Cuando no sabíamos aún que se trataba de eso, la globalización la fue acercando y "bajando" a escala convencional.

Siempre nos han causado mucha gracia esos comentarios "bien uruguayos" del estilo: " a mi no me gusta Punta del Este, prefiero tal otro lugar".

A nosotros tampoco nos gustaba...que quedase tan lejos y estuviese tan alta.

La explosión de la construcción; la "metropolización" del otrora exclusivo enclave, está planteando en la actualidad, una seria encrucijada para quienes deban diseñar el rumbo inmediato de nuestro principal balneario.

Estos festejos de los cien años que aún transcurren y que tuvieron en la pasada jornada, lo más importante de la programación oficial, como anunciásemos en anterior artículo, han marcado el inicio del camino que va alejando a Punta del Este de la "paquetería" y ese "toque de distinción" que siempre tuvo.

Faltó sangre azul y jet set; pero la señal más marcada de esta opción que señalamos hacia lo popular, es sin duda la gran paella. Estas comidas gigantescas son típicas de pueblos pequeños en los cuales, las fuerzas vivas, en su afán quizás, de hacer ingresar al terruño al libro Guiness de los récords, buscando su promoción, hacen con mucha alegría, esfuerzo y amor al lugar.

Para Punta del Este, esperábamos otro festejo; del mismo modo que estamos esperando otra política de promoción y de cuidado integral. La buena noticia es que aparentemente, el próximo verano no habrá puentes bloqueados y volvera a estar vigente, la opción de ocupar convenientemente las plazas parahoteleras, las que conforman la inmensa mayoría de la disponibilidad de este destino.

Intencionalmente, la foto que acompaña este artículo, es de Casapueblo; el ícono por excelencia de Punta del Este y quizás, el logotipo ideal: casa, pueblo, pero...paqueta. Nos vemos.