Como bien nos anotaron el 31 de diciembre pasado, hubo una extraordinaria llegada de turistas a ciudades como Buenos Aires o Punta del Este.

Con distintas características y por diferentes razones están recibiendo grandes contingentes de turistas brasileños y el fin de año no ha sido una excepción, ya que se trata de una de las fechas pico de viajes, del creciente mercado brasileño: el famoso Reveillon.

Ni Buenos Aires ni Punta del Este se destacan por unas celebraciones como la Times Square en Nueva York, las uvas en la Puerta del Sol de Madrid o los deslumbrantes festejos en Copacabana en el propio Río de Janeiro.

Pensar lo contrario es engañarnos.

Otros comentarios que también recibimos, y mucho agradecemos, se refieren a que nuestros países son “muy jóvenes” y no cuentan con un acervo de tradiciones destacables, lo cual también es cierto, a mayor antigüedad mayor acumulación de tradiciones, siempre, claro está, que éstas se respeten y se cultiven, incluso actualizándolas.

Vivimos rodeados de tradiciones, desde el “día de ñoquis” al “super clásico”, pasando a ejemplos más elevados como la Feria del Libro o el novel Concierto de Las Campanas, todo en Buenos Aires, aunque Uruguay también tiene lo suyo. Y mucho.

Lo peor es dejarlas morir como pasó en Montevideo con la Noche de las Luces o la Feria de Libros y Grabados.

Porque las tradiciones se forman en base a su recuerdo y reiteración.

Por otra parte no creemos que el desfile de Macy’s inaugurando la Temporada ni la Cabalgata de Reyes en Madrid, correspondan a tradiciones medievales.

Hoy en día todo evoluciona a gran velocidad.

Que la “Tomatina” de Buñol atraiga 45 mil visitantes nos exime de todo comentario.

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