La principal avenida lucía sus plátanos que daban sombra y era más ancha, la surcaban los mastodónticos trolleybuses y el centro de la ciudad tenía vida propia y de día y de noche, era el escenario del paseo familiar, en cada esquina había varios bares y luz en las marquesinas y en las vidrieras de los negocios.

El pibe flaco del Barrio Sur, esa mañana, gracias a Mario Vidal que lo recomendó, comenzaba a ser uno de los varios cadetes de Viajes Cynsa, una de las grandes agencias de viajes del Uruguay, con la Presidencia de Bruno Musitelli y con Don Ramón Costales en la gerencia.

Breves instrucciones, un portafolio y ¡a la calle!, a llevar fichas de datos a PLUNA, en Colonia y Agraciada (no Libertador) y reports a KLM, SAS, LUFTHANSA, ALITALIA, AIR FRANCE, PAN AMERICAN y a buscar pasajes a Carrau, Italmar, Dodero, Repremar, Agenseas y llevar pasajes a la Alianza Uruguay-EE.UU, a Bayer, a Farmacolor, a ESSO y a tantos otros lugares.

Y en los ratos en que no había mandados que hacer, escuchaba a los que sabían, los veía atender a los clientes y comunicarse telefónicamente con proveedores y pasajeros y asombrado, la primera vez escuchó: "viola,andrea,zapato, queso, úrsula, eva, zapato..." y miró con ojos enormes a quien pronunciaba ese enigmático mensaje y le preguntó que era y el veterano funcionario sonriente le confió: "acabo de pasar el apellido de un pasajero a la sección reservas de una aerolínea; se llama Vázquez, los nombres que escuchaste son los códigos que usamos para deletrear".

Todavía volaba CAUSA, ya estaban los aliscafos,no existía el Puente Aéreo y cada noche, desde Montevideo y desde Buenos Aires, a las 21 horas, zarpaba un Vapor de la Carrera para unir ambas capitales del Plata.

Cada vez que aumentaban las tarifas de los pasajes a Buenos Aires, en la agencia se emitían cientos (¿o miles?) de pasajes nominados para los ejecutivos de las firmas que eran clientes y que viajaban varias veces al mes.

Los encargados de la sección eran Jorge Laporta (hermano de Eddy) y el ahora investigador de ovnis, Rafael Ulloa.

El pibe flaco del Barrio Sur, cada vez que esto sucedía les pedía que le dejaran ayudarlos y se quedaba hasta altas horas, emitiendo, sintiéndose importante, por unas horas, dejando de ser un simple cadete.

A la mañana siguiente de una de esas noches de arduo trabajo, bajaba las escaleras, en su ingreso a la oficina cuando el reloj marcaba las 8.52 de la mañana y tuvo la mala fortuna de cruzarse allí con Don Costales, quien mirando su reloj le dijo "llegas tarde" y él se excusó: "es que me quedé hasta las 4 de la mañana emitiendo pasajes de CAUSA" y recibió como respuesta: "tú eres el cadete y debes entrar a trabajar a las 8.50...".

Le dio mucha bronca y le reportó a la vez, una gran enseñanza.

De aquel 25 de enero de 1965 se cumplen hoy 45 años; el pibe flaco del Barrio Sur, desde aquel día, ama al turismo. Ese pibe, era yo. Nos vemos.


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