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Martes, 14 Agosto 2007 18:36

El silencio de ayer

por Sergio Antonio Herrera

MVD 15 AGO 07 PDU

Generalmente, cuando uno se altera, si tiene la suerte de recordar "que hay que contar hasta diez", tiene la oportunidad de demostrar prudencia y si se quiere y en rima, también inteligencia.

Vivimos en un país muy particular, donde cada día que pasa, hacemos todo mucho más difícil.

En este país, cada día se destacan más las individualidades y cada día también, se vuelven más engorrosos los colectivos.

Todos vivimos reiterando los defectos de los demás pero, jamás, asumimos que los mismos, pueden ser propios.

Lo mejor que se puede hacer en Uruguay, es no hacer nada; de esa forma, nadie critica, nadie se enoja con uno y no hay que cuidarse de nada.

Trabajamos en un sector donde hace mucho tiempo "no pasa nada".

El turismo es la actividad o industria desconocida y a pesar de ello, mucha gente en Uruguay "supone" que debería ser la salida económica del país.

Para que ello ocurra hay que estudiar, hay que investigar. Alguien debe convocar a los técnicos para que, primero se involucren y luego, estudien, investiguen, diagnostiquen, sugieran, difundan y todo lo que viene después.

Históricamente, la mecánica se ha repetido: asumían jerarcas en el Ministerio de Turismo que nada conocían de esta actividad, entonces, procuraban conformar un entorno de asesores y de esa forma, iban desarrollando medidas que, generalmente beneficiaban a los asesores de turno y a sus empresas y para nada, al país. Así salimos por el mundo a vender un destino de sol y playa, compitiendo con los que de verdad lo son e hipotecando, la mayor parte del territorio y del año calendario.

Cuando los gobernantes de turno, más o menos empezaban a entender de que se trataba el turismo, se les había terminado el período y se marchaban para su casa o para otro ministerio o empresa del Estado y dejaban el lastre. Comenzaba un nuevo período y venía otro equipo ministerial, se reiteraba el proceso y se seguían acumulando desaciertos.

Viendo que continuaba, sin solución de continuidad, la ineficacia absoluta y había transcurrido una muy buena parte de nuestra vida, pusimos en práctica una vieja idea y sin medir riesgos, sin calcular resultados, fuimos convocantes.

Hay unos cuantos veteranos que al igual que nosotros, estaban esperando simplemente la oportunidad; ellos mismos, con suerte diversa, lo habían intentado anteriormente. Esos protagonistas, están al pie del cañón; estuvieron anteayer personalmente,se comunicaron por teléfono o por correo electrónico; para todos ellos, el eterno agradecimiento y la promesa del compromiso redoblado.

Hubieron otros que prefirieron hacer como que no pasaba nada, allá ellos y hay algunos, a quienes lamentablemente, el sistema, les ha puesto un cerco y no pueden avanzar.Quieren pero no pueden porque de hacerlo, verían afectadas sus empresas o su empleo, así de simple.

Agradecemos los años, la experiencia y como hemos reiterado varias veces, poseer el know how del error; de no ser así, la página editorial de ayer hubiese sido un misil y quizás hoy, nos estaríamos arrepintiendo.

Solicitamos disculpas a la mayoría de nuestros lectores, los cuales, estamos seguros no lograrán entender de que estamos hablando; pero, justamente, por la forma que nos hemos dado de convivir y por respetar, arcaicos códigos tácitos, que la mayoría de nuestros amigos, nos aconseja no hacer públicos, debemos ejercer nuestro derecho al pataleo, poco menos que en clave, como resultará este editorial.

De aquí en más, todo el que quiera saber puede preguntar; aceptamos el consejo de no ventilar públicamente las causas que nos incomodaron tanto anteayer, pero jamás, las convertiremos en secreto.

Y lo más importante: estamos barajando y dando de nuevo; ya tendrán noticias nuestras. Nos vemos.