consecuencia de no existir en el mundo político, tiene su explicación desde el punto de vista económico. No descubrimos nada con esto, pero a veces se nos olvida. Y si en este momento el mundo occidental habla del atentado contra los turistas españoles en Yemen es porque no es necesario rascar demasiado para encontrarle a esto, también una explicación económica.

A ver si nos entendemos: no justificamos de manera alguna el atentado de Yemen (y ninguno que suceda en cualquier lugar del mundo y de cualquier naturaleza), solamente queremos situar la información en el lugar que creemos justo. No nos interesa, desde nuestra posición, averiguar acerca de las víctimas, si se trataba de turistas, de diplomáticos, de agentes encubiertos, de una delegación deportiva, etc. Tampoco nos importa saber si en este hecho concreto la agresión se debió por motivos económicos, políticos, religiosos, culturales, etc. Como ya dijimos, estos hechos suceden en buena parte del mundo y nada indica que las condiciones cambien para que dejen de acontecer. Es la realidad del mundo que nos ha tocado. Y si bien se hacen esfuerzos (...) para controlar los desbordes de violencia que por diferentes causas pueden brotar en cualquier punto del orbe, los propios gobiernos son conscientes de la vulnerabilidad a la que está expuesta cada una de las poblaciones. Si el mundo no es más violento es porque nadie se lo ha propuesto. Mientras tanto, la vida de los ciudadanos comunes es proporcionalmente segura al lugar que les ha tocado en el mundo, geográficamente hablando. El estado actual de la condición humana hace que no sea lo mismo vivir en un país escandinavo que, en uno situado en medio oriente. Es que en el fondo, somos todos iguales, pero todos diferentes.

La posibilidad del ocio y del placer debería ser un derecho real de cada persona de este planeta. Esta posibilidad también debería ser para todos iguales, pero... somos todos diferentes. A todos nos cuesta mucho conseguir el tiempo, la oportunidad económica y el resto de las condiciones necesarias para tomarnos unas vacaciones. Y con un poco menos o con un poco más de esfuerzo, conseguimos de vez en cuando, transformarnos en turistas. Esa condición supone que hemos dejado de ser buena parte de la persona que éramos algunas horas atrás. Dejamos las preocupaciones del trabajo, los problemas de la vida cotidiana y, nuestro cuerpo, mente y alma se abren generosamente al descubrimiento de lugares y de todo tipo de sensaciones. Claro que, los destinos turísticos variarán según la condición particular de cada persona; lo que no variará será la expectativa por vivir algunos de los días más disfrutables del año. Porque justamente de eso se trata el hecho de hacer turismo: disfrutar sin preocupaciones. Cuando alguien sale del país piensa en pasarla bien, hacer experiencias y, volver a su lugar a contar todo lo vivido. Seguramente, fue esto lo que los turistas españoles del atentado de Yemen habían planificado. Y siempre que algún caso de estos se conoce públicamente, se produce la inevitable retracción de alguna parte de la actividad turística. No se prolonga demasiado en el tiempo, pero por poco que sea, se siente. De todas maneras sabemos que la solución no es quedarse en casa, mucho menos, si vivimos en medio oriente, en algún país africano o latinoamericano, o si simpatizamos con alguna religión o algún grupo político. La actividad turística es tan vulnerable como cualquier otra en este mundo. Pero no nos conformemos por esto; denunciemos cada vez que en algún lugar del mundo los más inocentes sean atacados, sin importar cuál haya sido el motivo y si tiene o no alguna "explicación económica".

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