No parece muy entendible que con las cifras monstruosas que se recaudan cada día del año en el Valle Sagrado de los Incas, no exista mejor infraestructura vial y pueda llegar a generarse una situación como la actual en la que quedan atrapados dos mil turistas y ya se hayan perdido varias vidas.

Menos entendible aún, son los trascendidos que indican que la especulación, crece a la par de las aguas del río Vilcanota y que se cotizan los euros y los dólares a la par de los soles, como si fantásticamente, hubiese llegado Domingo Cavallo a Aguas Calientes y alrededores.

Hay quienes dicen que para ser evacuados en helicópteros también había que "ponerse".

Lamentablemente y mal que nos pese, estos son asquerosos pecados de la condición humana y para nada, exclusivos de los peruanos.

Al parecer, se está haciendo impostergable la prevención y por ejemplo, alguien debería prohibir que se visite Machu Picchu en esta época de lluvias.

Puede sonar utópico y tal vez infantil, que digamos que un destino de primer nivel mundial (menos en infraestructura) cierre temporalmente sus puertas, deje de recaudar millones diarios, solamente por prevenir la muerte (¡qué feo que suena!!!).

Con los adelantos tecnológicos, con la exactitud de la previsión meteorológica actual, bien pueden decretarse períodos de alerta naranja o roja y obrar en consecuencia.

Poderse, se puede, ahora...diferente es afirmar que se quiera.

Que los destinos sean sostenibles, debería ser obligatorio.

Los rayos ultravioletas, esos a los que los medios masivos le dedican tanto tiempo diario, son nocivos, son letales en algunas cirscunstancias, pero lo que hacen, es ir paulatinamente, diseñando el camino, sin pausa, pero sin prisa.

En cambio los deslaves, las inundaciones, matan de inmediato y este tipo de fenómenos, se están dando en toda la región, casi sin excepciones, llegó la hora de hacer.

Hasta aquí lo que debíamos decir, pero tampoco podemos ser tan utópicos y pensar que asistiremos a una toma de conciencia generalizada.

Si las grandes potencias se han reído del Protocolo de Kyoto y parece que no les hubiese llegado el aviso del efecto invernadero, esperar que en casos como éste, el capital que es cobarde, tenga la valentía de recogerse en ciertas temporadas de riesgo, no parece inteligente. Nos vemos.


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