en ese país, uno salía de su casa y sabía con seguridad, que regresaría, porque si se cruzaba con algún guapo, más de alguna piña encajada, no traería.
Las puertas de las casas y de los autos quedaban abiertas, las señoras iban por la calle luciendo sus joyas y los delincuentes, que siempre existieron, tenían su códigos, los cuales respetaban y como ejemplo, baste citar los de los "pungas", conocidos por todos (y si alguien no los conoce, pregunte que les cuento).
En ese país, el que tomaba vino en la calle era el linyera, el varón que usaba caravanas era...¿cómo decirlo?... y tatuajes...tatuajes, ¿qué era un tatuaje?.
En ese país, mirábamos el fútbol sentados y demoramos mil novecientos ochenta años en entonar "una que sepamos todos" y lo hicimos en el Mundialito con el tema de Beto Triunfo que decía "Uruguay te queremos ver campeón".
En ese país, mirábamos por TV a los argentinos saltando y moviendo su mano en ele en las canchas y nos parecían extraterrestres.
Pero en ese país, algún día, muchos padres, con el pretexto que tenían poco tiempo o el peor, que: "el nene es incorregible", SE LAVARON LAS MANOS CON RESPECTO A SUS HIJOS y de esa forma (entre otras), crecieron los seudo seres humanos que hoy, INTEGRAN LAS BARRAS BRAVAS, TOMAN VINO EN LAS ESQUINAS, SE DROGAN Y MATAN PORQUE EL OTRO, "PASÓ POR ALLI".
Cuando escuché en la radio que en la preparación del dispositivo de seguridad para el clásico del domingo, la policía iba a "controlar durante toda la jornada" a 50 hinchas de Peñarol y 20 de Nacional, no lo podía creer.
Si el organismo que debe velar por la seguridad y prevenir, determina que son setenta, los que pueden constituirse en factores de riesgo, nos están diciendo que son setenta, los tipos más peligrosos de las dos barras más peligrosas, ¿no?, nos están diciendo que saben quienes son, nos están anunciando que ese
miserable porcentaje de habitantes de este país, es el que nos tiene en jaque.
Bueno, ya que nunca nadie me llevó el apunte con La Isla, tiro una mucho más simple: construyan en el medio de la nada (o sea, en el medio del campo), un establecimiento de extrema seguridad y metan ahí a los setenta, junto con todos los que están en la Colonia Berro y en las otras dependencias del INAU que
son peligrosos y también, a todos los rastrillos y rapiñeros y precoces asesinos que pululan en los noticieros de TV a diario.
Que ese establecimeinto sea un ejemplo de rigor e invulnerabilidad y obviamente, del cual sea imposible huir y mucho menos, amotinarse.
Establezcan un régimen de rigor extremo y hagan propaganda de ello para que los que están afuera y piensen en delinquir se enteren.
Pero cuando hablo de rigor extremo me refiero a que muestren periódicamente a estos personajes, trabajando la tierra, clavando un clavo, pintando, estudiando,haciendo ejercicios físicos y si es posible, sin el pelo teñido, sin piercings y demás.
¿Que no estoy respetando los derechos humanos?
¿Y a quien le han importado los míos hasta ahora?
¿Que no se les puede encerrar porque no se les puede acusar de nada?
Decrétese que no es encierro, que es una acción del Estado para prevenir que no cometan errores que les signifiquen un serio impedimento de futuro para sus vidas (¿suena bien?).
Luego que se reeduquen y si llegan a ser personas de bien, que usen la moda que quieran pero, primero, que ganen el derecho a esa libertad, a ese derecho y no como ahora que lo ostentan desafiando a la sociedad y desde la agresión.
Pero claro, algo que parece tan simple como lo que digo, va a morir como siempre en la nada porque...si bien nadie lo asume y nadie lo responde, debe haber mucha gente a la cual le debe convenir (aunque suene poco creíble), que continúe el estado de cosas actual.
Lo que es peor, hasta seguramente va a haber alguien que pueda descalificar esta idea, por cualquier causa, en primer lugar, por conservadora.
Pero, a pesar de ello, prefiero que todos los violentos, quienes representan un peligro latente para el resto, los que somos pacíficos, pasen por un período de reeducación, la que no tuvieron hasta ahora y que los otros, los que aún nos están fichados pero ya transitan el mismo camino, pongan las barbas en remojo, aunque aún no les haya crecido.
A ese país en el cual nací y crecí, me lo hicieron puré o pomada, unos cuantos indeseables, de arriba y de abajo, de pocos y de muchos recursos, gente marginal y gente de poder, y yo, como la inmensa mayoría, lo único que puedo hacer es poner rejas y alarma en mi casa, resignarme a que a dos por tres debo ir a comprar vidrios para el coche porque me volvieron a robar y rezar, cada vez que mis hijos o mi mujer están en la calle, rezar hasta que regresan y agradecer que regresan sanos y salvos, como si estuviésemos en la selva.
Los del fútbol son setenta, los demás, algunos cientos, quizás, unos pocos miles, ¿vamos a dejar que nos sigan avasallando?, ¿nos hemos convertido en una sociedad resignada, de cultura y comportamiento ovino?. Nos vemos.